SCRIPTA - Conocer la Literatura Latina

 

TRADITIO   1   2   3    5   6   7   8   9   10  

 

2. SOPORTES DE LA ESCRITURA... (Cont.)  
  • El códice de pergamino

A comienzos de nuestra era comenzó a emplearse otro soporte para la escritura: el códice (codex). Se trata de un conjunto de cuadernos formados al doblar una o más hojas y cosidos unos con otros. Hubo códices de papiro, pero terminó por imponerse el de pergamino (codex membraneus). El poeta Marcial, en el siglo I d.C., ponderó las ventajas de los códices frente a los volúmenes, pero el proceso de sustitución no comenzaría a imponerse hasta dos siglos más tarde, y no se completó definitivamente hasta el siglo IV.

Un códice estaba formado por cuadernos, que eran pliegos de un cierto número de hojas plegadas por el centro y cosidas, llamadas bifolios; los bifolios de encajaban unos con otros de manera que el primer folio del cuaderno tuviera por detrás el último, el segundo el penúltimo, y así sucesivamente. Según el número de bifolios plegados que componen el cuaderno se habla de biniones (dos bifolios plegados), terniones (tres), quaterniones (cuatro), que era el preferido para el pergamino, quiniones (cinco), seniones (seis), que era el preferido para los códices en papel. 

El pergamino de los códices debía ser fino y bien alisado, pues se escribía por ambas caras. Los romanos teñían los pergaminos de distintos colores, sobre todo amarillo o rojo, porque su blancura se ensuciaba y molestaba a la vista. Las caras más ásperas del pergamino (la parte del pelo) se disponían de manera que coincidiesen, lo mismo que las más lisas, las de la carne; así se conseguía que no hubiese contraste entre las dos partes, que solían tener diferente coloración.

Para controlar la paginación y evitar alteraciones durante la fase de encuadernación, hubo diversos procedimientos. La «signatura» consistía en numerar el último folio de cada cuaderno. Un procedimiento parecido era el del «reclamo»:se escribía al final del cuaderno las primeras palabras del cuderno siguiente. En el siglo XIII comenzó a aparecer la numeración por folios (abrev. «f.»/«ff.», folio[s]), con su recto (abrev. «rº»), la cara impar, y su verso (abrev. «vº»), la cara par, terminología que todavía se usa para facilitar la descripción de los manuscritos (abrev. «ms»). La numeración por páginas, tal y como la conocemos en los libros impresos actuales, comenzó a usarse en el siglo XV. Como los códices se copiaban por cuadernos sueltos, para evitar posibles alteraciones en el orden, al coserlos se utilizaban diversos sistemas, como el «reclamo», que consistía en escribir en la parte de abajo del verso del último folio de un cuaderno las primeras palabras del recto del siguiente. 

El códice no tenía una primera página con el título, sino que al comienzo de la obra había una frase en tinta roja y letras mayúsculas que contenía el título de la obra, aunque sin aludir al nombre del autor. Al final se repetía el título del libro con una indicación de que había terminado y el nombre del autor. Tales indicaciones en los códices eran una supervivencia del comienzo y el final de los volumina o rollos: en ellos, el comienzo venía también indicado por la palabra « incipit» (p. e. Incipit Aeneidos liber primus, 'Comienza el primer libro de la Eneida'), mientras que al final figuraba una advertencia de que el volumen estaba totalmente desenrollado, es decir, explicitus (p. e. Explicitus (est) Aeneidos liber primus, 'Desenrollado el primer libro de la Eneida'); la abreviatura «explicit.», se conservó cuando los rollos fueron sustituidos por los códices, pero desprovista de su sentido, pues los códices ya no se desenrollaban, y se tomó como una forma verbal correlativa de incipit ('comienza'), con el significado de 'ha terminado'. 

Estos términos perviven en la práctica moderna de catalogación y descripción de los manuscritos: el íncipit designa las primeras palabras del documento antiguo, y el éxplicit, la últimas. 

  • El papel

El papel comenzó a utilizarse para los códices desde el siglo XII. Su invención se atribuye a los chinos, que ya lo fabricaban en el siglo I de nuestra era, y su técnica secreta constituía un monopolio del Estado. A través de prisioneros de guerra, la técnica de fabricación llegó a los árabes a mediados del siglo VIII, quienes lo difundieron por todo el mundo islámico, incluido Al-Ándalus, hacia el año 1000 (las primeras fábricas estuvieron en Córdoba y Xátiva), de donde pasó al resto de Europa en el siglo XII. Los árabes aportaron una innovación al papel chino, consistente en cubrirlo con una solución de almidón que lo hacía más fuerte y reducía la absorción de tinta.

