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historia
Alta Edad Media (siglo V - siglo XII)

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Desde la caída de Roma, el libro deja de ser un fenómeno civil y pasa a refugiarse en el mundo religioso, sobre todo en los monasterios, que se convierten en auténticos centros culturales. Desaparece el comercio del libro, ya que ahora los libros se copian en los centros eclesiásticos pero sin fines económicos. El libro adquirió una gran importancia como garante de la cultura, que quedó en manos de la iglesia, y con ello también la lectura, copia y conservación de los manuscritos.

Así, los libros pasaron a ser casi exclusividad de los monasterios, apenas había demanda fuera de ellos. Casi nadie sabía leer, la cultura del pueblo era oral, los nobles eran analfabetos y en el mejor de los casos tenían a su servicio un lector o un copista. La práctica desaparición del comercio y la decadencia económica tuvo consecuencias funestas para el libro, ya que los pergaminos escaseaban. La incomunicación entre los diferentes centros culturales y la desaparición de la unidad romana dio como resultado, entre otras cosas, el abandono de la letra romana y la aparición de nuevas escrituras, las llamadas "letras nacionales": merovingia, visigoda, insular, etc.

Por otro lado, los monasterios eran autosuficientes: criaban su propio ganado, del cual obtenían los pergaminos para los libros, los monjes se encargaban de la copia, encuadernación y decoración de los libros. Los talleres donde se hacía la copia e iluminación de los manuscritos se llamaban Scriptorium. Un monje experto dirigía el trabajo y además podía encargarse de la biblioteca. Otras veces existía una persona encargada exclusivamente de la biblioteca, el Librarium. Los scripotoria eran los encargados de hacer las copias de los manuscritos como un medio de conseguir la disciplina interior. Al principio los copistas realizaban el trabajo sobre sus rodillas utilizando una tablilla como soporte. Avanzada la Edad Media dispondrían ya de pupitre, silla y utillaje (plumas, tinta, lápices de gráfito, etc.) propios.


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