Cabecera de Años de Pobreza
Las migraciones
En la guerra
En el campo
Las cuatro reglas
Me crié con mi abuela
Rondaban a las muchachas
En cualquier país se vivía mejor
Trabajos malos
Siete hijos
Nos hicimos la casa
En tranvía
Ibamos de verbenas

 
Luis Goytisolo vídeosGalería de fotos

La mayoría de los emigrantes, los de la posguerra española y los que hoy en día se trasladan forzosamente por motivos laborales, sólo en teoría Retrato de mujer son voluntarios. La necesidad de encontrar un mejor puesto de trabajo, vivir más dignamente, unas condiciones de vida más adecuadas para sus hijos, son los principales motivos que impulsan a la población a dejar su tierra, a veces con su familia, y trasladarse a otras ciudades.

"Emigré porque mi marido no tenía trabajo, muchas veces no había que echarse a la boca, porque estaba más tiempo parado que trabajando, y no porque él no quisiera trabajar, sino porque no había trabajo" Carmen Ramos

Nos vinimos primero a san Agustín porque allí no había trabajo ninguno, ninguno, nada más que morderte los codos de hambre y buscar muchas "aromanzas", muchas achicorias, muchos cardillos para poder comer, porque mi pueblo es de mucho aceite pero lo tenía el que lo tenía. Felícita Parralejo


Los movimientos de población que practicaron nuestros abuelos corresponden, en la mayoría de los casos a las migraciones que se producen en España en la década de los 40, los 50 y los 60. Era un movimiento desde las zonas rurales a las zonas urbanas.

Es la población joven la que movida por ese afán de mejora o esa necesidad económica emprende la aventura de buscar otra forma de vida en un lugar diferente.

Al acabar la guerra toda la familia se viene para Madrid, las hermanas mayores se pusieron a servir, y los hermanos se colocaron. Yo como era muy pequeña iba a los basureros y recogía metal, trapos, cristal... Otras veces iba a los cuarteles y me daban cachos de pan... Les daba lástima porque era pequeña" esto nos cuenta Josefa Aranda.

"Yo vine a Madrid con 12 años, y con 14 ya me podía poner a trabajar" nos cuenta José Uriel, nacido en Santander en 1930.

Vine aquí en el año cuarenta y tendría veinte años. Allí el mayor se queda con la mayor parte y los demás tienen que salir o casarse con una labradora. Entonces nos vinimos aquí a empezar una nueva vida, a trabajar por nuestra cuenta, para nosotros. Emilio TallosDos amigas

Entre los 18 y los 20 años vienen ya solos o con algún familiar que antes les ha buscado trabajo o incluso les ha proporcionado alojamiento.

En la decisión de dónde emigrar intervienen dos factores, el primero y más importante, considerar la oferta de trabajo del lugar seleccionado. La gran ciudad- Barcelona, Madrid, Castellón- es un lugar que se presupone con múltiples empleos, con mucha oferta. El segundo factor que mueve a los emigrantes es conocer a alguien en el lugar en el que quieren instalarse. Un familiar, un amigo, cualquier conocido que les ha proporcionado un contrato de trabajo, que les puede acoger temporalmente en su casa, que les abre las puertas en una ciudad desconocida y nueva es decisivo para ir a un lugar u otro.

"Mi mujer tenía un hermano en Madrid que se vino antes que yo" nos cuenta un abuelo que ha nacido en Quintanar de la Orden (Toledo).

"En Madrid tenía dos primas, Leonor y Julia, que tenían portería y allí pasaba muchos ratos" nos cuenta Mercedes Benito.

También es muy elocuente la experiencia Grupo de mujeresde Ramón Oliva en Holanda "Emigramos en el año 62 a Holanda, fuimos con contrato de trabajo para construir el metro. Fuimos en tren y vimos a muchos otros españoles que iban a otros países. Nos fuimos porque aquí se ganaba muy poco y vimos el cielo abierto". Ramón Oliva

Esta sensación de familiaridad y la convivencia con personas que veían iguales a ellos es lo que les ayuda a superar los inevitables malos momentos del principio.

