AXIAL. Un mundo de valores - 2008

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Unidad 6 > Multiculturalidad

Actividad > Novela > Capítulo 6- Casilda

Cabecera para la actividad tipo Novela

portada novela "El casting"

Lectura Literaria

El 'Casting' es una novela didáctica compuesta de ocho capítulos.

Lee el capítulo 6 que aquí se presenta y contesta al final a las cuestiones planteadas. Puedes consultar también un glosario relacionado con algunos de los términos que aparecen o acceder al audio completo del capítulo (archivos mp3).




Si deseas realizar la lectura simulando un libro digital accede a la versión flash de la novela.

Capítulo 6 > Casilda

Miguel se preguntaba qué estaría haciendo su amiga. A punto estuvo de levantarse en un par de ocasiones y salir a buscarla, pero en ambas concluyó para sí mismo: "Si Luz tarda es porque tiene que tardar".

-Un minuto -indicó en ese momento la directora del casting a sus colaboradores y a las chicas que esperaban agrupadas al pie del escenario.

Se llevó el móvil a la oreja con una mano, esbozó un gesto de fastidio con la otra y salió fuera para atender mejor la llamada.

"Ésta está de los nervios -pensó Miguel-. Aunque para aspirantes a un infarto ahí tenemos a Montse, Miriam, Alba y Casilda.

Las cuatro cerraban el grupo de tercero. No dejaban de moverse inquietas, apretar los puños, concentrarse en lo que iban a decir, cerrar los ojos y volverlos a abrir mirando al techo...

-Eso es, Cas -musitó el chico entre dientes-; reza para que te salga bien y te cojan, porque lo que es para los estudios... me parece a mí que tienes menos futuro que el viaje que quiero hacerme en moto, con mi primo Toño, este verano a Portugal pasando por Cádiz.

Miguel conocía a Casilda desde hacía unos cuantos años, cuando llegó con su padre y su hermano de Argelia. La madre de Miguel colaboraba con la asociación Acoge y se encargó de ayudarles a encontrar una vivienda y a matricular al niño y a la niña en el colegio. Luego consiguió un trabajo en la construcción para Mohamed.

Dibujo de joven árabe con velo


Casilda e Ismael no tenían madre. "Muerta" -decían-.

Lo cierto es que había sido asesinada en la aldea en la que vivían una tarde que llegó hasta allí un grupo de hombres armados y comenzaron a abrir fuego indiscriminadamente contra la población. Casilda, su hermano y su padre salvaron la vida por encontrarse regresando del monte con el rebaño de cabras.

"En mi país todos locos" -le dijo Mohamed a Esperanza la primera vez que se veían-.

¿Por qué lo hicieron? -le preguntó ella-.

"No lo sé. Yo sólo quiero estar lejos y olvidar. Vivir en paz. Trabajo. Educar bien a mis hijos".

Algunos días por la tarde, en las ocasiones en que la madre de Miguel se encargaba del servicio de guardería de su organización y Mohamed tardaba en llegar, se llevaba a Ismael y a Casilda a su casa para darles la cena. Allí, además, disfrutaban de los juguetes de Miguel y de su hermana. Ismael no se despegaba del Scalextrix y Casilda cambiaba una y otra vez, fascinada, los vestidos a las muñecas de Sara. Cuando llegaba su padre de la obra para llevarlos con él a casa, el pequeño y la pequeña se enrabietaban y repetían una y otra vez que querían quedarse a dormir con "sus hermanos". Él les respondía que entonces se iba a encontrar solo y muy triste. Al oír esto los dos corrían a su lado, lo abrazaban y se despedían de su "familia española" hasta el día siguiente.

Fueron pasando los años. Mohamed continuó trabajando hasta lograr tener su propia cuadrilla y un pequeño camión para transportar herramientas y materiales. Ismael comenzó a salir con otros jóvenes magrebíes que habían ido llegando después con sus familias. Casilda dejó de vestir y de pintar a las muñecas de María para arreglarse cada día más a sí misma con un conjunto diferente y ponerse henna, tierra de Egipto y otros productos usados como cosméticos por las mujeres árabes.

azulejo de adorno


Llegó su turno esa tarde, la oportunidad de mostrar sus encantos ante el público asistente al casting. Subió al escenario vestida con un top granate enseñando el ombligo anillado, pantalones bombachos, descalza, la cintura engalanada con un colgante de pedrería multicolor y cadenillas metálicas doradas.

-Mírala, igual que las pilinguis -cuchicheó una madre sentada justo detrás de Miguel.

La mujer que le acompañaba intervino a continuación:

-¿No es la morita con la que hacía los deberes tu hija?

-Sí, hasta que un día me desaparecieron de casa unos pendientes que le había comprado para la comunión.

Su acompañante guardó silencio un instante y prosiguió:

-Ay, chica, igual se perdieron o se los tragó el aspirador...

Miguel agudizó el oído para captar con nitidez la respuesta.

-El que se los ha tragado es su hermano, que le tengo yo bien fichado.

-¿Quién es?

-Un pintas que está todo el día en la calle con otro como él, que suelen ir en un coche de estos grandes, con las ventanillas bajadas y la música a tope.

Miguel conocía también a Abdul, un marroquí de dieciocho años, siempre desocupado, vestido como en las películas de mafiosos y con una mirada, cuando se dejaba caer un poco las gafas, turbia y desasosegada.

-¿Es uno que lleva un Mercedes con un alerón atrás?

-Ay, chica, yo no entiendo de coches. Uno con chupa de cuero, deportivas y cadena de oro colgada al cuello, que entra mucho en el bazar que hay al otro lado de la tienda de tu cuñada.

-Creo que ya sé quien dices.

Miguel conocía, con esos rasgos, a más de una docena de chavales.

