UNA CRÍTICA ILUSTRADA AL TRIBUNAL DE LA INQUISICIÓN

Un tribunal que llegó a ser poderoso en el sur de Europa, en las Indias, en el Nuevo Mundo, y en el que la fe no ordena creer, ni la caridad aprobarlo, y que más bien la religión reprueba, aunque esté formado por ministros suyos, y cuyo nombre no ha podido Francia acostumbrase a pronunciar sin terror, condenó a un célebre astrónomo por haber sostenido el movimiento de la tierra y lo declaró hereje (...). Así el abuso de autoridad espiritual, unida a la temporal, obligaba al silencio a la razón, y poco faltó para que se prohibiera pensar al género humano.

D´Alembert, Discurso preliminar de la Enciclopedia.