El nuevo material, más económico que el pergamino, recibió diversos nombres, unos ya conocidos: charta o papyrus (el primero se mantiene en el italiano carta, el segundo ha prevalecido en otras lenguas modernas: papel, paper, papier, etc.), y otros nuevos: bombycina, cuttunea, pannicea (sc. charta), que recuerdan que el principal ingrediente en el proceso de elaboración de este primitivo papel eran los trapos; sólo en el siglo XIX el aumento de la demanda de libros haría que la madera triturada se convirtiese en la materia prima.

Para fabricar el primitivo papel se ponían en maceración trapos de cáñamo o lino; luego se golpeaban con mazos hasta que se reducían a una pasta homogénea, que se echaba dentro de un molde en el que había un entramado de hilos de latón o cobre; después del secado se procedía a encolarlo, alisarlo y dejarlo satinado. Cada fabricante tenía unas filigranas o distintivos que aparecían en el papel, y hoy permiten datarlo e identificarlo.

Isidoro de Sevilla explica el significado de los términos latinos codex y liber, desde el punto de vista de su etimología.

«Un códice está compuesto de varios libros; un libro consta de un solo volumen. Y se llama códice por sentido traslaticio del nombre de los troncos (códices) de los árboles, o de las vides, como si dijéramos caudex, porque asemeja sostener libros como el tronco sostiene las ramas. El volumen (rollo) es un libro que recibe su nombre de volvere (enrollar) ... Liber (libro) es la membrana interior de la corteza del árbol que está pegada a la madera. De ella dice Virgilio: 'Se seca el liber en el alto olmo'. De aquí deriva el que denominemos libro a la obra escrita, porque, antes de que se comenzase a emplear el papiro o el pergamino, los volúmenes se confeccionaban con estas membranas de los árboles. De aquí también que a los copistas se los llamara "libreros", derivando su nombre de los libri de los árboles.»

Isidoro de Sevilla, Etimologías VI 13, trad. de J. Oroz Reta y M.A. Marcos Casquero  

La ambigüedad del término "liber" da lugar a disposiciones legales, como esta que figura en el Digesto, compilación de derecho romano de época de Justiniano (s. V).

«Bajo la denominación de “libro” quedan comprendidos todos los volúmenes, ya sean de papiro, de pergamino o de cualquier otro material. Y si son de membrana o corteza de tilo (como algunos los fabrican), o algún tipo de corteza distinto, también debe hacerse extensiva la misma consideración. Pero tratándose de códices de pergamino o papiro o de marfil u otra materia, o de las tablillas enceradas, examinemos si deben ser incluidos. Gayo Casio escribió que los pergaminos debían incluirse también entre los libros legados; en consecuencia, también los demás materiales deberán ser incluidos, si no se contraviene la voluntad del testador. »

Digesto, XXXII 52 pr., trad. de F. M. 

Marcial, epigramista hispano del siglo I d.C., pondera las ventajas del códice. Es la primera vez que aparece documentada su existencia.

«Tú que deseas que estén a tu lado en todas partes mis libritos / y procuras tenerlos como compañeros para el largo viaje, / compra éstos que el pergamino comprime con reducidas tablillas. / Dales una biblioteca a los grandes, a mí una sola mano me da cabida. / Sin embargo, para que no ignores dónde estoy a la venta y andes errante / por toda la ciudad, bajo mi guía acertarás: / pregunta por Segundo, liberto de un sabio lucense.»

Marcial, I 2, 1-7, trad. de F. M.  

Relieve de un sarcófago paleocristiano (s. III-IV) Una piel cuelga sobre un escriba.

Piel convertida en pergamino y dispuesta para ser doblada "in-quarto", formando un binión.

Mujer en actitud de orar, pintura mural de las catacumbas de Santa priscila, Roma.

Un vendedor de pergamino ofrece su mercancía (dibujo basado en una miniatura medieval)

fragmento de un ms. del s. XV con el íncipit del De Oratore de Cicerón

Palimpsesto con el texto del De Republica de Cicerón, Biblioteca Vaticana.

El artesano chino filtra la pasta de papel en un bastidor de hilos de bambú

tropas conquistadoras, iluminación de un manuscrito árabe del siglo XIII, París, Biblioteca Nacional.

Fabricación del papel en un grabado del siglo XVIII

Justiniano I (482-565), mosaico del ábside de San Vital de Rávena.

 

SCRIPTA

Domus  || Índice temático || Traditio || Géneros y autores || Res Gestae || Romanice

Autores y textos || Musaeum || Actividades