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Desde
que viera la luz en 1947, el Diario de Ana
Frank no ha cesado de publicarse en todo el mundo. La
fuerza de su testimonio y la extremada juventud de su
autora, lo convirtieron en un clásico de la literatura
del siglo XX, muchas veces ponderado también
como prototipo de lectura para adolescentes. El texto
completo del Diario se publicó por primera
vez en España en 1993 por la Editorial Plaza
y Janés.
Ana Frank redactó su diario íntimo
entre 1942 y 1944, en una etapa de su vida que abarca
desde los trece a los quince años. En él
cuenta sus dos años de encierro junto a otras
siete personas en un intento por escapar de los nazis.
Además de su valor como documento histórico,
el diario es, sobre todo, la explosión del alma
de su joven creadora, un alma llena de contradicciones
e inseguridades adolescentes, pero a la vez dotada de
una enérgica y rica sensibilidad. Los rigores
inhumanos de la guerra y los inevitables roces de una
convivencia forzosa e intensa, no impiden que a través
de sus páginas se entrevean cierto vitalismo
optimista y una animosa confianza en la bondad última
del ser humano.
No es posible leer esta obra sin que constantemente
aflore el recuerdo del trágico final de Ana y
sus compañeros. Todos -salvo Otto Frank, el padre
de Ana- murieron en los campos de exterminio nazis.
Cuando se colocan los sueños de la joven escritora,
sus pequeños pataleos, sus planes futuros, sus
primicias amorosas, al rasero de su inmediato destino,
el libro se transforma en una sobrecogedora metáfora
de la existencia humana.
La nueva edición -una cuarta parte
más extensa que la conocida hasta ahora- incorpora
los párrafos que Otto Frank suprimió en
su edición de 1947; concretamente los referidos
al despertar sexual de la joven y aquellos en los que
Ana, en momentos de tirantez o enfado, mostraba cierta
aversión a su madre o a otros refugiados. También
la traducción ha ganado en espontaneidad y refleja
con mayor fidelidad la amalgama de tonos -tantos como
los estados de ánimo de Ana- y las insuficiencias
de estilo propias de la impericia de la autora.
Quizá la excelencia modélica
del Diario se haya perdido. Se podría discutir
sobre las inconveniencias educativas de la nueva versión.
Sin embargo, la voz de Ana Frank -de una fuerza insólita
para su edad- suena ahora más humana y verosímil. |
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