Con esta palabra no se designa un estilo definido, sino un fenómeno cultural cuyas manifestaciones artísticas y literarias gustan de lo complicado y lo confuso, a diferencia del equilibrio y serenidad propios del Renacimiento. Abarcó todo el siglo XVII y corresponde al período más floreciente de las letras españolas: el siglo de oro.

En su interior coexistieron dos tendencias unas veces contrapuestas y otras complementarias:

A. El Conceptismo, caracterizado por:

1. El predominio del fondo sobre la forma.

2. La pretensión de ser conciso y emplear las palabras exactas.

3. El uso de frases breves con más de un significado (polisemia).

4. El juego ingenioso de ideas.

5. Una producción literaria de carácter popular.

Su representante más característico fue Quevedo.

B. El Culteranismo, caracterizado por:

1. El predominio de la forma sobre el fondo.

2. La complacencia en lo recargado.

3. El uso de frases amplias y enmarañadas.

4. Las ideas y expresiones rebuscadas.

5. Una producción literaria dirigida a un público minoritario.

Su representante más cualificado fue Góngora.

Sin embargo, como características comunes a estos dos estilos podemos señalar:

a. Una amplia renovación del vocabulario, buscando nuevas formas expresivas.

b. El empleo de la metáfora como recurso más usual y preferencia por la antítesis.

c. Muchísimas referencias a la Mitología clásica, en especial los culteranos.