1.
Los avisos de Juno Moneta
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La
palabra «moneda»
deriva de una de las advocaciones de la diosa
romana Juno:
Moneta
(‘la
que avisa’).
Al parecer, esta diosa había prevenido a los
romanos de la inminencia de ciertos desastres.
Se le atribuía, por ejemplo, la salvación
de la ciudad, cuando fue invadida por los
galos en el 390 a.C.: los gansos que había
dentro del recinto del santuario de Juno,
situado en el monte Capitolio, alertaron con
su cacareo a Manlio Capitolino, que pudo así
repeler el ataque enemigo (LIV., VII 28, 7).
Desde el siglo III a.C., la
ceca de Roma se estableció en el
templo de Juno Moneta.
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2.
Denario y dinero
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El
término «dinero»
es sinónimo de «moneda»;
deriva del nombre de una moneda romana de
plata: el denarius.
Aunque para nosotros «dinero» tiene el
significado de «moneda corriente», fue el
nombre de diversas monedas acuñadas durante
la Edad Media; así se llamó una moneda de
plata y cobre usada en Castilla en el siglo
XIV. Además, en varios países árabes se utiliza
como unidad monetaria el dinar, cuyo
nombre deriva, a través del griego
dhnarion,
del latín denarius.
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3.
Monedas y civilización |
El
uso de
monedas constituye un importante factor
de civilización. Aristóteles
lo entendio así al afirmar que la moneda ayudaba
al desarrollo del comercio, al tiempo que
era un instrumento de justicia y un correctivo
de los desequilibrios que surgían en la comunidad
social.
Antes
de que se usaran piezas amonedadas, las transacciones
comerciales se hacían mediante simple trueque
o utilizando metales preciosos: oro y plata
en lingotes; esto obligaba a hacer tasaciones
para determinar las equivalencias en cada
ocasión, o a pesar y evaluar la pureza de
los metales. Estos inconvenientes, se resolvieron
cuando se descubrió la técnica de acuñación,
pues las monedas son piezas de valor autentificado
y regularizado.
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4.
De
Asia a Grecia |
Las
primeras monedas aparecieron en
Asia Menor, en el siglo VII a.C., entre los lidios
(de Lidia era precisamente el legendario rey
Creso), y estaban hechas de electro (aleación
natural de oro y plata). Desde las
ciudades griegas de Asia menor, el
uso de monedas se extendió a todo el mundo heleno. Como la acuñación de moneda propia era
un signo de independencia, desde el siglo VI
a.C. las poleis griegas comienzan a emitir monedas, de plata
pura (el oro no se emplearía hasta el siglo IV), sobre patrones de
peso que difunden por sus colonias y áreas de influencia
económica. Los emblemas de cada ciudad figuraban en la decoración
de las monedas que acuñaba (tortugas de Egina,
lechuzas de Atenas, caballos
alados de Corinto, etc.), lo que permitía distinguirlas. Alejandro Magno,
que propagó el sistema monetario ático, asimilado por Macedonia,
inauguró la costumbre de grabar retratos en las
monedas.
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5.
Pecus
y pecunia
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Algunos
pueblos de la península Itálica utilizaron
el
bronce (aes) para sus intercambios;
comenzaron usando pesadas barras de este metal
sin marcas (aes rude). En el siglo
IV a.C., los romanos ya fundían lingotes de
bronce de forma rectangular con la marca del
taller (aes signatum), cuyo
peso oscilaba entre 1,300 y 1,800 kg. La tradición
afirmaba que el uso del aes signatum
había comenzado en época del rey Servio Tulio
(578-535 a.C.) y las leyes de las XII Tablas
(s. V a.C.) aluden a la libra de bronce como
moneda.
Las
marcas de los lingotes solían ser figuras de animales como el buey, el
carnero o el cerdo; se piensa que estas marcas representaban
primitivamente el valor de cambio de las piezas de metal, lo que explica
el hecho de que los romanos designasen el dinero como pecunia,
ya que pecus significa ‘ganado’. Una ley del siglo IV
establecía esta proporción: 1 buey = 10 ovejas = 1 libra de
bronce.
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6.
El
as
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A
comienzos del siglo III a.C. los romanos introdujeron una pesada pieza
redonda de
bronce fundido, para facilitar el comercio con otros pueblos: era el as,
que se constituyó en unidad monetaria con una serie de divisiones. El as tenía
al principio un peso de 1 libra (327,453 g), por lo que se
denominó as
libralis, y su marca era I. El as y sus divisiones (semis =
1/2 as;
triens = 1/3 as; quadrans = 1/4 as; sextans =
1/6 as; uncia = 1/12 as) se denominaban aes
grave ya que su valor se correspondía con el peso del metal. Desde
que apareció el as, el término aes se convirtió en
sinónimo de ‘dinero’.
