Crece alarmantemente el consumo de drogas por parte de las personas adolescentes en nuestro país y a edades cada vez más tempranas. El botellón se consolida como fenómeno asociado a la diversión, a la fiesta durante el fin de semana. Nuestra juventud es cada vez más sedentaria: apenas practica deporte y dedica la mayor parte de su tiempo libre a estar sentada delante de la pantalla del ordenador.

Aumenta el consumo de la comida basura: pizzas, hamburguesas, fritos, bollería, dulces, bebidas gaseosas, en sustitución de alimentos nutritivos y saludables como los que, por ejemplo, incluye la dieta mediterránea.

La identificación de un cuerpo bello con la delgadez (a veces extrema), desemboca en no pocos casos en enfermedades como la anorexia y la bulimia o el recurso a diuréticos, laxantes u otras sustancias que desequilibran nuestro organismo. También hay chicos y chicas que acuden a los gimnasios para modelar su aspecto físico y realizan sesiones de ejercicio físico con una duración o intensidad por encima de lo recomendable.

Una de las actividades relacionadas con el ocio preferidas por todos los miembros de la familia es ir de compras, principalmente a las tiendas de ropa, aunque luego los artículos adquiridos sólo se utilicen unas pocas veces.

La causa de todos estos hábitos de vida poco saludables (física o psíquicamente) radica, de manera fundamental, en los importantes beneficios que proporcionan, por un lado, a redes de delincuencia organizada; por otro, a los principales agentes económicos, especialmente a las grandes multinacionales.

Con una urgencia cada vez mayor, todos hemos de ser conscientes de la dimensión que está adquiriendo el problema y llevar a cabo diferentes acciones que ayuden a su solución.