UNA CRISIS DE SUBSISTENCIA

El frío comenzó a finales de octubre de 1708 (…). El viento giró al norte, la lluvia que había estado cayendo a lo largo de todo el día se convirtió en hielo y nieve y se vio entonces una advertencia de lo que sucedería después a causa de la nieve, que se heló en los árboles, haciéndose tan pesada que ramas enormes sucumbieron ante tal peso y cayeron a tierra, (...) Nadie soportó este frío, muchos hombres murieron (...) El trigo se marchitó, las viñas se secaron, ni los árboles más altos, ni los robles, ni los frutales, pudieron soportarlo (...). Finalmente, después de tres semanas de frío, que se incrementó progresivamente, llegó el deshielo (...) El número de pobres creció increíblemente porque las lluvias del año anterior fueron malas y dañaron las cosechas de cereales... Los pobres del campo no tenían ningún tipo de ayuda y ya no les quedaban en su huerto ni berzas ni puerros, así que marcharon en masa a las ciudades para beneficiarse de la caridad de sus habitantes (...) Fueron forzados, con la amenaza de graves castigos, a volver a sus casas (...) Cada parroquia se suponía que debía alimentar a sus propios pobres, que sería como obligar a los pobres a alimentar a los pobres. Así esos encantadores decretos quedaron sin efecto, y la única manera de ayudar a los pobres, bajando los impuestos, que les aplastaban, nunca se llevó a cabo. Por el contrario, se incrementaron.

Jeffrey Kaplow, Francia en vísperas de la revolución.