Ya el filósofo griego Aristóteles, en su obra Política, postuló que el núcleo de cualquier forma de organización social es la familia y que una comunidad evolucionará positivamente si sus familias se desarrollan a lo largo del tiempo armónicamente.

En nuestra sociedad sin embargo, al igual que en muchas otras sociedades avanzadas, cada vez se oye hablar más de "crisis de la familia".

Desde la sociología, se señala como principal causa del fenómeno el desarrollo de la economía capitalista (que lleva aparejada altas cotas de producción de bienes materiales y posterior consumo de los mismos; que a su vez acarrean largas jornadas de trabajo y la incorporación de la mujer al mundo laboral). A esto habría que unir que la cualificación que necesitan los jóvenes es cada vez mayor, lo cual exige muchas horas de dedicación al estudio o a la realización de tareas relacionadas con él, así como una formación complementaria (en idiomas, aptitudes artísticas...) Por otro lado, el sinfín de atractivas actividades relacionadas con el ocio que hoy se nos ofrecen y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, también restan horas de nuestro tiempo libre.

Con todo, mientras que antiguamente la escena familiar más típica era la del padre, la madre, los hijos e hijas sentados a una mesa comentando cualquier asunto cotidiano, hoy la imagen más común es la de los distintos miembros comiendo cada uno a un tiempo, llegando a casa cansados, a horas distintas, para irse en seguida a su habitación a ver la televisión, oír música o hacer cualquier cosa. Apenas hay lugar para la comunicación y cada vez se hace todo más individualmente.

Una familia no son unos apellidos que tienes de por vida. No es un derecho de pertenencia a una célula social. Una familia es una estructura orgánica que para mantenerse viva y desarrollarse, debe nutrirse con experiencias compartidas día a día, con vínculos emocionales, con proyectos e ilusiones, con mucho diálogo. Si no se le da este alimento poco a poco irá atrofiándose y perdiendo todo su potencial afectivo y socializador.