La
problemática de la representación de lo natural.
Con
los dos autores de esta sala abordamos una cuestión problemática:
la posibilidad misma de representar lo natural.
Gonzalo Cordero acaba de exponer una interesante obra pictórica
acompañada de unos aclaradores textos donde reflexiona sobre
la dificultad que entraña la visión actual del paisaje
cuando nos desplazamos vertiginosamente y a distancia, no percibiéndonos
reposadamente como seres integrados en un todo natural sino meros
espectadores de un entorno cada vez más artificioso.
Nos sitúa en la dinámica de paisajes humanizados y
humanos despegados de lo natural.
No es contraria en esta reflexión, sino complementaria, la
impresión que la película "El sol del membrillo"
(1992, 134 min), de Víctor Erice, nos transmite del hacer
de Antonio López, el más conocido representante español
del llamado "realismo".
Y sin embargo: ¿qué significa denominar una obra como
realista cuando no sabemos qué es la realidad? Descubrimos
con el film y nos cuesta expresar con la palabra las paradojas de
pretender captar lo real cuando lo que apreciamos es sólo
una imagen, una copia de lo real. Siendo la cosa algo que parece
ser tan cercano y sencillo no se deja aprehender en cuanto que está
viva y nos transciende. |
Gonzalo
Cordero (Madrid, 1966) es un joven artista que se formó
en la facultad de Bellas Artes de Madrid, aunque ya pintaba mucho
desde pequeñito. Desde 1989 trabaja como diseñador gráfico
en distintas televisiones españolas, lo que le hace desarrollar su
obra en el medio audiovisual comenzando por la animación tradicional
con un fuerte carácter "pictórico" para ir evolucionando a
centrarse en el movimiento y el ritmo con una imagen más conceptual.
En su trabajo televisivo ha recibido varios premios tanto en España
como en Nueva York.
De su más reciente exposición "Miradas no naturales",
óleos (de fotografías previas) que invitan a reflexionar
sobre la naturaleza de la mirada, la percepción y el tiempo, presentada
en mayo de 2006 en el local del grupo menos-1,
recogemos las siguientes ideas > |
"La mirada es, en sí, natural. Es uno de nuestros
cinco sentidos, uno de nuestros medios de conexión con lo exterior.
Eso no quita que, como se ha escrito abundantemente, la mirada,
como cualquiera de nuestros otros sentidos, sea poco de fiar. No
podemos confiar en "la verdad" de nuestra mirada ni en la veracidad
de lo exterior y esto sólo confirma la relación de la mirada como
un hecho natural.
El principio de este trabajo radica en el proceso por el cual esta
relación se rompe. En que nuestro cerebro asimila, al verlo, un
objeto como algo natural, cuando dicha imagen no es propia de nuestro
ser físico. Hoy en día nuestra visión y nuestro contacto con la
naturaleza se produce, para la mayoría de nosotros, a 120 km/h,
o desde la ventanilla de un tren o de un avión.
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Nuestra visión es, pues, completamente distinta a
aquella que podría tenerse hace escasamente un siglo. Por mucho
que nuestro cerebro le dé el status de "natural" al haber
sido visto, no lo es.
Obtenemos otra percepción principalmente por un aspecto nuevo, la
fugacidad; esta visión implica desplazamiento y un tiempo limitado
de percepción que, por fuerza, es contraria a la inmutabilidad intelectual
del paisaje romántico o a los cambios lumínicos del paisaje impresionista.
En segundo lugar, el paisaje percibido es, en sí, poco natural.
Paisajes de carretera, alteraciones geográficas del trazado visto
desde el aire... Nuestro entorno deviene algo plenamente humano.
¿Por qué, pues, pintar estas Imágenes? Porque la pintura termina
de despojar completamente a estas Imágenes de cualquier rasgo de
veracidad. Porque lo importante no son las Imágenes en sí, paisajes
de carretera, luces, fragmentos, manchas topográficas, sino el hecho
de detenerse ante ellas, el hecho de mirarlas."
Referencia: página web personal www.gonzalocordero.com
© Gonzalo Cordero de Ciria
Las
obras son trípticos. Abajo, por tanto, mostramos dos.
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Antonio
López García (Tomelloso, 1936), como decíamos
arriba, es quizá el más prestigioso, o al menos conocido,
representante en España de la pintura realista. Este artista
manchego, minucioso y perfeccionista, poseedor de una depurada técnica
y sobrada paciencia, ha convertido en cuadro tanto paisajes naturales
como urbanos, soledad en los muebles y angustia en los retratos. Pinta
"del natural" y siempre con la misma luz. |
Cuando
vemos en el film el difícil proceso diario de trasladar a
un lienzo el membrillo que tiene ahí mismo, "fijado"
en su jardín, nos implicamos completamente con el artista,
"trabajamos" -mentalmente- con él.
La tarea deviene en lucha titánica, digamos casi imposible,
cuando participamos de este quehacer y pronto descubrimos que la
dificultad no es de técnica pictórica, sino filosófica,
diríamos que platónica , pues el membrillo, como objeto
concreto y singular, en su juego con la luminosidad viva del sol
que pinta con su luz entre las hojas y los brillos y sombras del
fruto, es inaprehensible, muestra el devenir, el cambio constante.
Y ¿qué es lo que en definitiva queremos "fijar"
como imagen? ¿Un presente temporal limitado, un aquí
y ahora que se nos escapa, un segundo irrepetible e inmediatamente
pasado? ¿O una luz estable y una imagen duradera del membrillo
en sí, que al ser en realidad una idea, es irrepresentable?
La película de Erice es fasninante en cuanto que lo que capta,
de modo documental, veraz y objetivo, es un palmario y clarísimo
ejemplo de filosofía práctica.
En efecto, aquí no hay teoría, no hay grandes palabras
(en ella los pintores sorprenden por su escasa capacidad de verbalización),
sino que asistimos al proceso mismo de construcción de un
cuadro. Podría ser uno más, un lienzo cualquiera,
ya que cuando vemos una obra terminada, es decir, despojada de lo
representado y del pintor, difícilmente somos capaces de
valorar el esfuerzo que ha costado realizarla ni las muchas opciones,
dudas y elecciones que ha tenido que resolver el creador hasta darla
por definitiva. Una vez acabada, sólo entonces, ya no le
pertenece, entra en juego la mirada del espectador, pero ésta
no se posa más que sobre la materia misma, y sólo
mentalmente puede atravesar esta barrera e intentar llegar a lo
que una vez hubo delante y detrás del lienzo, es decir, lo
que antes fue la realidad cuando el cuadro sólo era boceto.
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Cartel de
la película
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En
definitiva, ¿cómo conjugar el término "pintura
realista" cuando al artista lo llamamos creador y a la imagen,
obra o creación?
Para terminar y al hilo de todo lo dicho reparemos en una expresión
que puede pasar desapercibida: "naturaleza muerta". Si no
es una contradicción ¿qué quiere decir? ¿Se
refiere al lienzo o a lo representado en él? ¿Lo representado
en él no es lo mismo que lo que figura en él? ¿El
cuadro es una representación viva de algo que ya no lo es?
¿Por qué no hablamos, en correspondencia, de "pintura
muerta"? |
Para
leer/saber más; estos enlaces recomendados:
"El
sol del membrillo",
de Víctor Erice: anatomía de un sueño, por Fernando Bayón Martín
(Euskonews)
Mensaje de José Mª Rodríguez Vega en "los foros de nódulo"
titulado: "EL
SOL DEL MEMBRILLO. (Cine filosófico)" |
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