CICERÓN

Justificación de Cicerón (Defensa de S. Roscio Amerino, 1-4)

1. Tengo para mí, jueces, que, extrañados, os estaréis preguntando a qué viene que, mientras permanecen en sus asientos tantos oradores consagrados y tantos hombres ilustres, me haya levantado, entre todos, yo, que posiblemente, ni por nú edad ni por mis cualidades ni por mi prestigio, debo compararme con esos que siguen sentados. Todos estos que veis aquí presentes en este proceso consideran conveniente rechazar una injusticia que se ha forjado sobre un delito sin precedentes; pero, por culpa de la malicia de los tiempos, no se deciden a llevar ellos personalmente la defensa. Así ocurre que están presentes porque cumplen una obligación, pero callan por evitar cualquier riesgo.

2. Entonces, ¿qué? ¿Soy yo el más audaz de todos? No. ¿Quizás algo más servicial que los demás? Tampoco ambiciono esa alabanza hasta el punto de pretender arrebatársela a los otros. ¿Qué motivo, pues, me ha impelido, a mí más que a los otros, a aceptar la defensa de Sexto Roscio? Éste: que, si alguno de los que aquí veis y que, por supuesto, gozan del mayor prestigio y dignidad, tomara la palabra e hiciera una simple alusión a la actual coyuntura política -cosa inevitable en un proceso como éste- se consideraría que había ido en sus palabras mucho más lejos de lo que realmente había ido.

3. En cambio en mi caso, aunque exponga con libertad todo eso que hay que decir, en modo alguno mi discurso podrá trascender y divulgarse como lo haría el suyo.  Además lo que ellos dijeran, ni podría quedar en la oscuridad -dada su fama y su renombre- ni ser achacado a ligereza en el hablar, a la vista de sus años y de su prudencia; lo que yo diga, tal vez con una mayor despreocupación, es posible que, o bien quede oculto porque aún no he tenido acceso a la vida pública, o bien se me perdone en razón de mi juventud; aunque ya han sido suprimidas de esta ciudad, no sólo la idea del perdón sino, incluso, la práctica normal de informarse.

4. Se añade aún otro motivo: tal vez a los otros oradores se les ha pedido defender la causa en una forma tal que les ha parecido que, sin faltar a su deber, podían hacerlo o no. A mí, en cambio, me lo han requerido quienes, por su amistad, por sus favores y por su dignidad, ejercen un grandísimo poder en mi ánimo y de quienes yo no debía, ni ignorar el afecto hacia mí, ni despreciar la autoridad, ni desdeñar las buenas intenciones.

(Trad. de J. Aspa Cereza)

Cicerón

Pulsa sobre la imagen para cerrar

Comprensión del texto

1. ¿Por qué callan los grandes personajes presentes en el juicio?

2. ¿Por qué Cicerón se atreve a asumir la defensa?

3. ¿Qué peculiaridad menciona César a propósito de las islas próximas a Britania durante el invierno?

4. ¿En qué etapa de la vida de Cicerón pronunció este discurso?

5. ¿Por qué motivo adicional Cicerón actúa como defensor?

 

Pulsa para ver el texto en latín