El
as fue perdiendo peso paulatinamente;
el as libralis desapareció del comercio
y dejó paso primero al as trientalis (=
4 unciae), luego al as sextantalis
(= 2 unciae), y éste al as uncialis
(= 1 uncia). A finales de la República
el as bajó hasta hacerse semiuncialis
(1/2 uncia). La
paulatina pérdida de peso del as se
debió a las necesidades de las guerras contra
los cartagineses (Guerras Púnicas),
que tuvieron lugar en el siglo III a.C. Al
mismo tiempo, las campañas trajeron a Roma
una gran abundancia de plata,
lo que hizo cambiar la relación existente
entre su valor y el del
cobre y el bronce, de modo que estos
metales se utilizaron para la moneda fraccionaria.
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7.
Primeras monedas de plata
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Las
primeras monedas de plata usadas por los romanos, desde
comienzos del s. III a.C., seguían el modelo
de las
didracmas griegas del sur de Italia.
Probablemente los romanos encargaron la acuñación
de sus primeras piezas de plata a las casas
de moneda de estas ciudades. Tales monedas
solían llevar las leyendas «ROMA»
o «ROMANO». En torno al
año 269 a.C., de acuerdo con una tradición
recogida por Plinio el Viejo y Tito Livio,
se estableció la ceca de Roma en el templo
de Juno Moneta y se encomendó la vigilancia
de las acuñaciones a tres magistrados especiales
denominados tresviri monetales.
Destinada al comercio con Grecia, desde
el 217 a.C. se acuñó una nueva moneda de plata:
el victoriatus (de dimensiones
semejantes a la dracma), así llamado porque
en su reverso aparecía la diosa Victoria.
Hacia el 211 a.C. apareció el
denario de plata, junto con sus divisiones,
el
quinario y el sestercio.
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8.
El
denario
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El
denarius (sc. nummus, ‘moneda’)
era una moneda de plata que, según indica su etimología, equivalía a
10 ases trientales, por eso su símbolo era X. Su peso
apróximado era inicialmente de 4,55 g de plata. Un denario valía 2
quinarios, o 4 sestercios (monedas éstas que también eran de plata). El
denario estaba destinado a ser la moneda más empleada lo mismo durante
la República que en época del Imperio. El
quinario y el sestercio de plata desaparecieron prácticamente de la
circulación. Para los pagos se utilizaba el denario, aunque en las
cuentas las cantidades se expresaban en sestercios.
Cuando
el as se redujo al peso de una onza (as uncialis), la relación
de valores cambió, el denario pasó a valer 16 ases (141 a.C.),
que se representaban con la marca XVI.
Los
denarios republicanos estaban decorados con motivos muy variados. En el
anverso era corriente representar a la diosa Roma con un casco, pero
también podían figurar divinidades como Apolo, Júpiter, Saturno, u
otros motivos, como cabezas de toro, cascos, urnas, sillas curules, etc.
En los reversos había también gran diversidad de motivos, a menudo alusivos
a las familias consulares, pero era común que apareciesen los Dióscuros,
Cástor y Pólux, montando caballos al galope y portando lanzas; en los
reversos, había leyendas abreviadas que aludían a la gens del
magistrado que había ordenado la acuñación, y era frecuente el nombre
de la ciudad, ROMA. En los denarios imperiales aparecía la
cabeza del emperador en el anverso.
Desde
la época del emperador Nerón, el peso del denario y su proporción de plata se
redujeron a lo largo del tiempo, hasta que en el siglo III d.C. llegó a tener la mitad de su valor original.
Bajo Diocleciano se restituyó su antiguo valor, hasta que cesó de
acuñarse en el 360 d.C.
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9.
Monedas de plata del Bajo Imperio
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Las
sucesivas reformas monetarias trajeron nuevas monedas de plata que
convivieron con el depreciado denario. Así, el emperador Caracalla
(211-217) creó el antoniniano, una moneda de plata de baja
ley, equivalente a 21 denarios reducidos, y Constantino
(306-337) creó el miliarense, que tenía un peso de 4,5 g
de plata, similar al del antiguo denario republicano.
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10.
