SCRIPTA - Conocer la literatura latina

 

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3. INSTRUMENTOS Y MATERIALES  
  • Estilo (stilus)

La palabra stilus designa una especie de punzón del tamaño de un lápiz de nuestros días, que se utilizaba para escribir sobre las tablillas enceradas. Se relaciona con el griego stýlos, 'columna', y también 'punzón', si bien el término griego más corriente con este último significado es gráphion. El más común era de hierro, pero podía ser de hueso, marfil, plata, etc. El extremo usado para escribir tenía una punta afilada, mientras que el opuesto, más ancho y aplanado, se utilizaba para borrar o raspar la cera y aplastarla de nuevo en caso de error. 

  • Caña (calamus)

Los romanos conocieron la plumilla de bronce para escribir con tinta, pero su falta de flexibilidad hizo que cayera en desuso. Para escribir con tinta sobre el papiro o el pergamino se empleaba el calamus scriptorius, es decir, una cañita de junco, uno de cuyos extremos se afilaba con el culter o scalprum librarium, una especie de cortaplumas, y se hendía de modo análogo a las plumillas, para que el corte absorbiese la tinta por capilaridad. Plinio (Historia Natural, XVI 157) asegura que las mejores procedían de Egipto y de Gnido. Se guardaban en la theca calamaria. En español conservamos la expresión latina «lapsus cálami» con el significado de «error cometido al correr de la pluma», es decir, al escribir.

  • Pluma (penna)

Además de los calami, en el siglo IV comenzaron a usarse para escribir las plumas de ave, preferentemente de oca, que eran más flexibles y se adaptaban mejor a la escritura sobre pergamino. La pluma (penna) se endurecía calentándola e introduciéndola en arena. Lo mismo que en el calamus, la extremidad del cañón de la pluma se cortaba en bisel mediante un cortaplumas, con distintos ángulos que determinaban la forma de los caracteres; luego se practicaba una incisión en el centro para que absorbiera la tinta. 

  • Raspador (rasorium)

Con el fin de eliminar las manchas de tinta o de efectuar correcciones (rasurae) sobre el texto, el copista se valía para raspar el pergamino del rasorium.

  • Compás (circinus), plomada (plumbum), regla (regulae), escuadra (norma), punzón (punctorium), lápiz de plomo (plumbum

Antes de comenzar a escribir, se delimitaba el área de la escritura en el folio (márgenes) con dos líneas verticales, y se trazaban transversalmente las líneas paralelas de los renglones con el «lápiz» de plomo, practicando con el compás dos series de diminutos agujeros para que sirvieran de guía.  

  • Tinta (atramentum)

La tinta, de color negro, se llamaba atramentum (del lat. ater, ‘negro’) scriptorium o librarium. En la Edad Media se impuso el vocablo de origen griego encaustum, de donde deriva el italiano inchiostro, el francés encre  y el inglés ink. Nuestra palabra «tinta» así como el alemán Tinte vienen del latín medieval tincta, ‘teñida’. El recipiente para la tinta se llamaba atramentarium, también scriptorium y calamarium. El molusco que llamamos «calamar», con su bolsa de tinta negra, recibió su nombre precisamente por ser una especie de «tintero portátil».

De acuerdo con Plinio (Historia Natural XXXV 6), la tinta se hacía al principio a base de hollín, resina, heces de vino o tinta de sepia, que se mezclaban con goma. Más tarde se emplearon otros ingredientes, como la agalla de encina o el sulfato de hierro, diluidos en vitriolo, vinagre o incluso cerveza, con lo que la tinta negra tomó otros tonos y matices, además del negro. La tinta roja, a base de minium, o terra rubrica (de ruber, ‘rojo’, era el bermellón, es decir, cinabrio reducido a polvo), se usaba en las rubricae, títulos e iniciales, y para todo lo que se quería resaltar. 

La tinta era espesa y untuosa, y su adherencia era muy variable, dependiendo también de la capacidad de absorción de cada material; en fresco, podía borrarse simplemente restregándola con una esponja húmeda (spongia deletilis). Suetonio, Cal. XX., cuenta que el emperador Calígula obligaba a los poetas que no le agradaban a borrar sus obras con la lengua. Los romanos también utilizaron «tinta invisible»: Ovidio recomienda a los amantes escribir con leche fresca, que sería ilegible hasta que sus cartas fueran espolvoreadas con carbón, y Plinio menciona para este uso la savia de determinadas plantas.

  • Colores para iluminar (pigmenta)

El copista reservaba en el pergamino los espacios en blanco sobre los que posteriormente trabajaría el miniaturista. La miniatura era la técnica por medio de la cual se embellecían las páginas de los manuscritos, lo que afectaba particularmente a las iniciales. El vocablo «miniatura» procede del ya citado minium. Se utilizó también el término alluminare, que significaba 'dar alumbre', es decir, iluminar con lacas obtenidas por reacción química del alumbre (alumen) mezclado con materias colorantes vegetales. 

