VIRGILIO

Todos enmudecieron (Eneida II 1-13)

Todos enmudecieron y atentos mantenían el rostro fijo en él. / Entonces desde su alto diván el padre Eneas comenzó a hablar así: / «Imposible expresar con palabras, reina, la dolorosa historia que me mandas reavivar: / cómo hundieron los dánaos la opulencia de Troya y aquel reino desdichado, / la mayor desventura que llegué a contemplar / y en que tomé yo parte considerable. / ¿Qué mirmidón o dólope o soldado de Ulises, el del alma de piedra, / contando tales cosas lograría poner freno a sus lágrimas? Además ya va la húmeda noche bajando con presura desde el cielo / y las estrellas que se van poniendo nos invitan al sueño. / pero si tantas ansias sientes por conocer nuestras desgracias / y escuchar en contadas palabras la agonía de Troya, / por más que recordarlo me horroriza y rehúye su duelo, empezaré.»

(Trad. J. De Echave Sustaeta)

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Comprensión del texto

1. ¿Dónde se encuentra Eneas?

2. ¿Qué se dispone a hacer?

3. ¿Por qué razón se demora?

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