Durante los siglos XIV y XV, el público se interesaba cada vez menos por la audición íntegra de poemas épicos y pedían a los juglares que recitasen sólo algunos pasajes. Estos fragmentos de cantares de gesta cobraron independencia y vida propia por su emoción, dramatismo y peculiar valor poético.

Métricamente van cobrando uniformidad y las series de dieciséis sílabas, monorrimas en asonante, al convertirse en romance pasan a ser octosílabos que riman en asonante los pares, quedando libres los impares.

Los juglares al buscar nuevos temas de inspiración ya no pensarán en el largo poema, sino que compondrán alguna de esas formas breves que se designarán luego con el nombre de romances.

A los romances compuestos en el transcurso de los siglos XIV y XV, y que conocemos a través de las primeras colecciones impresas durante el siglo XVI, se los denomina viejos para distinguirlos de los que a imitación de ellos compusieron escritores célebres a partir del siglo XVI y que se llaman nuevos o artísticos.

1. Fragmentarismo narrativo: el poema fija su atención en un momento determinado de la acción.

2. Sencillez de recursos: las descripciones son cortas y realistas.

3. Fórmulas expresivas usuales: son frecuentes las repeticiones.

De acuerdo con los temas y la procedencia puede establecerse la siguiente clasificación:

1. Romances de tema épico-nacional. Se inspiran en personajes y hechos cantados ya por la poesía épica (Los infantes de Lara, El Cid, etc.).

2. Romances de tema histórico. Son noticieros de sucesos recientes. Continuaron la función literario-informativa de los cantares de gesta.

3. Romances novelescos. Desarrollan asuntos amorosos y caballerescos. Están muy emparentados con el folclore y los libros de caballería europeos.

I

La pérdida de España

Las huestes de don Rodrigo

desmayaban y huían

cuando en la octava batalla

sus enemigos vencían.

5    Rodrigo deja sus tiendas

y del real se salía:

Solo va el desventurado,

que no lleva compañía.

El caballo de cansado

10    ya mudar no se podía:

de en cada lid que venciese

al rey le haber demandado.

Y el rey se lo prometía

siempre que andaba lidiando,

15    mas después no se lo daba

cuando en paz y sosegado;

como otras veces hacía

aquestas se lo ha negado.

Bernando, con gran pesar,

20    no quiso ir más a palacio,

antes sin servir al rey

gran tiempo estuvo encerrado,

que ningún cabo salía

ni cabalgaba a caballo

25    ni más de cosa en el mundo

mostraba tener cuidado.

Camina por donde quiere,

que no le estorba la vía.

El rey va tan desmayado,

30    que sentido no tenía:

muerto va de sed y hambre,

que de velle era mancilla;

iba tan tinto de sangre,

que una brasa parecía.

35    Las armas lleva abolladas,

que eran de gran pedrería;

pena le daba el placer,

de lo triste era pagado,

ya no curaba de fiestas,

40    a que él era aficionado;

todo pesar y tristeza

le era a él muy gran descanso;

de aquesto pesaba mucho

a todos los hijosdalgo,

45    que bien quisieran que el rey

le hubiera a su padre dado,

pues tantas veces por él

era de muerte escapado

sin jamás perder batallado

50    con él hubiese entrado.

 

II

La jura de Santa Gadea

 

En Santa Gadea de Burgos,

do juran los hijosdalgo,

allí toma juramento

el Cid al rey castellano,

5    sobre un cerrojo de hierro

y una ballesta de palo.

Las juras eran tan recias

que al buen rey ponen espanto.

-Villanos te maten, rey,

10    villanos que non hidalgos;

de las Asturias de Oviedo,

que no sean castellanos;

abarcas traigan calzadas,

que no zapatos con lazo;

15    traigan capas aguaderas

no capuces ni tabardos;

con camisones de estopa,

no de holanda ni labrados;

cabalguen en sendas burras,

20    que no en mulas ni en caballos;

las riendas traigan de cuerda,

no de cueros fogueados;

mátente por las aradas,

no en camino ni en poblado;

25    con cuchillos cachicuernos,

no con puñales dorados;

sáquente el corazón vivo,

por el siniestro costado,

si no dices la verdad

30    de lo que te es preguntado:

si tú fuiste o consentiste

en la muerte de tu hermano.

Las juras eran tan fuertes

que el rey no las ha otorgado.

35    Allí habló un caballero

de los suyos más privado:

-Haced la jura, buen rey,

no tengáis de eso cuidado,

que nunca fue rey traidor

40    ni Papa descomulgado.

Jura entonces el buen rey

que en tal caso no se ha hallado.

Después habla contra el Cid

malamemte y enojado:

45    -Mucho me aprietas, Rodrigo,

Cid, muy mal me has congurado;

mas si hoy me tomas la jura,

después besarás mi mano.

-Por besar mano de rey

50    no me tengo por honrado;

porque la besó mi padre

me tengo por afrentado.

-¡Vete de mis tierras, Cid,

mal caballero probado,

55    y no entres más en ellas

desde este día en un año¡

-Que me place, dijo el Cid,

que me place de buen grado,

por ser la primera cosa

60    que mandas en tu reinado.

Tú me destierras por uno,

yo me destierro por cuatro.

Ya se partía el buen Cid

sin al rey besar la mano;

65    y se parte de sus tierras,

de Vivar y sus palacios.

Con él iban los trescientos

caballeros hijosdalgo;

los unos iban en mula

70    y los otros, a caballo;

todos llevan lanza en puño

con el hierro acicalado,

y llevan sendas adargas

con borlas de colorado.

75    Por una ribera arriba,

al Cid van acompañando;

acompañádolo iban

mientras él iba cazando.

