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Boudin y Jongkind

Hay dos pintores con una enorme influencia directa en la formación artística de algunos pintores impresionistas, especialmente de Monet. Se trata del francés Eugéne Boudin y del holandés Johann-Barthold Jongkind. Ambos artistas coinciden en que se dedicaron principalmente al género pasajístico, dando gran importancia en sus obras al cielo y al agua. También coinciden en que pasaron una fértil etapa de sus carreras artísticas a principios de la década de 1860 pintando ambos, junto con un joven Claude Monet, paisajes de la costa de Normandía.

Dedicaremos una sección primero a la influencia de Boudin sobre los impresionistas, y otra a la de Jongkind.

Boudin (1824-1898)

«Boudin es, junto con Corot y Jongkind, uno de los inmediatos precursores del Impresionismo. Nos enseña que el blanco impenetrable no existe, y que el aire es transparente»
Gustave Geffroy, crítico de arte, 1883

Eugene Boudin creció en El Havre, en la costa normanda, y suele presentarse como un artista autodidacta, indepediente de los círculos artísticos parisienses que dominaban el arte durante la segunda mitad del s.XIX. Ya muy joven trabó contacto con algunos pintores consagrados, como Couture, y otros de la escuela de Barbizon (como Troyon o Millet), que apreciaron su capacidad artística y le animaron a dedicarse a la pintura.

A los 23 años viaja a París, donde copia obras de los grandes maestros del pasado en el Louvre. Siente especial predilección por los paisajistas holandeses del s. XVII. De vuelta a su tierra natal comienza a pintar al aire libre, en contacto directo con la naturaleza, y pronto muestra verdadera pasión por pintar escenas marítimas (su padre era marino) de la costa normanda. En estas escenas de playa capta no sólo el mar y los barcos, sino las gentes que acuden a la orilla del mar para descansar.

En torno a 1858, cuando Boudin tenía 34 años, conoce a un joven Monet de 17, que ya era muy conocido en la ciudad normanda de El Havre por su habilidad para dibujar caricaturas. Según cuenta Rewald, Monet recuerda así el primer consejo que recibió de Boudin:

«Estudie, aprenda a ver y a pintar, dibuje, haga paisajes. Es tan bello el mar y los cielos, los animales, la gente y los árboles, tal como los hizo la naturaleza, con su carácter, su verdadera manera de ser, en la luz, en el aire, tal como son».

En la obra que comentamos a continuación aparece un tema típico en Boudin: unos bañistas pasando un apacible tiempo de ocio en la playa de Trouville (Normandía), bajo un cielo nublado pero muy claro. Los personajes están perfilados con rápidas pinceladas que recuerdan claramente el modo impresionista de trabajar.

Bañistas en la playa de Trouville, Boudin, 1869
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Bañistas en la playa de Trouville
Boudin (1869)

En esta obra de Boudin, como la mayoría de las que pintó durante la década de 1860, la ejecutó el artista al aire libre sobre un panel de madera preparado con una fina base de pintura blanca. Al parecer, Boudin no acostumbraba a esbozar un dibujo con los elementos básicos de la escena, sino que acometía directamente el trabajo sobre la tabla. Esto confiere a la obra una frescura muy apropiada para representar la brillante atmósfera y la brisa de la playa.

La línea del horizonte está baja, de forma que el cielo ocupa los dos tercios superiores de la escena. Boudin ejecuta el cielo a base de suaves pinceladas de gris azulado. Así el artista consigue “atrapar” mejor la cambiante atmósfera que debe haber observado. La capacidad de Boudin para pintar cielos era muy apreciada por sus coetáneos.

Boudin consigue la ilusión de profundidad jugando con el tamaño relativo de los personajes (los del fondo a la derecha, más pequeños-alejados).

Al fondo se aprecia el mar, con un velero. Es significativa la diferencia en el tratamiento de la luz reflejada en el mar en la parte izquierda, y en la derecha, cerca de donde se supone que brilla el sol detrás de las nubes.

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