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Mudéjares Y MORISCOS.‑

         Era mudéjar toda aquella persona que, conservando su credo religioso islámico, vivía como súbdito en territorio cristiano. Para Isidro de las Cagigas, el mudéjar era un rezagado que se aferraba a su país de origen y que voluntariamente se sometía a un poder extraño, no islámico. En otro lugar apunta que el mudejarismo es también una protección que dispensaba la ley cristiana a súbditos musulmanes.

Fernández y González hacía derivar el término mudéjar de las expresiones árabes mudechchan o mudegian y ahldechn, que significa gentes de permanencia, los que no emigran y se quedan donde están.

El término aparece registrado por analistas árabes como Aben‑Jaldon y Al‑Maccari. En textos de escritores cristianos se registra su uso ya desde el siglo XIII, como es el caso de fray Raimundo Martín, quien emplea la voz mudayyan, de la que derivaría la expresión hispánica, según Cagigas. La voz mudéjar aparece usada con frecuencia por los cronistas de los Reyes Católicos. También lo registran Garibay y Cervantes.

Oprobio y alabanza.‑ Mármol de Carvajal consideraba que el término mudéjar vendría de Degel, nombre de oprobio con que los designaban sus propios correligionarios: Los mudéjares vienen de los álábares y de los agemes africanos y de otras naciones, y con los que se quedaron en España en los lugares rendidos por vasallos de los reyes cristianos, a los cuales, porque servían contra los otros moros, les llamaban por oprobio mudegelin, nombre tomado de Degel, que es un arábigo Anticristo, y no por ser de casta de judíos, como algunos han pensado. En otro lugar los describe como la mejor gente de guerra.

Sebastián de Covarrubias, por su parte, creía que el significado etimológico de la palabra mudexar era el de moros vasallos de los cristianos. Haedo habla de modéjar. No la registran Alonso de Palencia ni el Diccionario de Autoridades. La expresión fue admitida por la Real Academia en 1884.

Una pragmática de 12 de febrero de 1502, que contravenía capitulaciones anteriores, ordenaba a todos los musulmanes de Castilla y León, excepto a los varones de menos de catorce años y las niñas menores de doce, abandonar el reino antes de abril del citado año. Para escapar a esto los mudéjares van a optar por la conversión al cristianismo, más que por una sincera convicción religiosa por conveniencias sociales y económicas. La conversión fue general en todas partes. Así lo prueba el acta de sesión de 6 de mayo de 1502 de Talavera, donde se anota: ya non ay moros. En un informe de 24 de abril se anota que toda la aljama de Ávila, unas 2.000 almas, se convertiría.

A partir de esta conversión forzada, los mudéjares dejarán oficialmente de serlo y se con­vertirán en moriscos, expresión que en su época tenía un matiz claramente peyorativo.

La conversión forzada de los antiguos mudéjares hizo que muy pronto se dudara de la sinceridad de sus sentimientos y que se convirtieran en blanco preferido de la Inquisición. Esta reticencia sobre la sinceridad de las convicciones religiosas del morisco perdurará con el paso del tiempo, y queda reflejada perfectamente en la literatura y en escritos de analistas de la época.

Los moriscos.‑ Según Caro Baroja, el término morisco tiene una raíz latina de un lado, mauriscus, y griega vulgar de otro, mauriskós. Covarrubias da de los moriscos la siguiente definición: Los convertidos de moros a la Fe Catholica, y si ellos son católicos, gran merced les ha hecho Dios y a nosotros también.

La palabra morisco la encuentra Bernard Vincent empleada como nombre por primera vez en 1521, lo que no quiere decir que con anterioridad a esta fecha no se hubiera empleado ya. García Arenal hace notar que es en los primeros años de la década de 1530 cuando el término morisco se comienza a utilizar al menos con tanta asiduidad como el de cristiano nuevo de moro. Se hace frecuente en 1557 y se impone de manera absoluta a partir de 1570. Antes existía todo un rosario de denomina­ciones: cristianos nuevos de moro, cristianos nuevos de morisco, nuevamente convertidos, y también elches y tagarinos.

Para Isidro de las Cagigas lo morisco no es una nueva minoría, sino la misma que antes veníamos llamando mudéjar, aunque el estatuto del morisco no sea en modo alguno el mismo que amparaba al mudéjar.

Con el decreto de expulsión (1609‑161l), ordenado por Felipe III, termina la existencia de los moriscos en nuestro país.

 Gregorio J. Tejedor Micó.‑ Mudéjar.‑
Historia 16.
Nº 146; Año XIII Junio de 1988. Págs. 86‑88