 

III

Romance de don Rodrigo de Lara

A cazar va don Rodrigo,

y aun don Rodrigo de Lara,

con la gran siesta que hace,

arrimándose ha a una haya,

5    maldiciendo a Mudarrillo,

hijo de la renegada,

que si a las manos le hubiese,

que le sacaría el alma.

El señor estando en esto.

10    Mudarrillo que asomaba:

-Dios te salva, caballero,

debajo la verde haya.

-Así haga, a ti, escudero

buena sea tu llegada.

15    -Dígasme tú, el caballero,

¿cómo era la tu gracia?

-A mí me dicen don Rodrigo,

y aun don Rodrigo de Lara,

cuñado de Gonzalo Gustos,

20    hermano de doña Sancha;

por sobrinos me los hube

los siete infantes de Salas.

Espero aquí a Mudarrillo,

hijo de la renegada,

25    si delante lo tuviese,

yo le sacaría el elma.

-Si a ti te dicen Rodrigo,

y aun don Rodrigo de Lara,

a mí Mudarra González,

30    hijo de la renegada,

de Gonzalo Gustos hijo,

y alnado de doña Sancha;

por hermanos me los hube

los sietes infantes de Salas;

35    tú los vendiste, traidor;

en el mal de Arabiana;

más si Dios a mí me ayuda,

aquí dejarás el alma.

-Espéresme, don Gonzalo,

40    iré a tomar las mis armas.

El espera que tú diste

a los infantes de Salas:

¡Aquí morirás, traidor,

enemigo de doña Sancha".

Cuenta una de las leyendas literarias más antiguas, recogida en un cantar de gesta y, posteriormente, en la 'Primera Crónica General' la historia de una terrible venganza familiar, perpetrada, tal vez, en el siglo X. A ella se refiere el romance anterior.

La leyenda dice que Ruy Velázquez, enojado con los infantes de Lara (o de Salas), porque éstos habían ofendido a su mujer, doña Lambra, hizo caer a los infantes en una emboscada, de forma tal que fueron decapitados por los moros, quienes mostraron sus cabezas ensangrentadas al padre de aquellos, Gonzalo Gustios (o Gustos), a la sazón prisionero en la corte de Almanzor. La segunda parte de la leyenda narra una nueva venganza. Mudarra González, hijo de Gonzalo Gustios y de una mora, busca a Ruy Velázquez ("el Rodrigo de Lara" del romance)...

IV

Romance del conde Arnaldos

¡Quién hubiera tal ventura

sobre las aguas del mar

como hubo el conde Arnaldos

la mañana de San Juan!

5    Andando a buscar la caza

para su falcón cebar,

vio venir una galera

que a tierra quiere llegar:

las velas trae de seda,

10    la ejarcia de oro torzal,

áncoras tiene la plata,

tablas de fino coral.

Marinero que la guía,

diciendo viene un cantar,

15    que la mar ponía en calma,

los vientos hace amainar;

los peces que andan al hondo,

arriba los hace andar;

las aves que van volando,

20    al mástil las hace posar.

Allí habló el conde Arnaldos,

bien oiréis lo que dirá:

-Por tu vida, el marinero,

dígasme ora ese cantar.

25    Respondióle el marinero,

tal respuesta le fue a dar:

-Yo no digo mi canción

sino a quien conmigo va.

 

V

Romance del prisionero

Que por mayo era, por mayo,

cuando hace la calor,

cuando los trigos encañan

y están los campos en flor,

5    cuando canta la calandria

y responde el ruiseñor,

cuando los enamorados

van a servir al amor;

sino yo, triste, cuitado,

10    que vivo en esta prisión;

que ni sé cuándo es de día

ni cuándo las noches son,

sino por una avecilla

que me cantaba al albor.

15    Matómela un ballestero;

déle Dios mal galardón.

Mas quien ahora me diese

un pájaro hablador,

siquiera fuese calandria,

20    o tordico o ruiseñor;

criado fuese entre damas

y avezado a la razón,

que me lleve una embajada

a mi esposa Leonor,

25    que me envíe una empanada,

no de trucha ni salmón,

sino de una lima sorda

y de un pico tajador:

la lima para los hierros,

30    pico para el torreón.

Oídolo había el rey,

mandó quitar la prisión.

 

VI

El arriero de Bembibre

Caminito de Bembibre

caminaba un arriero,

buen zapato, buena media,

buena bolsa con dinero.

5    Arreaba siete machos,

ocho con el delantero,

nueve se pueden contar

con el de la silla y freno.

Detrás de una encrucijada

10    siete bandidos salieron:

-¿A dónde camina el mozo,

a dónde va el arriero?

-Camino para Bembibre

con un recado que llevo.

15    -A Bembibre iremos todos

como buenos compañeros.

-De los siete que aquí vamos

ninguno lleva dinero.

-Por dinero no asustarse

20    que el dinero yo lo tengo.

Que tengo yo más doblones

que estrellitas tiene el cielo,

Ellos como eran ladrones

se miraron sonriendo.

25    Ya llegaron a una venta,

echaron vino y bebieron

y el primer vaso que echaron

fue para el mozo arriero.

-Yo no bebo de ese vino

30    que me sirve de veneno,

que lo beba el rey de España

que yo por mí no lo bebo.

Al oír estas palabras

los puñales relucieron.

35    El arriero sacó el suyo,

que era de brillante acero.

Del primer golpe que dio,

los siete retrocedieron;

al segundo que tiró,

40    cinco cayeron al suelo.

Gritos daba la ventera

por ver si la oía el pueblo.

Ha llegado la justicia,

le han llevado prisionero.

45    Escribe una carta al rey,

contándole aquellos hechos.

Cada renglón que leía

el rey se iba sonriendo.

-Si mató cinco ladrones,

50    como si matara ciento.

Siete reales tiene el mozo

mientras viva en este reino.