Sestercios dupondios
y ases
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El
sestercio había sido primitivamente
(s. III a.C.) una moneda de plata
que valía 1/4 de denario, es decir,
2´5 ases, por lo que se representaba
LLS (duae librae et semissis, ‘dos
libras y medio as’, en recuerdo del as
libral), marcado también como
I·IS o HS . Cuando el denario
pasó a valer 16 ases, el sestercio siguió
conservando su proporción de 1/4 de denario,
pero su valor pasó a ser 4 ases, aunque apenas
circulaba más que como moneda de cómputo.
Hacia el año 19 a.C, Augusto creó un
nuevo sestercio de latón con un valor
de 4 ases. Más, tarde, el sesterció
se acuñaría en una doble serie de bronce (54,5
grs.) y
latón (27,2 grs.). El sestercio se
mantuvo en circulación hasta finales del siglo
III. Los
anversos muestran la efigie del emperador
(o de algún familiar), y los reversos,
diversos motivos que recuerdan acontecimientos
particulares de éste.
El
dupondio o doble as, era primitivamente una pieza de bronce
fundido, emitida por la República a finales del s. IV y principios del
III a.C. En época imperial, fue una moneda acuñada de latón (13,6
grs.) o bronce (27, 2 grs.).
Resultado
final del proceso de reducción de peso que había partido del as
libral, fue el as semiuncial, que se mantuvo en circulación hasta la
época del emperador Galieno (253-268). Esta moneda de bronce equivalía
a 1/4 de sestercio.
Series
dobles de estas tres monedas, en latón y bronce, convivieron durante la
época imperial; el valor del bronce era el doble del que tenía el
latón. Era el Senado quien promulgaba la acuñación de estos tipos de
moneda (la de oro y plata quedaba bajo la potestad del emperador). También los gobernadores de las provincias
senatoriales tenían potestad para acuñar moneda de bronce pero, eso sí, con la
efigie del emperador.
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11.
Monedas de
oro
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El
tesoro del Estado (aerarium) guardaba lingotes de oro y plata (lateres)
puros desde tiempos anteriores a las primeras acuñaciones, pero las monedas de oro
no circularon hasta la época de Augusto. Excepcionalmente se acuñaban
para fines militares o situaciones de emergencia. En el anverso de las
monedas de oro republicanas figuraba la cabeza de un dios con un yelmo,
y en el reverso, un águila con las alas desplegadas.
La
primera moneda romana de oro se acuñó, según Plinio el Viejo, en el
217 a.C. Generalmente el valor de estas monedas no se correspondía con
valor real del metal, y estaban fuera de la circulación. A finales de
la República, los generales victoriosos, que traían grandes botines en
oro, mandaban acuñar monedas de este metal; así, Sila hizo acuñar
áureos de un valor de 400 sestercios, Pompeyo, de 1000, y Julio César,
de 100.
En
época imperial, la acuñación del oro estaba, como la de plata, bajo
el mandato directo del emperador.
El áureo tenía una división que era el quinario o medio áureo. El
valor del áureo fluctuó entre los 25 denarios (época de Augusto), con
un peso de 7,4 g, y los 20 denarios (época de Caracalla), con un peso
de 5,45 g. Constantino introdujo una nueva moneda de este metal, el
sólido (solidus), cuyo peso fue de 4, 54 g.
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12.
Y la
calderilla
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Monedas
como el áureo y el denario, e incluso las grandes monedas de bronce como
el sestercio, el dupondio o el as, el eran demasiado valiosas para las
transacciones corrientes. En éstas se utilizaban monedas
de menor valor, de bronce, cobre o latón, e incluso de vellón
(aleación de plata y cobre). Los nombres de estas monedas fraccionarias
se correspondían con la división de la unidad mayor:
así, semis,
triente,
cuadrante,
sextante y
onza (uncia) eran
divisiones del as.
Durante
el Bajo Imperio, aparecieron nuevas monedas
de cobre o bronce como el follis
y el centenionalis.
Después de Constantino (307-337), proliferaron
monedas pequeñas de estos mismos metales,
con diferentes diámetros, que los especialistas
designan como AE1,
AE2, etc., dependiendo de sus dimensiones.
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13.
Expresiones
técnicas
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A
propósito de las
monedas y su
acuñación (res nummaria),
los romanos
disponían de una
serie de vocablos y
expresiones. Aes alienum,
que literalmente
significa ‘dinero
ajeno’, era
la expresión que se
empleaba para
referirse a una
deuda, y, en
consecuencia, el que
la contraía, es
decir, el deudor era
un aeratus
o obaeratus. El aerarium, literalmente ‘almacén
de bronce’,
era, según se ha
dicho, el Tesoro
público. Verbos que
se empleaban para
designar la
acuñación de
moneda eran cudere, signare, percutire y ferire;
si se trataba de fundir, se decía flare. Chapar o forrar
ciertas monedas era tingere, inficere o miscere.
