La
magia es, entre otras cosas, una ilusión visual. Más
que de ver con el elemento que se juega es con "no ver",
ocultar a la percepción visual el momento clave donde el mago
desbaratará nuestra expectativa, romperá con lo previsible.
Así pasaremos de una situación inicial conocida y de
la que creemos saber su continuación a la perplejidad del desenlace
inesperado.
Con la magia lo mejor que podemos hacer es dejarnos llevar y disfrutar
de la fascinación; por eso alguien dijo que los más
inteligentes no son los que intentan pillar el truco, sino los que
se dejan engañar por él.
Cuando
introducimos una moneda en esta transparente caja mágica o
"hucha ladrona", el dinero desaparece ante nuestros propios ojos
Como
no somos magos, os diremos el truco:
La caja tiene un espejo inclinado como el de los periscopios, diviéndola
en dos espacios con forma de prismas triangulares, pues va por la
diagonal del lateral desde la cara de delante-arriba hasta la de detrás-abajo.
Además cuenta con una semiesfera pegada al centro del espejo,
de tal manera que produce la ilusión de parecer esférica,
"oculta" el espejo y da la sensación de que el espacio
interior es cúbico igual que el exterior. Lo que pasa, sencilamente,
cuando introducimos la moneda, es que ésta cae en la mitad
superior al doble fondo que está por encima del espejo.