Una
de las frases de Aristóteles que hizo historia fue:
"Nada hay en la mente que no haya estado antes en los sentidos".
Esta idea se convirtió casi en el lema de la línea
de pensamiento empirista.
El
racionalismo no podía compartirlo. Esta posición
minusvaloraba el papel de la razón, rechazaba la intuición
inteligible, negaba las ideas innatas, cuestionaba el origen de
conceptos como el de sustancia o causa necesaria, no explicaba suficientemente
que poseamos nociones de nuestro yo, matemáticas o divinas.
Por ello Leibniz, con gran agudeza, apostilló: "excepto
la mente misma".
Un
empirista un tanto peculiar fue G. Berkeley, autor de la
famosa expresión "Esse est percipi", pues
sostiene que toda la realidad material se reduce a nuestra percepción,
su ser no es nada más que ser percibida. El ser del espíritu,
en cambio, consiste en percibir. Nosotros somos activos cuando imaginamos
y pasivos en las sensaciones, pero como no hay una causa material
en el mundo corpóreo, pues sólo existen los espíritus,
concluye que la causa de lo que sentimos es Dios.
En el examen PAU de la Comunidad de Madrid, en junio de 2006 en
su opción A, pusieron un significativo texto de Berkeley
donde argumenta esta idea. Ver
examen, enlace a la UCM
El
racionalismo que inició Descartes sostiene
que el entendimiento:
1º No sólo produce conceptos sin necesidad de la experiencia. Sino
que
2º Podemos conocer la realidad construyendo un sistema a partir
de esos conceptos, dejando de lado la sensibilidad (y la experiencia)
El
empirismo que culminó con Hume defiende respecto
a la sensibilidad que nuestro conocimiento procede de ella y no
puede extenderse, por tanto, más allá de la experiencia. La experiencia
es:
1º El origen de nuestro conocimiento. y
2º el límite del conocer
Kant,
filósofo del idealismo transcendental, está de acuerdo
con:
- el racionalismo: en lo 1º, pero en desacuerdo con lo 2º
- el empirismo: en cuanto al límite (2º), no al origen (1º).
La
frase del comienzo queda en Kant: "Todo el conocimiento
comienza con la experiencia, pero no todo lo que hay en el conocimiento
procede de ella". Ninguna de las dos corrientes ha resuelto
el problema del conocimiento, sino que ha conducido cada una de
ellas a la razón a un extremo igualmente erróneo,
pues:
-
El racionalismo, que culminó en Alemania con Leibniz,
acabó en un dogmatismo racionalista al ser sus doctrinas
sistematizados y trivializadas por su amigo y discípulo Christian
Wolff (+1754, cuando Kant tenía 30 años)
- El
empirismo tuvo en Hume (+1776) a su representante
más radical conduciéndole al extremo de un escepticismo
fenomenista
Para
devolver a la sensibilidad y al entendimiento el papel que les corresponde
en el proceso del conocimiento, Kant escribe en la "Critica
de la Razón Pura"
"La capacidad de pensar el objeto de la intuición es el entendimiento
[...]. Sin sensibilidad, ningún objeto nos sería dado, y sin entendimiento,
ninguno sería pensado. Los pensamientos sin contenido son vacíos;
las intuiciones sin conceptos son ciegas. Por ello es tan necesario
hacer sensibles los conceptos (es decir, añadirles el objeto de
la intuición), como hacer inteligibles las intuiciones (es decir,
someterlas a conceptos). Las dos facultades o capacidades no pueden
intercambiar sus funciones. Ni el entendimiento puede intuir nada,
ni los sentidos pensar nada. El conocimiento únicamente puede surgir
de la unión de ambos" (KRV A 51 B 75-76).
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Aristóteles
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