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La gran pregunta que plantea el libro electrónico
es sin duda la de si acabará sustituyendo definitivamente
al libro tradicional, al libro en soporte papel.
Como todo nuevo avance, tiene detractores y seguidores:
Los primeros se basan en la principal desventaja que
tiene el e-book: el usuario necesita una pantalla para
poder visualizar su contenido, lo que lo hace poco manejable.
Además la impresión, la tinta y el papel
son más fáciles de leer y manejar. Por
otro lado, el libro en papel está plenamente
consolidado en nuestra vida y no será fácil
relevarlo a un segundo plano.
Para sus seguidores, el libro digital presenta grandes
ventajas, como su capacidad de almacenamiento, sus posibilidades
hipertextuales o su inalterabilidad. Hay que añadir
además la existencia de Internet, un pozo sin
fondo donde se pone a disposición de cualquier
usuario todo tipo de información, de cualquier
calidad, cantidad y contenido.
También hay expertos que lo consideran simplemente
un paso más en la evolución del libro,
convencidos de que ambos tipos pueden convivir perfectamente
complementándose. El formato digital puede cubrir
las necesidades que el papel deja al descubierto, como
por ejemplo la rapidez (permite obtener el libro cuando
lo necesitemos), el coste (el libro electrónico
es más barato) o el ahorro de espacio (podemos
tener una gran biblioteca dentro de un CD). Son partidarios
de que los soportes electrónicos se especialicen
en aquellos contenidos más adecuados para este
formato (por ejemplo para las obras de consulta) y reservar
el papel para los que no resulten asequibles en formato
electrónico.
En la actualidad se está trabajando intensamente
para conseguir hardware y software asequible, seguro
y fácil de utilizar tanto para los empresarios
como para los consumidores. El e-book está ya
muy implantado en algunos países, como Estados
Unidos, donde está siendo utilizado por muchos
profesionales.
Sin embargo, una cosa parece segura:
la aceptación de los libros electrónicos
no significará el fin de los libros en papel,
de momento los pixeles y la celulosa seguirán
conviviendo en el mundo editorial.
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