La efigie
o la marca grabada
en una moneda se
denominaba nota monetae, typus,
signum o imago. De la pieza de buena ley se decía que era bonus
(sc. nummus) o probus, mientras que para calificar la
falsa se empleaban
los terminus falsus, improbus, adulterinus o reiectaneus.
Falsificar moneda era vitiare pecunias, o nummariam
notam corrodere (ya que la nota era la marca hecha sobre las
piezas de buena ley
mediante la piedra
de toque). También vitiare era
alear oro o plata
puros (aurum o argentum obryzum)
con otro metal de
inferior valor, como
el cobre. El
operario (monetarius)
que trabajaba la
plata era el argentarius;
el que trabajaba el
oro era el faber aurarius o aurifex.
La mesa de cambio,
antecesora de
nuestros bancos
actuales, era la
trapeza o mensa
argentaria, y el
cambista era el nummularius, collectarius o mensarius.
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14.
Monedas y
propaganda
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Las
monedas fueron un elemento propagandístico de primer orden. Durante la
República, los magistrados hacían poner en las monedas, junto con su
propio nombre, figuraciones extraídas de sus propias tradiciones
familiares; las improntas que elegían a menudo reflejaban las
ambiciones de esa familia. Durante el Imperio, las leyendas que aparecen
en las monedas dan cuenta de los intereses propagandísticos de
los emperadores; por
ejemplo en las monedas del Bajo Imperio son corrientes leyendas como: ABVNDANTIA
AVG., AEQVITAS AVG., CLEMENTIA TEMPORVM, RESTAVRATIO FELICIVM TEMPORVM,
SAECVLI FELICITAS, PAX AETERNA, CONCORDIA MILITVM, y otras
similares, que proclaman un estado de felicidad generalizada casi por
decreto.
En el anverso figuraban los
titulos imperiales, incluidos los consulados, las aclamaciones como
emperador y las potestades tribunicias. En el reverso figuraban símbolos
o leyendas, hechos historicos, conmemoraciones, etc., testimonios de capital
importancia para la historia y sobre todo para la cronología.
Los
reversos de las monedas imperiales difundieron el conocimiento de las
divinidades alegóricas características de la mentalidad romana: Fides,
Aequitas, Spes, Virtus y otras, Pero también en ellos se aprecia
la influencia de los cultos no romanos que con el tiempo se fueron
difundiendo por el mundo romano; se puede ver a la diosa Isis en monedas
de Vespasiano, el Sol Invictus de Mitra en las monedas de
Aureliano, o el cristograma
o crismón en las monedas de Constantino.
Como
testimonio político, la acuñación es en sí misma un indicio de
autonomía. Únicamente el poder estatal podía autorizar la emisión de
moneda. Si la autoridad es monárquica, la moneda es un instrumento de
prestigio personal, y el monarca mandará poner su efigie en ella; así
lo hicieron los reyes helenísticos, y así lo hizo el dictador César,
que inauguró esta costumbre en Roma. Durante las guerras sociales, los
aliados itálicos alzados contra Roma expresaron su independencia
mediante la emisión de moneda propia.
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15.
La
numismática
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La
numismática (del gr. nomisma,
‘moneda’)
es una de las disciplinas auxiliares de la
Historia. Es la ciencia de las monedas metálicas
acuñadas, cuyo peso y ley están garantizados
con una marca de quien la emite.
Aunque
a veces las leyendas de las monedas pueden formar parte de un inventario de carácter
genérico, es posible en muchos casos confirmar con ayuda de otras
fuentes paralelas que tales leyendas hacen referencia a hechos
históricos.
Desde
el punto de vista técnico, de las monedas obtenemos datos de diversa
índole: la calidad artística o la ejecución del retrato, los sistemas
de fusión o de acuñación, los metales y aleaciones, etc.
La
numismática ha aportado sus puntos de vista a propósito de problemas
económicos, como el curioso retraso de los romanos en usar monedas;
el extraño dualismo monetario de los siglos IV-III a. C. en que en Roma
convivieron toscos pegotes de bronce (el aes
rude) y monedas de plata inspiradas en las de la Magna Grecia; la
adecuación al sistema griego denarius
= drachma; las sucesivas modificaciones en el sistema y en la ley de
los metales; la variedad de emisiones provinciales, y muchos otros
fenómenos.También desde el terreno de la numismática, se ha estudiado
cómo los depósitos de monedas desenterrados, incluso en zonas que
quedaban fuera del antiguo Imperio, son testimonios de la difusión del
comercio y del prestigio de las monedas romanas en los mercados.