Alejandro Herránz se viene a Madrid ya casado y con hijos y nos dice "La gente de Madrid era igual que nosotros, era toda gente que había venido de otros pueblos . Era gente igual que nosotros".
Y, efectivamente, los inmigrantes que proceden de las zonas rurales se van a los barrios periféricos de la ciudad de Madrid. Vallecas, Cuatro Caminos o los poblados dirigidos como el de Hortaleza son los primeros lugares de residencia que, a su llegada, mencionan en sus entrevistas.

 

En vagones de tercera

Salir del pueblo rumbo a una ciudad que, en la mayoría de los casos, es totalmente desconocida y muy diferente al ambiente rural del que proceden, era un paso difícil.

El desplazamiento de nuestros abuelos es una odisea. Tienen que combinar varios medios de transporte. Uno para salir del pueblo, en general en tartana o andando, hasta llegar al nudo de comunicaciones más cercano donde cogen el autobús de línea - La Rápida, La Veloz…- hasta la estación de tren.. Trenes mixtos de pasajeros y mercancías, vagones de tercera, trayectos interminables, múltiples transbordos de un tren a otro. Horas y horas de viaje.

"El tren iba despacio y llevaba poco equipaje y poco dinero. El viaje, pues ... no sé...
igual duró seis o siete horas. La llegada a Madrid fue una cosa que está soñada y eso de estar en el pueblo y estar tan tranquilo, y aquí... en movimiento todo el día, siempre te impresiona y te agobia
". Francisco González

El tren era de carbón. Nos bajaban de Hiescas a Torrijos, hasta la estación y allí cogías el coche de línea de correos y me iba a La Puebla. Los trenes tardaban mucho, eran muy lentos. Carmen Martín


Lo mismo llegabas a Madrid que llegabas a Valladolid, toda tiznada de carbón, Amigos paseando por la ciudadporque eran los trenes de carbón, esos que iban echando humo y se metía por las ventanillas, luego te restriegas, ibas toda hecha un Cristo... unos trenes que eran con los asientos de madera, antiguos. Pilar Velasco

Los autobuses estaban cargados de personas y de enseres, las maletas en la baca, tapadas malamente con una lona. Estos eran los vehículos más utilizados, los que nos cuentan en sus entrevistas.

En un coche destartalado, muy viejo, y veníamos como piojos en costura, muy apelotonados porque había que aprovechar hasta los pasillos de pie y todos traían sus cestas y pollos y conejos. Era un desastre. Las maletas en vez de llevarlas abajo, las llevábamos arriba en la baca. Mi madre tenía una maleta de cartón pero al cobrador se le olvidó echarle la lona, empezó a llover y se puso aquello chorreandito. Empezaron a bajar las maletas y el cobrador se quedó con el asa de la de mi madre en la mano y todas las cosas y las ropas tiradas por el suelo, una pena. Fidel Sánchez

"Sólo una maleta con dos mudas y dinero sólo para el viaje. Íbamos las dos, mi hermana y yo, en el autobus desde Sepúlveda. El viaje duró mucho, no recuerdo cuánto pero mucho". Petra Baz

 

La llegada

Cuando el punto de llegada es Madrid manifiestan la sensación de susto, impresionados por los edificios, por las distancias, por las prisas...

"Cuando vine a Madrid llegué a la estación y se me vino el mundo encima, tan grande, tanta gente, hasta que llegué a casa de unos familiares. Madrid me causó una sensación muy grande". Aniceto Fernández

Madrid, por primera vez, era un terremoto, que no parecía que fueras a poder salir. Yo de que vi tanta gente, tanto coche, tantos edificios altos, yo, mareadita, mareadita. Felícita Parralejo
"En Madrid las distancias eran muy largas- nos dice José Uriel- ¡la sensación que me hizo ver la Telefónica!, ¡qué piso!. Era tan grande que se te venía encima".

En ocasiones, ya sea por su carácter, o por la vida tan diferente que habían llevado se muestran optimistas, alegres.

"Me vine a Madrid con una maleta. Tenía veinte años y seis mil pesetas que había ahorrado cuidando niños. No tuve sensación de miedo, estaba emocionada." Ángela Hernando

Para los que llegan en los años cuarenta se encuentran aún restos de la guerra.
Me acuerdo que estaba todo con tiros de la guerra, estaba todo destrozado. La Ciudad Universitaria estaba toda por el suelo, de la guerra, todo caído
. Patrocinio Ibañez

 
 
 

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