El principio de la interactividad nos debe sugerir
que cualquier entorno teleformativo debe de superar
el simple hecho de incorporar materiales, por muy bien
realizados que los mismos estén, sino que deben
también de ofrecer la posibilidad que el estudiante
realice diferentes simulaciones y ejercicios que faciliten
la comprensión y el dominio de la información.
Claramente relacionado con la interactividad, nos encontramos
con el principio de la flexibilidad, que debe de referirse
a la posibilidad de ofrecer un entorno que sea flexible
para el acceso a los contenidos, para la elección
de la modalidad de aprendizaje y para la elección
de medios y sistemas simbólicos con los cuales
el alumno desea aprender. En líneas generales,
podríamos decir que esta flexibilidad se puede
poner de manifiesto por diferentes aspectos:
· Posibilidad de que el estudiante pueda organizarse
el desarrollo de la actividad formativa según
sus propias necesidades.
· Posibilidad de elegir los canales de comunicación,
tanto sean éstos sincrónicos como asincrónicos.
· Enlaces a otros elementos de contenidos.
· Y elección de los recursos formativos
con los que desea interaccionar.
Es importante resaltar que por encima de la tecnología
que se puede utilizar, tanto desde el punto de vista
del hardware como del software, deberemos de situar
los principios de diseño didáctico, la
metodología que se aplique y utilice, y la relación
que se ejecute entre todos los elementos curriculares
que se movilicen.
Abordando el análisis de elementos concretos
que pueden ser considerados para el diseño de
materiales didácticos soportados en la red, éstos
los vamos a diferenciar en diferentes categorías,
que a grandes rasgos y sin ánimos de acotar el
tema los vamos a concretar en dos grandes categorías,
pedagógicos por un lado, y estéticos y
técnicos, por otro. Siempre teniendo en cuenta
que tales elementos no podemos percibirlos de forma
individual sino interactiva.
En lo que respecta a los principios pedagógicos
que deben de guiar el diseño de materiales para
ser soportados en la red, y asumiendo que ello va a
depender de la concepción conceptual y científica,
podemos tener en cuenta diferentes principios generales,
que irán desde el papel a desempeñar por
el estudiante en la interacción con el material,
y la utilización de diferentes estrategias didácticas.
En primer lugar, pensamos que es importante asumir como
idea inicial que el diseño de materiales en la
red debe de partir de la idea que su concreción
es totalmente diferente al hecho de incorporar textos
planos, o, mejor dicho, ficheros con texto plano, ubicados
en la red para que el estudiante los baje del servidor,
y trabaje con ellos como si lo hiciera con un material
impreso. Desde nuestro punto de vista el diseño
de estos materiales debe de incluir diferentes elementos
que vayan desde la exposición de los objetivos
que se pretende que el alumno alcance con esos materiales,
el esquema de los contenidos a desarrollar en la unidad
didáctica, la existencia de una introducción
y presentación de recomendaciones para el estudio,
la propuesta de actividades que deben de realizar los
estudiantes para adquirir y profundizar en la información
y los contenidos ofrecidos, la existencia de elementos
de profundización y extensión por parte
del estudiante en los contenidos ofrecidos, sumarios
de las ideas más significativas desarrolladas,
y el resumen de los aspectos más significativos
tratados.
Lo que hemos indicado anteriormente nos lleva a exponer
otra idea: desde nuestro punto de vista cuando la actividad
a realizar por el estudiante en un entorno de teleformación
consiste en la baja de un fichero desde la red, su impresión
y su estudio como texto impreso, estamos hablando de
un entorno telemático absurdo e innecesario.
En cuanto a los objetivos, pensamos que el papel de
su utilización en el terreno educativo ha sido
una cuestión tan justificada y defendida que
creemos que no es necesario que nos extendamos en ello.
Simplemente indicar que los objetivos juegan un papel
muy importante en la orientación del proceso
instructivo, siempre que no se lleguen a presentar como
elementos de un proceso concluido y finalizado.
Desde esta perspectiva y desde nuestro punto de vista,
lo importante no es tanto la concreción y tipología
de la formulación de los objetivos, sino más
bien que éstos se declaren y le sean presentados
a los estudiantes como elementos orientadores de la
actividad que van a desarrollar.
En
la imagen que presentamos a continuación se ofrece
los objetivos planteados para una unidad didáctica
referida a la temática de la aplicación
de los multimedias en el terreno educativo.
Hemos hecho ya referencia a lo largo de nuestra exposición
que una de las ventajas que puede tener la utilización
de los materiales en red radica en que los alumnos pueden
acceder a los materiales de formación en el lugar
y tiempo en los cuales los considere oportunos. De toda
forma ello no debe de confundirse con el hecho de que
no se deban de ofrecer algunas recomendaciones temporales
para el seguimiento de la unidad formativa y la realización
de las diferentes actividades que se incorporen.
Estas recomendaciones de calendario a nuestra manera
de ver son especialmente significativas por dos aspectos
fundamentales: en primer lugar, para que se pueda desarrollar
un período similar reglado de seguimiento de
la actividad formativa por parte de todos los estudiantes,
y en segundo lugar y que desde nuestro punto de vista
es el más importante, para poder formar actividades
colaborativas entre los diferentes estudiantes y poder
formar grupos de trabajos específicos entre los
estudiantes, bien para aquéllos que vayan adelantados
o para los que necesiten trabajar de forma conjunta
algunos elementos; sin olvidar que toda acción
formativa debe de finalizar con una actividad evaluativa
de los conocimientos adquiridos por los estudiantes,
y en determinados casos deben de ubicarse períodos
de finalización.
Al lado de estas recomendaciones para el seguimiento
y el seguimiento temporal del proceso formativo, es
también aconsejable que el material incorpore
una breve introducción en la cual se le presente
al estudiante diferentes aspectos que vayan desde cómo
es aconsejable que interaccione con el material, qué
técnicas de trabajo intelectual se le recomiendan
que sigan, cuáles son las características
de los diferentes materiales que se le ofrecen en el
entorno, qué elementos debe de dominar previamente
el estudiante para seguir con máximo aprovechamiento
el curso, o cuáles son los criterios de evaluación
que se utilizarán para establecer un aprovechamiento
del material por parte del estudiante.
Si no queremos convertir los entornos de formación
en red, en entornos puramente expositivos de materiales
de información, ante los cuales el alumno lo
único que debe de hacer es la memorización
de la información que se le presenta, se deben
de incluir una serie de actividades con las cuales persigamos
diferentes objetivos que vayan desde la comprensión
de los contenidos, la transferencia a otras situaciones
y hechos diferentes a los presentados, o la profundización
en los mismos. En contrapartida con lo que venimos afirmando
tenemos que señalar que la mayoría de
los sitios web formativos, es decir, con material didáctico,
con que nos encontramos están diseñados
para soportar simplemente una actividad: la lectura
y memorización del material por parte del estudiante,
lo que indirectamente sugiere un modelo pasivo de aprendizaje.
Posiblemente una de las formas de poder mejorar la situación
anteriormente apuntada se encuentra en la incorporación
de diferentes actividades que le lleven, por una parte,
al estudiante a reflexionar sobre los contenidos, y
por otra, faciliten el conseguir una estructura más
dinámica para la interacción del sujeto
con la información. Estas actividades no deben
por qué alcanzar exclusivamente el formato uno
a uno, es decir la interacción del estudiante
con los fragmentos de contenidos o del estudiante con
el profesor o tutor, sino que también pueden
conllevar la interacción de diferentes estudiantes
entre ellos o la revisión de trabajos por sus
homólogos.
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