CÉSAR

Una batalla (B.G. I 25-26)

25. César, Haciendo retirar del campo de batalla todos los caballos, primero el suyo, y luego los de los otros, para que siendo igual en todos el peligro, nadie pensase en huir, animando a los suyos trabó el choque. Los soldados disparando de alto a bajo su dardos, rompieron fácilmente la empavesada enemiga, la cual desordenada, se arrojaron sobre ellos espada en mano. Sucedíales a los galos una cosa de sumo embarazo en el combate, y era que tal vez un dardo de los nuestros atravesaba de un golpe varias de sus rodelas, las cuales ensartadas en el astil y lengüeta del dardo retorcido, ni podían desprenderlas, ni pelear sin mucha incomodidad, teniendo sin juego la izquierda; de suerte que muchos después de repetidos inútiles esfuerzos se reducían a soltar el broquel y pelear a cuerpo descubierto.  Finalmente desfallecidos de las heridas empezaron a cejar y retirarse a un monte distante cerca de una milla. Acogidos a él, yendo los nuestros en su alcance, los boyos y tulingos, que en número de casi quince mil cerraban el ejército enemigo, cubriendo su retaguardia, asaltaron sobre la marcha el flanco de los nuestros, tentando cogerlos en medio. Los helvecios retirados al monte que tal vieron, cobrando nuevos bríos volvieron otra vez a la refriega. Los romanos se vieron precisados a combatirlos dando tres frentes al ejército; oponiendo el primero y el segundo contra los vencidos y derrotados, y el tercero contra los que venían de refresco. 

26. Así en doble batalla estuvieron peleando gran rato con igual ardor: hasta que no pudiendo los enemigos resistir por más tiempo al esfuerzo de los nuestros, los unos se refugiaron al monte, como antes; los otros se retiraron al lugar de sus fardos y carruajes: por lo demás en todo el discurso de la batalla, dado que duró desde las siete de la mañana hasta bien caída la tarde, nadie pudo ver las espaldas al enemigo; y gran parte de la noche duró todavía el combate donde tenían el bagaje, puestos alrededor de él por barrera los carros, desde los cuales disparaban con ventaja a los que se arrimaban de los nuestros, y algunos por entre las pértigas y ruedas los herían con pasadores y lanzas. En fin, después de un porfiado combate los nuestros se apoderaron de los reales, y en ellos de una hija y un hijo,de Orgetórix. De esta jornada se salvaron al pie de ciento treinta mil de los enemigos, los cuales huyeron sin parar toda la noche; y no interrumpiendo un punto su marcha, al cuarto día llegaron a tierra de Langres, sin que los nuestros pudiesen seguirlos, por haberse detenido tres días a curar los heridos y enterrar los muertos. Entretanto César despachó correos con cartas a los langreses, intimándoles “no los socorriesen con basamentos, ni cosa alguna, so pena de ser tratados como los helvecios”: y pasados los tres días marchó él mismo con todo el ejército en su seguimiento.

(Trad. de J. Goya y Muniain)

César

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Comprensión del texto

1. ¿Qué ejemplo da César ante sus soldados y qué pretende con él?

2. ¿Qué les dificultaba el combate a los galos?

3. ¿A quien capturaron los romanos en el campamento enemigo?

4. ¿Tras la batalla qué hizo César?

5. ¿A quién se dirigió en términos amenazadores?

 

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