A finales del siglo anterior (1492) se habían producido dos hechos claves para la Historia de España: la unificación territorial y el descubrimiento de América.

En año 1516 murió Fernando "el Católico" y durante la minoría de edad de su nieto Carlos, se encargó de la regencia el cardenal Cisneros.

Carlos I llegó a España rodeado de una corte flamenca entre la que repartió los principales cargos de gobierno. Poco después, y pese a la oposición castellana, se coronó emperador de Alemania con la idea de unificar Europa en un solo imperio cristiano, es decir, restaurar el Sacro Imperio Romano. Este rey se distinguió especialmente por la defensa a ultranza de la fe católica y el enfrentamiento con Francia.

Carlos I abdicó el imperio a favor de su hermano Fernando y el reino de España en su hijo Felipe II, quien prosiguió el empeño de su padre. Tampoco pudo realizarlo debido a la oposición europea a la hegemonía española. Logró una breve unión con Portugal y durante algún tiempo su poderío fue tal que pudo decir: "En mis dominios no se pone el sol". Su defensa del catolicismo le llevó a enfrentarse con los turcos y los  venció en Lepanto (1571), pero no tuvo igual suerte con los protestantes ingleses y el desastre de la Armada Invencible  marcó el fin de la supremacía naval española.

Aun contando con las fabulosas riquezas conseguidas tras la conquista de América, la economía española se encontraba en un estado lamentable, y la primera muestra de ello fue la rebelión de los comuneros. Este grupo de  burgueses e hidalgos castellanos opuestos a las ideas imperiales de Carlos I fue derrotado en Villalar.

La empresa universal del emperador resultó excesiva para los modestos recursos de la corona española. Cuando el oro de América no bastó, se pidieron créditos a los banqueros alemanes, con lo que en 1539 ya se les debía un millón de ducados y a mediados de siglo la duda ascendía a siete millones. El poderío español era una simple fachada.

Felipe II declaró varias veces la bancarrota de la hacienda española y los impuestos subían frecuentemente debido al desequilibrio de los precios y a los enormes gastos del Estado fuera del reino.

En resumen: las riquezas americanas apenas se detenían a su paso por España para acabar en las arcas de la banca europea. La potencia española era un espejismo y el imperio se desmoronó en el siglo siguiente.

Cisneros fue el fundador de la Universidad de Alcalá, pronto famosa en toda Europa. No obstante, la cultura española permaneció estancada al cerrar los reyes sus puertas a las influencias extranjeras para mantener la pureza de la fe católica.

El Renacimiento se desarrolló en España en el siglo XVI, es decir, un siglo después de su aparición en Italia. La primera mitad de este siglo estuvo dominada por movimientos literarios de tipo religioso: ascética y mística; pero en la segunda parte, la literatura se hizo crítica con respecto a la situación del país y nació la novela picaresca.