Deméter-Ceres, hermana de Zeus, diosa de la
agricultura tenía una hija con la que estaba
estrechamente unida: Perséfone-Prosérpina. Esta diosa
crecía feliz entre las ninfas y otras doncellas
haciendo la vida propia de la juventud que no se preocupa
del matrimonio. Un día en que estaba cogiendo
flores en la pradera de Nisa, en las llanuras de Sicilia, en el momento en
que se disponía a arrancar un narciso, súbitamente la
tierra se abrió a su alrededor y apareció en su carro
el dios de los Infiernos, Hades-Plutón , que se había
enamorado de la joven. El dios descendió, salió al
encuentro de la diosa y la raptó, llevándosela con él
a las profundidades.
Esta
acción la cometió con la complicidad de Zeus. La desolada madre
de la joven la buscó en vano por toda la tierra durante
nueve días y nueve noches en las que se ayudaba de una
antorcha. Mientras tanto descuida sus tareas de diosa de
la agricultura y la tierra en Grecia se vuelve estéril
ocasionando un período de hambre. Zeus ordena a Hades, por medio de la
diosa mensajera Iris, que devuelva la
hija a su madre.
No va a ser
ya posible porque Perséfone ha comido un grano de una
granada cultivado en el Infierno y por tanto queda ya
ligada a este lugar definitivamente.
La
solución es el acuerdo que toman los tres dioses
olímpicos: Perséfone dividirá el año entre su
estancia en los Infiernos con Hades lo que
simboliza el invierno, ausencia de vegetación- y su
regreso a la tierra con su madre que simboliza la
primavera.
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ESCULTURA
DE GIANLORENZO BERNINI (BARROCO) |
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