El artista, perteneciente al período barroco, destaca por su magistral y personalísimo estilo. Este cuadro fue pintado en Roma. En sus figuras hay influencia de las estatuas antiguas. Representa el momento en que Apolo, dios que se identifica con el Sol, aparece en la fragua de Hefesto, marido de Afrodita, para comunicarle la infidelidad de ésta y su engaño con Ares, que él mismo había presenciado. El joven dios está caracterizado en su doble personalidad, de dios de la poesía y por ello está coronado con laurel, y como dios de la luz de ahí la aureola de rayos solares que proporciona la principal iluminación al taller. Otras luces emanan del metal rojo que Hefesto sujeta con el yunque y de la llama de la chimenea, logrando así pintar la atmósfera de la habitación. Velázquez trata este episodio escabroso de la mitología con la dignidad que confiere a todos sus temas, reflejando bien la postura antimitológica de los autores españoles del Siglo de Oro.