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CÓRDOBA: CIUDAD MUSULMANA.-

            El plano de las ciudades hispano-árabes no se diferenciaba del de las demás ciudades musulmanas de la Edad Media. Su núcleo central estaba formado generalmente por el mercado que consistía en una densa red de callejuelas estrechas, en las cuales una tienda lindaba con otra y un taller con otro, ya que aparte de las distintas ramas del comercio se alojaban allí también los oficios menores, cada gremio en su callejuela o barrio. Por lo general, el mercado estaba situado alrededor o cerca de la mezquita mayor. Unas cuantas calles más importantes conducían de las puertas de la ciudad al mercado. Raras veces eran mas anchas que lo estrictamente necesario para que pudieran cruzarse dos acémilas cargadas, conducidas en sentido contrario. Los barrios residenciales se extendían desde el mercado hasta las murallas. Estaban construidos sin un plano rígido, conforme se iban formando y uniendo bloques. . . Las casas recibían luz y aires de sus patios interiores que a veces se ampliaban formando jardines rodeados de muros... A lo largo de las calles principales, que conducían desde las puertas al mercado, y que en Córdoba eran excepcionalmente anchas y se iluminaban de noche con antorchas, se movía una corriente ininterrumpida de mulas y burros cargados, jinetes y mozos de cuerda. A los la­dos de estas calles estaban las alhondigas... En el piso de abajo tenían los establos para las bestias de carga; en los pisos superiores habitaciones para los huéspedes y también tenían almacenes para determinados géneros que eran importados o exportados en cantidades apreciables ...

            El comercio de productos manufacturados tenía lugar en las callejuelas del mercado. Los sastres, cintureros, zapateros, silleros, trenzadores... vendían en el mismo lugar; sólo aquellos oficios que requerían instalaciones mas compli­cadas o localizaciones especiales trabajaban fuera del mercado en los barrios extremos de la ciudad .

            Dejando atrás el mercado y las callejuelas de los artesanos en dirección a los barrios residenciales, uno se encontraba acá y allá, en los recodos de las callejuelas, plazoletas con fuentes y sombrajos de parrales. Se abrían puertas de pequeñas mezquitas...  A veces estaban allí las escuelas de los niños, que eran numerosas en la antigua Córdoba.

            En cada barrio, en una de las calles que lo atravesaban, se ponían a la venta los productos alimenticios de uso diario, como carnes, verduras... Además había cocineros que vendían guisos preparados, así como vendedores de asados y confiteros... Los mozos de cuerda esperaban ser contratados y un grupo de músicos aguardaba que se le llamara para una fiesta .

            Siempre que fuera posible cada casa disponía de abundante agua, bien se trajera por medio de cañerías combinadas frecuentemente con mecanismos elevadores, o existiera pozo con garrucha o una cisterna para el agua de lluvia. La limpieza corporal desempeña un papel importante en el Islam, y se sabe que los musulmanes españoles eran especialmente pulcros.

            También por esta razón cada barrio residencial poseía por lo menos una casa de baños de vapor... y sólo cabe asombrarnos de que los reyes cristianos de la Reconquista mandasen destruirlas todas.

Burckhardt, T.- La civilización hispano-árabe.
Madrid. 1981. págs. 59-68