El campo es el lugar en el que nacen y pasan sus primeros años. Y allí, igualmente, comienzan su actividad laboral. Los abuelos entrevistados desgranan las tareas que, desde muy tempranas edades, realizan, asombrándonos por la gran variedad de las faenas desempeñadas:
- Hacía de todo, segaba, trillaba, araba...
de todo, de todo, cuidaba el ganado... Cuando teníamos el tiempo de fruta, yo me montaba en un burro y me mandaban
a venderla. Manuela Costoso
- Entonces de que yo era pequeño, yo pues
iba a escardar, a la aceituna y esas cosas; se cambiaba en
el verano a segar; segar, trillar y vender. Esteban Herrera
El trabajo es siempre duro, agotador, inmenso. Las faenas del campo y de la casa se distribuyen entre todos los miembros de la familia, cada uno en su papel, en función de sus posibilidades, para salir adelante:
- Sí, todos, todos, todos... trabajando, cada
uno a su cosa. Trinidad Domínguez
- Mi padre se iba a un pueblo con mi hermano
el mayor, se cogían un azadón... mis hermanas, las dos mayores,
estaban sirviendo... el
otro hermano y las otras hermanas más pequeñas pues se iban
a la estación y allí llenaban los cubos de carbonilla que
tiraban del vagón para quemar, y entonces lo cambiaba mi madre
por un pan, o por dos kilos de patatas, o un poco de azúcar,
o arroz... Josefa Aranda
Teniendo en cuenta las diferencias que impregnaban el mundo del trabajo, los varones se encargan mayoritariamente de las tareas en el campo, fuera de la casa (salvo reparaciones a efectuar dentro de ésta), encargándose las mujeres de las labores domésticas, que generalmente compaginan con la siembra, recolección, cuidado del ganado, venta de productos...
- "Pos" barrer, fregar, y a lavar, y a arrancar
los garbanzos, las algarrobas, y al arroyo a lavar, que teníamos
que ir con la cesta a cuestas. Marcelina Muñoz
- Mi padre era pastor y mi madre era de casa
pero bueno, luego también iba a arar y también cocía el pan
cuando tenía o podíamos y echaba a los gorrinos, cuidaba a
las vacas... Con una piedra rompían los hielos "pa" podernos
lavar la ropa, que no había lavadoras, no había agua en casa.
Crescencia Sanz
Otro elemento en común en las entrevistas es que en ellas se resalta que las necesidades eran tan grandes y constantes que comienzan a trabajar desde muy temprano:
- Allí, la ruta de los cristianos de entonces
era al colegio un año, como a mí, y al año sacarlo "pa" que
le den dos pesetas y las chicas pues a servir, de niñeras
y "to" eso. Antonio López
- Yo empecé a trabajar con ocho años guardando
ovejas y vacas. Con nueve años, cuando estalló la guerra,
yo estaba de pastor. Alejandro Herranz
Las condiciones laborales son aún más duras si tenemos en cuenta la inexistencia de horarios regulares: el trabajo llena sus días, uno tras otro, sin apenas tiempo para actividades no vinculadas directamente con la faena agrícola-ganadera:
- Los horarios eran de sol a sol. Trinidad
Domínguez
- En el pueblo echaba dieciséis horas. Y
en el verano se echaban hasta veinte. Esteban Herrera
- Allí no había fiesta ninguna. Los domingos
tenías que salir a trabajar y los días de fiesta igual.
Miguel Martín
Los salarios obtenidos son siempre bajos, rozando
a veces los umbrales de la miseria. Generalmente, eran suficientes
como para poder mantenerse, pero nada más. Y en ocasiones
ni tan siquiera eso, por lo que había que recurrir a otras
posibilidades:
- El salario era para poder malcomer, todo
lo bajo posible. Algunas semanas no podíamos coger el pan
porque no nos daba el dinero. Gabriela Martín
- No había comida y en la casa que veía abierta
entraba y pedía. José Gómez
- En los vagones que había abiertos mi hermano
se subía a ver si había alguna cosa para comer, para robarlo,
claro, para comer. Josefa Aranda
El panorama es desolador: explotación, cansancio,
trabajo por temporadas, organismos mal alimentados. Y la amenaza
del hambre, la imposibilidad de mejorar...
-El campo era... era horrible. Manuela
Costoso
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