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BERNINI:  ÉXTASIS DE SANTA TERESA.

              Cuando Bernini esculpió más tarde el Éxtasis de Santa Teresa para una capilla de la iglesia romana Santa Maria della Vittoria pretendía por medios similares despertar una emoción más religiosa. San Ignacio había dado mucha importancia al valor que tiene para un cristiano revivir las experiencias emocionales de la Pasión de Cristo, su Resurrección y Ascensión; y meditar sobre los tormentos del infierno y sobre la felicidad de la comunión con Dios. Bernini, como tantos otros en aquella época, hizo los ejercicios espirituales prescritos por San Ignacio. La función del grupo de santa Teresa es que la persona arrodillada bajo el altar penetre en la mística experiencia de la santa. Según ella misma, un ángel la visitó armado con un dardo rosado acabado en una punta de llama. El ángel hundió varias veces el dardo en su corazón produciéndole un dolor intenso, pero dejándola al mismo tiempo consumida por el amor de Dios. Bernini nos ofrece de nuevo una imagen momentánea: el momento en que el ángel levanta el dardo para volverlo a clavar. Pero lo que realmente nos presenta es una visión del hecho. Cuando nos arrodillamos en la capilla el artista ha creado ante nuestros ojos esta visión. De hecho, el grupo escultórico de la santa y el ángel es sólo una parte de la visión total. La santa, esculpida en mármol pulido blanco, cae desvanecida hacia atrás sobre una nube de color más oscuro, mientras los rayos dorados de la iluminación divina se esparcen desde arriba, iluminados por una ventana oculta. En la bóveda superior, los cielos se abren revelando más ángeles. Y la autenticidad de la visión queda reforzada por la irrupción de la estructura arquitectónica hacia nosotros y por la presencia de las figuras de fieles esculpidas en balcones a cada lado de la capi­lla poco profunda.

              Sería una gran exageración definir la capilla como obra típica de la arquitectura barroca; ninguna obra por sí sola puede serlo, y menos una capilla cuyo simple plano rectangular fue un legado de un período anterior. (...) En la capilla de Bernini la escultura, la arquitectura y la pintura se funden y se convierten en una sola cosa, y en lugar de sentirnos intrusos, nos atrae. En este sentido podríamos decir que la arquitectura romana barroca es dinámica como el David de Bernini, y que la arquitectura del Renacimiento es estática, aunque tensa y poderosa, como el David de Michelangelo.

              También podríamos decir que en el Éxtasis de Santa Teresa la escultura asume algunas de las cualidades de la pintura. La situación del grupo dentro de su marco arquitectónico, y la iluminación procedente de la ventana oculta, refuerza la impresión de color que proporciona el dorado y la utilización de mármol de colores. También los ángeles y las nubes pintadas en la bóveda tienen una cierta cualidad escultórica, porque crean la ilusión de una forma tridimensional. (. . .)

              Pero, en general, los escultores, pintores y arquitectos trabajaban con medios distintos. El escultor y el pintor quizá deseen ofrecer ilusiones de la realidad similares, pero mientras el escultor puede crear formas tridimensionales visibles con luz real, el pintor sólo puede sugerirlas utilizando el color sobre una superficie plana. Y normalmente el arquitecto es el único que crea espa­cios a través de los cuales podemos movernos realmente.

 M.y R.- Mainstone.- El S: XVII. Ed. Gustavo Gili. Barcelona. 1985. Págs. 16-20