-Pues que se anden con cuidado -continuó la mujer-, que mi Pepe ya les tiene a él y a unos cuantos cogido el rastro...

El marido de la señora que Miguel se volvió a mirar y resultó ser la madre de Carmen, que también participaba en el casting, era José, un policía que se hacía respetar por su carácter servicial y por cumplir y hacer cumplir siempre con el deber.

-Estos se dedican todos a la droga -volvió a la carga la que llevaba la voz cantante-. Dime tú, si no, de dónde sacan el dinero para esos coches y para la ropa que visten estando a todas horas de arriba a abajo sin hacer nada.

Miguel había oído acusaciones como esa, también sobre Ismael, en más de una ocasión.

-Según le cuentan a mi marido, de hacer portes a Marruecos con cosas de aquí y traer luego cosas de allá para sus tiendas.

Dibujo de ventana edificio árabe


-¡Pero si no valen nada!.

-Bueno, pero son las que les gustan a ellos, y sí que las venden, sí, que hasta yo misma he entrado a comprar alguna vez.

Miguel expiró prolongadamente el aire que había en sus pulmones, como queriendo dar a entender a las dos mujeres que ya empezaba a estar cansado de su conversación.

-Que te digo yo que estos son los que traen toda la droga y los que entran a robar en las casas -volvió a la carga la que daba muestras de comenzar a encresparse y a subir el tono de sus acusaciones.

-No te preocupes -terció su acompañante-, que el teniente de la guardia civil que ha venido ahora no se anda con tonterías y como encuentre pruebas de que éstos en vez de trabajar están a armarla, se les acaba el negocio en menos de un mes.

Miguel volvió a suspirar de forma llamativa.

-Lo que había que hacer -sentenció la que dijo estar "apoyando a mi Paco"- es tratarles igual que a los judíos.

-¿Quemarles?

-Bastaría con echarles de aquí a todos, como hicieron los Reyes Católicos.

Su amiga le recriminó semejante afirmación tachándola de racista. Le dijo que no se podía generalizar, que hay algunos inmigrantes que, efectivamente, no se adaptan a nuestro modo de vida y que realizan actividades delictivas, pero que la mayoría se dedican a trabajar con el deseo de integrarse cada vez más en nuestra sociedad y lograr para ellos y para sus hijos un futuro mejor.

La otra había comenzado su réplica, pero Miguel se volvió hacia ella con gesto poco amable y le pidió educadamente que dejara de molestar.

En ese momento algo le había dicho la directora del casting a Miriam, sin que se oyera por el micrófono, que le había hecho abandonar llorando el escenario. Casilda, entonces, aunque acababa de ser anunciada como "nuestra exótica bailarina que va a interpretar una moderna danza del vientre", dio por terminada, sin haber empezado, su intervención. Se quito el atavío que llevaba para hacer más pronunciado su movimiento de caderas, se calzó y se dirigió a la salida abrazando y consolando a su amiga.

Entonces a Miguel le vino a la mente una historia que Cas le había contado cuando aún eran niños.

Dibujo de banderas árabes


"Mi nombre -le explicó aquella tarde merendando en el parque- significa 'poesía' o 'cantar'. En el siglo XI vivió en Toledo un rey llamada Al Mammun o Aldemón. Tenía una hija llamada así en árabe: Casida. Esta, algunas veces, acudía a escondidas a las mazmorras de palacio para visitar a los prisioneros cristianos. Les llevaba alimentos, bálsamos para las heridas, hablaba con ellos... Pero un día su padre se enteró y la esperó oculto en una de las celdas. Cuando ella llegó con un cesto en el brazo salió a su encuentro y le preguntó:

-¿Qué llevas ahí tapado?

-Flores -respondió.

Y cuenta la leyenda que cuando retiró el paño tan solo descubrieron infinidad de pétalos aromáticos.

Poco después Casilda enfermó. Los médicos no hallaban la causa de sus pérdidas de sangre. Uno de los cristianos encerrados les dijo que en el Norte de Castilla había un lugar cuyas aguas curaban el mal que tenía la niña. Al Mammun envió a sus emisarios a dar con él. Lo encontraron en tierras de una comarca llamada hoy La Bureba, con su centro en Briviesca, en la provincia de Burgos. El rey moro pidió entonces permiso al rey castellano para que su hija pudiera acudir allí y acampar con un pequeño séquito para tomar las aguas de San Vicente. El rey castellano lo consintió.

Casida pasó una larga temporada curándose poco a poco, dedicada a la vida contemplativa y, tras convertirse al cristianismo, a la oración. Su padre le pidió que regresara pronto a su lado. Ella le respondió que su deseo era quedarse a vivir en aquellos parajes.

Cuando murió, las gentes del lugar construyeron una ermita en su nombre a la que hoy acuden personas de muchos sitios diferentes a rezar, pedir alivio para sus enfermedades o beber el agua del Pozo Blanco, que dicen que proporciona fertilidad.

Glosario

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Atavío. Vestimenta y complementos que sirven para adorno.

Desasosegada. Sin sosiego, calma, tranquilidad.

Encresparse. Enaltecerse, alterarse.

Séquito. Comitiva, acompañantes.

Vida contemplativa. Vida dedicada a la reflexión, a la meditación, a la filosofía.

Cuestiones

Icono muñeco con interrogante

1- ¿Cuál es el país de origen de Casilda y su familia?

2- ¿A qué se dedica su padre, Mohamed?

3- ¿Qué dice una de las mujeres que se sienta detrás de su hermano Ismael?

4- ¿Qué opina que habría que hacer con todos los inmigrantes?

5- ¿Cuál es la actitud de Miguel?

6- ¿Qué ocurre con la intervención en el casting de Casilda?

Audio

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