Las diversas clases de tintas y sustancias colorantes, los pigmentos de origen animal, mineral o vegetal, se hacían más consistentes y tenaces con goma arábiga, aunque también se utilizó miel o clara de huevo; hasta el cerumen se empleó, precisamente para combatir la espuma de la clara de huevo batida. Gracias a la hiel de buey, el pergamino recibía mejor los colores al agua. En occidente no se utilizó la decoración de oro (pan de oro) o plata tanto como en los códices bizantinos, debido a la peor adherencia de los pergaminos, aunque se ideó el procedimiento de dorarlos con purpurina, es decir, con el metal pulverizado. En cuanto a la decoración de plata, se sustituyó con hoja de estaño. En los códices de gran valor se utilizó también el exótico lapislázuli para preparar un pigmento muy vivo de color azul ultramar.

Isidoro de Sevilla habla sobre los nombres de los copistas de manuscritos y sobre los útiles que emplean para escribir. Es el primer testimonio de un autor latino sobre el uso de las plumas de ave para escribir

«A los copistas antiguamente se los llamaba "bibliopolas", pues los griegos al libro lo denominan bíblos. Los copistas reciben también el nombre de "anticuarios", a pesar de que copistas son los que transcriben libros nuevos y viejos, mientras que los anticuarios únicamente copian los antiguos, de donde les vino su nombre. Por el hecho de "escribir" se los denominó "escribas", término este que expresa la índole de su oficio. Los utensilios de un escriba son la caña y la pluma. Con ellos se dibujan las palabras en las páginas. La caña está tomada de las plantas; la pluma es de ave. Su punta está dividida en dos secciones, mientras que el resto del instrumento conserva su unidad; me parece ver en ello un misterio, en cuanto que en esas dos secciones aparecen representados el Antiguo y el Nuevo Testamento, y con ellas se expresa el sacramento de la palabra, difundido por la sangre de la pasión. Se denomina así al cálamo porque pone la tinta. De ahí también que entre los marineros, calare signifique "poner". La pluma (penna) deriva su nombre de "pender" en el aire, esto es, volar, ya que como hemos dicho, es de ave. A las hojas (foliae) de los libros se las llama así tal vez por su semejanza con las hojas de los árboles, o tal vez porque se hacen de "fuelles", es decir, de pieles de animales sacrificados. Las caras de las hojas se llaman "páginas", porque se van pegando (compingere) unas a otras. El verso es llamado así por la gente porque los antiguos escribían en el mismo sentido en que araban la tierra: primero llevaban el estilete de izquierda a derecha, daban la vuelta un poco más abajo y volvían d enuevo hacia la derecha. Todavía hoy los campesinos llaman versos a los surcos. Borrador (scheda) es el escrito que aún no está corregido y todavía no está redactado en un libro. Es un vocablo griego, como griego es también tomo.»

Isidoro de Sevilla, Etimologías VI 14, trad. de J. Oroz Reta y M.A. Marcos Casquero

Plinio explica de dónde se obtiene la tinta negra

«Igualmente habrá que incluir la tinta entre los pigmentos artificiales, aunque tambien la hay obtenida de tierra, y ésta de un doble origen, pues o bien sale como si fuera un fluido, o bien se usa directamente para los mismos fines una clase de tierra del color del azufre. Hay pintores que han sido sorprendidos desenterrando carbones de sepulcros profanados. Prácticas de ahora absolutamente repugnantes. Desde luego, la tinta también se obtiene de distintas formas a base de hollín, y de la combustión de resina o pez, por lo cual hasta las fraguas las construyen de manera que no se les escape el humo. La tinta de mejor calidad se obtiene de semejante manera de las antorchas. Se adultera con el hollín de los hornos y de las estufas de los baños, y esa tinta es la que se usa para escribir sobre los rollos.»

Plinio, Historia Natural XXXV 41, trad. F. M.  

También los romanos conocieron la "tinta invisible"

«El titímalo nuestros autores lo llaman «hierba lechera», otros «lechuga caprina», y cuentan que con su leche, si se escribe sobre el cuerpo, al secarse aparecen las letras espolvoreando con ceniza, y algunos prefieren dirigirse a las adúlteras así antes que mediante notas.»

Plinio, Historia Natural XXVI 62, trad. F. M.

«También es segura y engaña a la vista la letra que se escribe con leche; aplícale polvo de carbón y la podrás leer.»

Ovidio, Arte de amar III 627-628, trad. F. M. 

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Detalle de un relieve funerario en el que el señor anota los arrendamientos de sus fincas sobre unas tablillas.

Tablilla y y estilos

Diversos utensilios de copista

Un monje escribe sobre un atril colocado sobre sus rodillas. Detalle de un relieve de la iglesia de San Vicente, Ávila (s. XII)

Diversos utensilios de copista

Monje copista empleando la pluma y el raspador

Detalle de la decoración del f. 78 rº del Beato de Silos, Biblioteca Nacional de París

Iluminación de un manuscrito de Virgilio, Dido Ofrece un sacrificio, Vat. lat. 3867, fol. 33v

Letra B inicial de época carolingia

Motivo decorativo de un códice del siglo XII, Biblioteca de la catedral de Santiago de Compostela.

Miniaturas del códice Albeldense, f. 344rº (s. X), Biblioteca del Monasterio del Escorial.

 

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