AXIAL. Un mundo de valores - 2008

Portada de la aplicación AXIAL -un mundo de valores-: Videocámara junto a grupo de alumnos

Unidad 14 > Globalización

Actividad > Varios > Actividades diversas

Cabecera para la actividad tipo Varios

Definiciones

Icono de hoja con letra A en mayúsculas

Busca el significado de los siguientes términos:

globalización, capitalismo, multinacional, propaganda subliminal, multiculturalismo.


Redacción

Lápiz junto a cuaderno

INTERNET Y EL FUTURO

Imagina cómo será todo dentro de, por ejemplo, veinte años con Internet y las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación. Puedes hacerlo desde un enfoque optimista, pesimista, científico...

Investigación

Icono con lupa

EL MOVIMIENTO ANTIGLOBALIZACIÓN

Búsqueda en alguna enciclopedia o en Internet de datos sobre este fenómeno que nos aporten información acerca de su estructura, corrientes internas, foros a los que ha dado lugar, principales hitos en su historia reciente, personajes más conocidos...

A favor y en contra de la globalización

Icono con dos caras charlando

La clase se dividirá en dos grupos que defenderán y criticarán los beneficios y perjuicios que trae consigo este fenómeno económico, social, político, cultural... que estamos considerando.

Donde quiera que vayas y sustituibles

Icono libro

Busca diez artículos de consumo (que pueden ser desde una bebida o una prenda deportiva, hasta una canción o sofware informático) que puedan encontrarse en cualquier lugar del mundo. Después, intenta encontrar algo que pueda sustituirlos allí mismo y reflexiona sobre los beneficios que tal opción llevada a efecto podría aportar.

Lee el siguiente fragmento con el que se inicia la célebre obra de George Orwell y responde a las preguntas formuladas a continuación.

1- ¿Cuándo fue escrita la antiutopía 1984?

2- ¿Podrías ofrecer una sinopsis de la obra?

3- ¿Existen ya en nuestra sociedad instrumentos como los carteles o la telepantalla que aparecen mencionados?

4- ¿Tenemos en nuestro tiempo algo parecido a la "semana del odio" o a la "policía del pensamiento"?

5- ¿Crees que llegará un día en el que viviremos prácticamente como Winston?

Capítulo I

Era un día luminoso y frío de abril y los relojes daban las trece. Winston Smith, con la barbilla clavada en el pecho en su esfuerzo por burlar el molestísimo viento, se deslizó rápidamente por entre las puertas de cristal de las Casas de la Victoria, aunque no con la suficiente rapidez para evitar que una ráfaga polvorienta se colara con él.

El vestíbulo olía a legumbres cocidas y a esteras viejas. Al fondo, un cartel de colores, demasiado grande para hallarse en un interior, estaba pegado a la pared. Representaba sólo un enorme rostro de más de un metro de anchura: la cara de un hombre de unos cuarenta y cinco años con un gran bigote negro y facciones hennosas y endurecidas. Winston se dirigió hacia las escaleras. Era inútil intentar subir en el ascensor. No funcionaba con frecuencia y en esta época la corriente se cortaba durante las horas de día. Esto era parte de las restricciones con que se preparaba la Semana del Odio. Winston tenía que subir a un séptimo piso. Con sus treinta y nueve años y una úlcera de varices por encima del tobillo derecho, subió lentamente, descansando varias veces. En cada descansillo, frente a la puerta del ascensor, el cartelón del enorme rostro miraba desde el muro. Era uno de esos dibujos realizados de tal manera que los ojos le siguen a uno adondequiera que esté. EL GRAN HERMANO TE VIGILA, decían las palabras al pie.

Dentro del piso una voz llena leía una lista de números que tenían algo que ver con la producción de lingotes de hierro. La voz salía de una placa oblonga de metal, una especie de espejo empeñado, que formaba parte de la superficie de la pared situada a la derecha. Winston hizo funcionar su regulador y la voz disminuyó de volumen aunque las palabras seguían distinguiéndose. El instrumento (llamado teidoatítalia) podía ser amortiguado, pero no había manera de cerrarlo del todo. Winston fue hacia la ventana: una figura pequeña y frágil cuya delgadez resultaba realzada por el "mono" azul, uniforme del Partido. Tenía el cabello muy rubio, una cara sanguínea y la piel embastecida por un jabón malo, las romas hojas de afeitar y el frío de un invierno que acababa de terminar.

Afuera, incluso a través de los ventanales cerrados, el mundo parecía frío. Calle abajo se formaban pequeños torbellinos de viento y polvo; los papeles rotos subían en espirales y, aunque el sol lucía y el cielo estaba intensamente azul, nada parecía tener color a no ser los carteles pegados por todas partes. La cara de los bigotes negros miraba desde todas las esquinas que dominaban la circulación. En la casa de enfrente había uno de estos cartelones. EL GRAN HERMANO TE VIGILA, decían las grandes letras, mientras los sombríos ojos miraban fijamente a los de Winston. En la calle, en línea vertical con aquél, había otro cartel roto por un pico, que flameaba espasmódicamente azotado por el viento, descubriendo y cubriendo alternativamente una sola palabra: INGSOC. A lo lejos, un autogiro pasaba entre los tejados, se quedaba un instante colgado en el aire y luego se lanzaba otra vez en un vuelo curvo. Era de la patrulla de policía encargada de vigilar a la gente a través de los balcones y ventanas. Sin embargo, las patrullas eran lo de menos. Lo que importaba verdaderamente era la Policía del Pensamiento.

A la espalda de Winston, la voz de la telepantalla seguía murmurando datos sobre el hierro y el cumplimiento del noveno Plan Trienal. La telepantalla recibía y transmitía simultáneamente. Cualquier sonido que hiciera Winston superior a un susurro, era captado por el aparato. Además, mientras permaneciera dentro del radio de visión de la placa de metal, podía ser visto a la vez que oído. Por supuesto, no había manera de saber si le contemplaban a uno en un momento dado. Lo único posible era figurarse la frecuencia y el plan que empleaba la Policía del Pensamiento para controlar un hilo privado. Incluso se concebía que los vigilaran a todos a la vez. Pero, desde luego, podían intervenir su línea de usted cada vez que se les antojara. Tenía usted que vivir -y en esto el hábito se convertía en un instinto- con la seguridad de que cualquier sonido emitido por usted sería registrado y escuchado por alguien y que, excepto en la oscuridad, todos sus movimientos serían observados (...) A un kilómetro de distancia, el Ministerio de la Verdad, donde trabajaba Winston, se elevaba inmenso y blanco sobre el sombrío paisaje. "Esto es Londres", pensó con una sensación vaga de disgusto; Londres, principal ciudad de la Franja aérea 1, que era a su vez la tercera de las provincias más pobladas de Oceanía. Trató de exprimirse de la memoria algún recuerdo infantil que le dijera si Londres había sido siempre así (...) Desde donde Winston se hallaba, podían leerse, adheridas sobre su blanca fachada en letras de elegante forma, las tres consignas del Partido:

LA GUERRA ES LA PAZ.

LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD.

LA IGNORANCIA ES LA FUERZA.