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Théodore Rousseau

Rousseau presentó esta obra, con gran éxito, en el Salon de 1833. En ella se puede observar, a primera vista, una de las notas definitorias de los artistas de Barbizon: la naturaleza cobra protagonismo por sí misma; no es el escenario donde suceden escenas de tipo mitológico, religioso o histórico.

Vista de las afueras de Granville, Th.Rousseau, 1833
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Vista de las afueras de Granville
Théodore Rousseau (1833)

Tema

En la obra aparece un paisaje de las afueras de un pequeño pueblo normando llamado Granville, en la que no se destaca otra cosa que la grandiosidad del paisaje unida a la sencillez de las actividades cotidianas de las figuras humanas.

Vista de las afueras de Granville, Th.Rousseau, 1833
Vista de las afueras de Granville
Théodore Rousseau (1833)

Composición

En la composición destaca la existencia de tres elementos en torno a los que se estructura la obra: las masas de vegetación, la zona terrosa en la que serpentea un camino que se pierde en el horizonte (donde se deja entrever el mar), y el cielo, que ocupa casi la mitad superior de la obra. El estrechamiento del camino contribuye a crear la sensación de profundidad, así como el contraste entre los tonos más oscuros de la vegetación y la tierra con la pálida luz que ilumina el cielo.

La situación de las figuras humanas, humildes campesinos, en la mitad derecha del cuadro contribuye a equilibrar la enorme masa vegetal que aparece en la parte izquierda.

Vista de las afueras de Granville, Th.Rousseau, 1833
Vista de las afueras de Granville
Théodore Rousseau (1833)

Pincelada

En cuanto a la pincelada, destaca la frescura y espontaneidad de Rousseau para matizar las distintas texturas de la vegetación, la tierra y las nubes del cielo, elaboradas con la técnica del impasto.

El afán de captar de manera realista los elementos del paisaje junto con su interpretación poética es característico de Rousseau.

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