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Denario
(105 a.C.).
A:
Juno con piel de cabra, ISMR
(IVNO SOSPES MAGNA REGINA).
R: toro acometiendo, letra I (Italia) encima, THORIVS
BALBVS
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Denario
(c. 154 a.C.)
A:
la diosa Roma con casco, X (símbolo del denario). R:
los Dióscuros a caballo, C·SCR (Gaius Scribonius), ROMA |
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Estátera
de electro de Mileto
(570
a.C.). A: león. R: triple cuño
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Didracma
de plata de Egina (c. 560 a.C.). A:tortuga (asociada
a Hera). R:
cuño |
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Tetradracma
ateniense
(s. V a.C.).
A:
Atenea. R: Lechuza y olivo, AQE (Atenas) |
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Dos
piezas de aes signatum (s. IV a.C.) |
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Aes
grave, as (240-225 a.C.). A:
Jano bifronte. R:
proa de nave |
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Uncia
(c.
269-240 a.C.). A
y R: hueso de taba y bolita
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Didracma
(c. 265 a.C.). A: Roma con gorro frigio. R: Victoria |
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Didracma,
quadrigatus (c.
225-215 a.C.) A:
Dióscuros janiformes. R: Júpiter conduce una cuadriga |
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Victoriato
(205 a.C.) A: Júpiter. R: Victoria coronando un trofeo, ROMA |
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Denario
(137 a.C.). A: Roma, X. R: los Dióscuros a caballo, C AESTI (Gayo
Antestio), ROMA |
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Denario
(86 a.C.). A: Cabeza de Apolo. R: caballo desbocado, C
CENSORI (Gayo Censorino), XXXXII |
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Denario
(120 a.C.). A: cabeza de Roma. R: Victoria en una
cuadriga, TVLLI |
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Denario
de Caracalla (211-217) A:
Caracalla laureado, ANTONINVS PIVS AVG (Augustus), BRIT
(Britanicus). R: Serapisarte, PM (Pontifex
Maximus), TR P (Tribunicia
potestate) XV COS (Consul) III PP (Pater Patriae) |
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Sestercio
de Adriano (117-138)
A:.
IMP (Imperator) TRAIANVS HADRIANVS AVG (Augustus)
PM (Pontifex Maximus) TR P (Tribunicia
Potestate) COS (Consul) III. R: Juno portando una cornucopia, MONETA
AVGVSTA, SC (Senatus consultu)
|
|
Dupondio
de Antonino Pío (138-161) A:
emperador con corona radiada, ANTONINVS AVG PIVS PP (Pater
Patriae) TR P (Tribunicia potestate) XII. R: la
diosa Equidad, sosteniendo una balanza y una cornucopia, COS ···,
SC (Senatus consultu) |
|
As
de Augusto (27 a.C.-14-d.C.)
A:
Augusto laureado, CAESAR, XV···. R: altar en Lugdunum, ROM
ET AVG (Romae et Augusto)
|
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Áureo
(211-207
a.C).
A:
cabeza de Marte con casco. R: águila, ROMA
|
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Cuadrante
de Augusto
(27
a.C.-14-d.C.)
A:
manos que se estrechan y sujetan un caduceo, LAMIA SILIVS ANNIVS. R:
III VIR AAAFF SC (Triumvir aere argento auro flando feriundo,
Senatus consultu)
|
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Denario
de Quinto Fabio Píctor (126 a.C.)
A:
diosa Roma, X, bajo la barbilla letra N. R:
el historiador Fabio Píctor (antepasado del acuñador),
sentado y con un escudo al lado en el que se lee QVIRIN (Quirinus
= Rómulo), FABI PICTOR, ROMA |
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AE2
de Constante (337-350). A: busto del emperador diademado, DN
V CONSTANS PF AVG. R: el emperador somete a un
bárbaro, FEL
TEMP REPARATIO |
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Antoniniano
de Maximino I (235-238). A: Busto del emeperador laureado,
IMP MAXIMINVS PIVS AVG. R: el emperador sujeta unos
estandartes, VIRTVS MILITVM |
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Antoniniano
de Victorino (268-270). A: emperador radiado, IMP
VICTORINVS PF AVG. R: PIETAS AVG |
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As
de Nerón (54-68). A: emperador laureado, IMP NERO
CAESAR AVG ···. R: SECVRITAS AVGVSTI SC
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