CICERÓN

Los tres estilos de elocuencia (El Orador, 98-100)

98. Pero hay una gran diferencia entre este estilo y los anteriores. Quien en el estilo simple y agudo se ha esforzado para hablar diestra y expresivamente sin haber pensado nada más elevado es, al haber conseguido sólo aquello, un gran orador, pero no el más grande; y no se encontrará en terreno resbaladizo, y si una sola vez llega a afirmarse, jamás caerá. El orador intermedio, al que llamo moderado y templado, con solo pertrechar suficientemente sus fuerzas, no temerá los azares ambiguos e inciertos de la elocuencia; incluso, si alguna vez no tiene gran éxito, como ocurre a menudo, no correrá gran peligro, sin embargo; pues no puede caer de muy alto.

99. Pero este orador nuestro, al que acordamos la primacía, que es grave, impetuoso, ardiente, si ha nacido para esto sólo, o en esto sólo se ha ejercitado, o a esto sólo se ha aplicado, sin templar su abundancia con los otros dos estilos, merece el mayor desprecio. Pues el orador sencillo, porque habla con precisión y veteranía, es ya sensato, el orador mediano, grato; pero este otro abundantísimo, si no es nada más que eso, suele parecer apenas cuerdo. En efecto, quien no puede decir nada con sosiego, nada con suavidad, nada proporcionada, definida, ordenada y agudamente, sobre todo porque las causas deben tratarse de este modo, unas enteras, y otras en algunas de sus partes, si comienza poniéndole fuego al asunto no estando preparados los oídos, parece que está loco entre cuerdos y que, por así decir, se desmanda borracho entre sobrios.

100. Tenemos asido, pues, Bruto, al que buscamos, pero con el entendimiento; pues si con la mano lo hubiese yo aprehendido, ni siquiera él mismo con toda su elocuencia me habría persuadido que lo soltara. Pero lo cierto es que se ha encontrado al elocuente aquel que jamás vio Antonio. ¿Cuál, pues, es ese orador? Lo definiré brevemente y daré una explicación más extensa. Es elocuente el que puede expresar con sencillez los asunto humildes, con majestuosidad los superiores, y en estilo templado los medianos. Jamás ha existido, dirás, nadie que fuera así. Pues que no haya existido.

(Trad. de A. Tovar y A. R. Bujaldón)

Cicerón

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Comprensión del texto

1. ¿Cómo define Ciceron los tres estilos de elocuencia?

2. ¿Con quién compara al orador de estilo abundante?

3. ¿Cuál es el orador ideal, según Cicerón?

 

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