Empezamos
con el programa que "Redes", de TVE, dedicó el 18
de mayo de 2004 a la ciencia de la belleza.
El invitado era Victor Johnston, psicólogo evolucionista, especialista
en los estudios sobre la percepción de la belleza. Johnston
sostuvo un fuerte determinismo biológico, bastante reduccionista,
al afirmar que la pasión por la belleza es un hecho biológico
marcado por las hormonas, que forma parte de nuestra naturaleza básica
y cuyo fin es perpetuarnos como especie, impresa en unos patrones
innatos y universales formados desde hace millones de años,
y que no es una opción personal o cultural.
En el coloquio de la segunda parte del programa estaban Rosa Raich,
psicóloga de la Universidad Autónoma de Barcelona y
Jordi Serrallonga, director d´Hominids de la Universidad de
Barcelona, que no se mostraron, especialmente ella, nada convencidos.
Rosa Raich destacó que en nosotros los procesos cognitivos
superiores inhiben muchas veces los biológicos y que en el
atractivo influyen muchas características de la personalidad
y factores intelectuales. Puso como contraejemplo que las tallas tan
pequeñas que hoy son canon de moda y belleza no favorecen en
absoluto la fecundidad y que una Venus prehistórica no encontraría
vaqueros para ponerse.
Jordi Serrallonga destacó más los aspectos culturales
y sociales, poniendo ejemplos de cómo el patrón de belleza
no era universal. |
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Resumiremos
aquí la intervención de Victor Johnston, profesor
de psicobiología.
Explicó
que a los hombres les gustan caras que "muestran fertilidad",
que son las que tienen bajos niveles de testosterona y altos de
estrógenos. Rostros muy femeninos y considerados bellos muestran
estos marcadores hormonales. También se percibe en una relación
de 1,7 entre la cintura y la cadera.
Las
mujeres se sienten atraídas por hombres que en su
aspecto físico dicen "buen sistema inmunológico".
Comentó que "es muy importante que la mujer vea eso
porque es lo mismo que tener buenos genes" y que la simetría
es un indicador del sistema inmunológico.
Según sus estudios, los hombres son muy unánimes
en la apreciación de la belleza y se decantan por rostros
muy femeninos, mientras que en las mujeres hay que distinguir
dos factores: en primer lugar si la relación es a largo plazo
prefieren rostros más femeninos, pero para una aventura prefieren
caras de tipos duros; en segundo lugar, si están ovulando
les gustan los muy masculinos, pero en otro momento del ciclo ya
no tanto.
Habló del "cociente digital". Consiste en
que en los primeros meses de gestación hay movimientos hormonales,
una exposición a la testosterona en el útero, que
hacen que el dedo anular sea más largo si recibe más
testosterona y por tanto la mujer será menos femenina, mientras
que las que "tienen el índice más corto muestran
mayor atracción por los hombres".
Eduardo Punset intervino comentando que tenía entendido que
en las especies que han desarrollado la visión en color no
actuaba tanto la estimulación olfativa por la feromonas,
pero Johnston no estuvo de acuerdo con esto, no queriendo restarlas
importancia.
Nosotros le apreciamos ciertas contradicciones. Primero dijo que
el color moreno era más atractivo por ser un indicador de
salud y luego que en todas las culturas gustaban los que eran ligeramente
más pálidos porque revelaba juventud. O que a las
mujeres les gustaban los altos, de piernas largas y musculosos porque
es un indicador de testosterona y por nuestro pasado de corredores,
a pesar de que hace siglos que llevamos una vida sedentaria. No
vemos mucho cómo puede tener más peso un factor de
hace miles de años que uno del presente o las hormonas frente
a , por ejemplo, la conversación (por no decir el dinero
o el éxito).
Finalmente, citó como hechos las ventajas de ser guapos:
en los juicios son más benevolentes con ellos, se les considera
más inteligentes, tienen más oportunidades de empleo,
se les diculpan más los errores y la gente mantiene mayor
distancia física cuando está con ellos.
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En
la edición en castellano del "New York Times" que
publica "El País", el día 27 de abril de
2006, nos encontramos este titular:
Son
guapos, inteligentes y cobran sueldos astronómicos
Resumimos
su contenido.
Como se sabe desde hace tiempo que las personas atractivas cobran
más sueldo, dos economistas trataron de descubrir la razón
de esa "prima por belleza". Hicieron un experimento consistente
en anotar qué diferencias había cuando los examinadores
de aspirantes para un empleo podían ver o no al candidato.
Un comité independiente había calificado el grado
de belleza de cada una de las personas que se presentaban al experimento.
Como cabía esperar, cuando los futuros jefes evaluaban a
los aspirantes sólo con sus currículos no había
diferencias por el físico, pero sí si habían
visto al candidato, aunque fuese en fotografía. A las personas
guapas no se les daba mejor que a la gente corriente resolver los
embrollos, pero las primeras tenían mucha más confianza
en sus propias habilidades. Parece que el hecho de tener buena presencia
está muy relacionado con la confianza en uno mismo, un rasgo
que parece atraer a los empresarios. Éstos pensaban que las
personas agraciadas eran más productivas. "Los economistas
calcularon que entre el 15% y el 20% de la prima de belleza procede
del efecto que causa la confianza en uno mismo, mientras que la
comunicación oral y la visual constituyen, cada una, un 40%
de la misma. Parece que la gente con buena presencia también
es buena comunicadora y que sus dotes para la conversación
inciden tanto en la percepción de los empresarios como su
aspecto".
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