En la antigua Grecia, en las grandes ciudades-estado como Atenas o Esparta, cualquier ciudadano que se preciara siempre anteponía el bien de la polis a su propio bien.

La política surgió como la disciplina que estudia todo lo relativo al gobierno de las personas que viven en una comunidad para que disfruten de una vida feliz.

En nuestras sociedades contemporáneas, el interés por la política ha ido decreciendo entre la ciudadanía. Más aún entre las personas jóvenes. Quizás porque gozamos de un estado de bienestar burocratizado que garantiza a grandes rasgos el buen funcionamiento de las instituciones estatales; quizás también porque sus máximos representantes son consideradas personas más interesadas en satisfacer su ego personal o las exigencias del partido al que pertenecen, que en procurar el mayor bien para su pueblo.

No debería ser así, porque la política bien ejercida, esto es, la disposición a servir a la ciudadanía de la mejor manera posible de acuerdo con el dictado de la razón, es una noble ocupación; o porque por el mero hecho de vivir en sociedad, tenemos el deber de preocuparnos por los asuntos que conciernen a su devenir y, si no cumplen con las responsabilidades que tienen encomendadas, retirar el poder a las personas que gobiernan.

En España gozamos de un régimen político democrático al amparo de una Monarquía Constitucional. Esto es así desde hace treinta años, después de un largo periodo de dictadura militar tras la guerra civil que duró de 1936 a 1939.

Democracia es gobierno del pueblo (a través de representantes cuando no se puede ejercer directamente) para beneficio del pueblo. Las acciones de gobierno se ejercen a escala nacional, autonómica o local.

En nuestra democracia, aparte del poder ejecutivo (formado por las personas que gobiernan), existe el legislativo (llevado a cabo, principalmente, por el Congreso y el Senado) y el judicial (ejercido por los jueces a distintos niveles: desde los juzgados ordinarios hasta los altos tribunales como el Supremo o el Constitucional). Además, para velar por el buen desarrollo de estos tres poderes, contamos con las fuerzas de seguridad del Estado (representadas, sobre todo, por los distintos cuerpos de policía y la Guardia Civil). También disponemos de un Ejército, cuyas principales misiones en la actualidad son labores humanitarias o de mantenimiento de la paz en países afectados por algún conflicto armado.

Una democracia persigue siempre la igualdad, la solidaridad, la tolerancia, el respeto, la información y todos y todas debemos participar en ella constantemente.