Además de la "terra sigillata" y las de "paredes finas" y "pintada", la cerámica más utilizada en el mundo romano era la llamada "común". Sus funciones eran muchas, desde el almacenaje, pasando por las cerámicas para cocinar alimentos y el servicio de mesa, sobre todo cuando no se tenía una buen poder adquisitivo que permitiera utilizar vajillas de lujo como las de plata.
Frecuentemente imitaban las formas de las vajillas hechas en metal o en las mismas cerámicas de lujo.
Dolia Existían por tanto muchas formas comunes de recipientes cerámicos para la cocina, la mesa y el almacenaje. Dentro de éstas últimas los romanos llamaban dolia a unos grandes recipientes de barro, de paredes gruesas en los que mantenían los alimentos dentro de las despensas guardados durante un tiempo.

En algunas ocasiones, en el interior de estos recipientes, si nos los encontramos enteros, o pegados a las paredes si están fragmentados, podemos encontrar restos de lo que contuvieron. Generalmente se almacenaban cereales, aceites, legumbres y carne o pescado. Con una serie de métodos científicos se pueden extraer restos microscópicos adheridos a las paredes por el interior de las grandes tinajas. De esta manera, podemos determinar qué comían sus usuarios.

Destaca dentro de este grupo de recipientes de almacenaje aquellos que se utilizaban para el transporte de los alimentos. Generalmente se hacía en ánforas y se llevaba por el Mediterráneo en barcos cargados de ellas con gran variedad de alimentos en su interior.

 

Anfora