SCRIPTA - Conocer la Literatura Latina

 

TRADITIO   1   2   3   4   5   6   7   8    10 

 

11. HUMANISMO Y BÚSQUEDA DE MANUSCRITOS

Durante los siglos XIV y XV, el interés por la cultura de Grecia y Roma, desató entre los humanistas una verdadera pasión por descubrir textos clásicos; las bibliotecas de los monasterios y las catedrales en que se habían conservado pusieron al alcance de los estudiosos códices de los autores clásicos, deparando obras que se desconocían o se creían perdidas. La bibliofilia y la erudición tienen en esta época ilustres representantes, que citamos a continuación:

Ricardo de Anguerville (1286-1345) fue preceptor de Ricardo III de Inglaterra y obispo de Durhan. De sus embajadas a París, Aviñón y otras ciudades del continente, regresaba con códices antiguos o que mandaba copiar.

Petrarca (1304-1374), en quien se unen las dos vertientes del humanismo, literaria y erudita, buscó afanosamente códices de Cicerón y Livio, que copió de su propia mano, completando, corrigiendo y anotando.

Bocaccio (1313-1375) también indagó por las bibliotecas, se cree que tuvo acceso a la de Monte Casino, descubriendo manuscritos de Marcial, Ausonio, Varrón y el Appendix Vergeliana.

Coluccio Salutati (1330-1406) ocupó cargos importantes en la república florentina fue un gran conocedor de las diversas formas en que los textos antiguos podían haber sufrido corrupciones. Consiguió textos de Catulo y Tibulo; descubrió el De Agricultura de Catón y colecciones completas de las cartas de Cicerón.

Poggio Bracciolini (1380-1459) fue secretario de varios papas, emprendió expediciones cuidadosamente organizadas para buscar manuscritos por los principales monasterios de Europa, y descubrió obras de Plauto, Lucrecio, Cicerón, Quintiliano, Columela, Celso y Frontino, entre otros.

Nicolás de Cusa (1401-1464) desempeño legaciones en varios países, que aprovechó para conseguir códices, el principal de los cuales fue uno que contenía las obras de Plauto.

12. LOS COMIENZOS DE LA IMPRENTA

 A mediados del siglo XV puede decirse que la mayor parte de las obras clásicas que hoy conocemos ya se habían descubierto. Poco después, con la invención de la imprenta, se inauguró una nueva etapa: había que imprimir todas las obras encontradas hasta entonces. Para ello se utilizaban manuscritos, que en muchos casos fueron destruidos inmediatamente después de editados. Estas primeras ediciones de cada obra se denominan editiones principes, y son de un gran valor para la crítica textual, ya que cuentan como auténticos manuscritos, sobre todo cuando su texto refleja el de uno perdido, además de que suelen utilizarse como base para iniciar el trabajo crítico.

Los libros que se editaron hasta 1500 reciben el nombre de incunables, del francés incunable, a su vez del latín incunabula, y en última instancia de cuna, 'lecho infantil', en atención a que la imprenta estaba entonces en sus comienzos. Existen dos clases de incunables: los xilográficos, impresos con planchas de madera, y los tipográficos, impresos con tipos móviles. Se trata de ediciones muy rudimentarias, en las que a veces se dejaban incluso los huecos para iluminar a mano las letras capitales.

Petrarca

Bocaccio

Salutati

Metamorfosis de Ovidio, edición de Aldo Manuzio (1502)

 

SCRIPTA

Domus  || Índice temático || Traditio || Géneros y autores || Res Gestae || Romanice

Autores y textos || Musaeum || Actividades