Las creencias |
Podemos clasificar las creencias de las sociedades neolíticas en:
Como ya hemos apuntado, en la etapa final del Paleolítico existen testimonios que nos hablan de la práctica de rituales funerarios, que van a continuar en el Neolítico.
En la mayoría de los casos, solían enterrar a sus muertos bajo sus casas, en posición encogida y la cabeza con una determinada orientación. Los cuerpos se depositaban dentro de pieles, telas, cestos o cajas de piedras, acompañados de ajuares funerarios muy variados: puñales, anillos, broches, collares de conchas o pizarra, espejos de obsidiana, recipientes de cerámica que había utilizado para alimentarse en vida, etc.
En ocasiones, (por ejemplo, en Chatal Hüyük, Turquía) se enterraban los cadáveres bajo las casas sólo cuando sus partes blandas habían desaparecido en un pudridero por acción de los agentes naturales o las aves carroñeras. Entonces se metían los restos en pieles, telas o cestas y se enterraban bajo las repisas que utilizaban para dormir.
Todo este tipo de rituales funerarios demuestran la creencia en una vida de ultratumba.
Además, de los rituales funerarios, existen pruebas de la existencia de un culto a los muertos o a los antepasados. En Jericó (Palestina) y otras aldeas de Siria y Líbano, bajo las casas se han encontrado cráneos recubiertos de arcilla reproduciendo los rasgos faciales, con los labios pintados y conchas en el lugar de los ojos. Igualmente, bajo los pisos del poblado de Hacilar (Turquía) se han encontrado restos de cráneos.
A finales del Neolítico y durante las primeras etapas de la Edad de los Metales, aparecen otro tipo de tumbas de carácter colectivo: son los dólmenes.
En el Neolítico surge el culto a la diosa madre o a la señora de los animales, que podríamos identificar como la "señora de la naturaleza", que protegía los ganados y las cosechas y fertilizaba las tierras. Esta divinidad se solía representar mediante estatuillas femeninas de arcilla, bien como una joven, bien como una madre dando a luz.
Se han encontrado también divinidades masculinas, asociadas a determinados animales, como el toro o el leopardo, y representadas en estatuillas de arcilla como un joven o como un adulto con barba.
Todas estas estatuillas se denominan ídolos, que si tienen forma, más o menos esquematizada, de seres humanos, se denominan ídolos antropomorfos.
Aparecen determinados lugares de culto o santuarios, en las habitaciones de las casas o en edificaciones específicas. Tal es el caso de los santuarios del poblado de Chatal Hüyük (Turquía), en los que aparecen pinturas representando seres humanos, escenas de caza, buitres devorando cadáveres, o bancos de piedra o arcilla en los que se incrustan cuernos de toro, seguramente provistos de un carácter protector contra el mal.
En los poblados de la isla de Chipre y en el poblado de Shanidar (Irak), bajo las casas, se han encontrado cráneos, voluntariamente deformados en vida mediante cintas desde la niñez. Estos curiosos hallazgos hacen pensar en prácticas mágicas o religiosas.
La abundancia de pruebas que demuestran la existencia de un mundo simbólico y de creencias mágico-religiosas durante el Neolítico, debía ir acompañado de la aparición de chamanes, brujos, hechiceros y sacerdotes, que ocuparían un lugar importante en estas sociedades.