PLAUTO

El encuentro (Menecmos 1060-1104)

MENECMO I.— Si queréis podéis jurarlo por vuestros ojos, pero no por eso llevaréis más razón, por Hércules, en lo de que yo he sacado de aquí un manto y un brazalete, ¡descaradas!

MESSENIÓN.— ¡Por los dioses inmortales!, ¿pero qué estoy viendo?

MENECMO II.— ¿Qué es lo que estás viendo?

MES.— Tu reflejo.

MEN. II.— ¿Qué es lo que pasa?

MES.— Es tu vivo retrato; es todo lo parecido a tí que se pueda imaginar.

MEN. II.— Por Pólux, si examino mis facciones, sí que se me parece,

MEN. I.— Joven que me salvaste, yo te saludo, seas quien seas, que me has salvado la vida.

MES.— Joven, por favor, dime tu nombre, si no te importa.

MEN. I.— La verdad, por Pólux, es que no me has tratado como para me vaya a importar satisfacer tu deseo; mi nombre es Menecmo.

MEN. II.— ¡Andá, y el mío!

MEN. I.— Yo soy siciliano, siracusano.

MEN. II.— La misma ciudad y la misma patria tengo yo.

MEN. I.— ¿Pero qué estoy oyendo de tu boca?

MEN. I.— Eso es lo que hay.

MES.— A éste yo lo conozco, está claro (Menecmo l): es mi amo; y está claro que yo soy su esclavo, pero ya me había creído que lo era de ése (Menecmo II). Yo creía que éste eras tú (Menecmo I), y por eso le he contado el asunto; te pido que me perdones; si te he dicho alguna tontería o alguna insensatez.

MEN.  II.— Me parece que tú estás delirando: ¿es que no te acuerdas de que tú hoy has desembarcado conmigo?

MES.— Pues sí, tienes razón; tú eres mi amo. (A Menecmo I) Tú búscate otro esclavo; (a Menecmo II) a ti, hola; (a Menecmo I)  a ti, adiós. Afirmo que éste es Menecmo (Menecmo II).

MEN. I.— Pues yo digo que soy yo.

MEN. II.— ¿Qué camelo es ése?, ¿vas a ser tú Menecmo?

MEN. I.— Digo que soy yo, el hijo de Mosco.

MEN. II.— ¿Cómo que tú eres hijo de mi padre.

MEN. I.— Querrás decir del mío, muchacho; el tuyo ni te lo quiero quitar ni árrebatártelo.

MES.— ¡Dioses inmortales, concededme la esperanza imprevista que veo venir!, pues si mi alma no me engaña, estos son los dos hermanos gemelos; y es que dicen que tienen el mismo padre y la misma patria.  Llamaré aparte a mi amo. ¡Menecmo!

MEN. I Y MEN. II.— ¿Qué quieres?

MES.— No quiero hablaros a ambos a la vez, sino al que de vosotros dos ha venido conmigo en el barco.

MEN. I.— No soy yo.

MEN. II.— Pero yo sí.

MES.— Entonces te quiero a ti, acércate.

MEN. II.Aquí estoy, ¿qué pasa?

MES. Aquel hombre o es un falsario o es tu hermano. Desde luego nunca he visto a una persona que se pareciera tanto a otra; ni el agua se parece más al agua, ni la leche a la leche, creeme, de lo que tú te pareces a ése y ése a ti; además, dice que su patria y su padre son los mismos que los tuyos. Merece la pena que nos acerquemos y le preguntemos.

MEN. II.— Tienes razón en lo que me estás diciendo, y te doy las gracias por hacerlo. Prosigue en tu indagación, haz el favor; si pruebas que ése es mi hermano, te concedo la libertad.

MES.— Eso espero.

MEN. II.— Yo también albergo esa esperanza.

MES.— (A Menecmo I) Bueno, me parece que has dicho que te llamabas Menecmo.

MEN. I.— Sí.

MES.— Lo mismo que éste. Aseguras que naciste en Sicilia; mi amo también es de allí. Has dicho que tu padre fue Mosco; también fue padre de éste. Ahora tenéis la ocasión de ayudarme ambos a mí y a la vez a vosotros.

MEN. I.— Tú te mereces conseguir de mí todo lo que desees; aunque soy de condición libre, estoy dispuesto a ser tu esclavo como si hubieras pagado dinero por mí. 

MES.— Yo espero que se podrá demostrar que sois hermanos gemelos, nacidos de una misma madre y del mismo padre, a la vez y el mismo día.

(Trad. F.M.)

Plauto

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