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La ciudad medieval en el gótico
(siglo XII - comienzos del siglo XVI).

             La construcción de catedrales góticas estuvo precedida, desde el siglo XI, por una renovación urbana sin precedentes, cuyo origen está en la nueva expansión económica e industrial de Europa. La ciudad medieval fue en general el resultado de la iniciativa de los comerciantes, preocupados por garantizar su independencia con respecto al poder feudal y por asentar el poder municipal con el fin de favorecer la producción, el comercio y los intercambios en el interior y el exterior. Los poseedores de esta riqueza se protegían detrás de poderosas fortificaciones (Siena, siglo XI; Carcasona, 1240-1285), que podían englobar una fortaleza condal (Brujas, siglo XI) o real (Louvre, París, 11801210). La defensa estaba encomendada a milicias burguesas mantenidas por los acaudalados habitantes que ejercían el poder municipal, que era todo menos democrático.

            Obligada a desarrollarse dentro de este recinto, la ciudad medieval era necesariamente de gran densidad. La red viaria, en la mayoría de los casos, no tenía trazado geométrico salvo en las fortalezas construidas, en el sur de Francia, sobre un plano ortogonal: Montpazier (1284). Más bien estrechas, de amplitud y trazados irregulares, las calles se oponían a la plaza principal que se extendía a los pies del ayuntamiento, dominado por su torre almenada, símbolo del poder municipal (plaza del Campo Siena, 1297-1310). En Lovaina el exuberante decorado del ayuntamiento (1447-1463) es una metáfora de la opulencia burguesa.

            En las ciudades importantes, la plaza del mercado era distinta de la del ayuntamiento. Más aún, las ricas ciudades mercantiles de Flandes construyeron inmensos y suntuosos mercados que incluían almacenes y dependencias, como es el caso de Ypres (1202-1304) o de Brujas (siglos XIII y XIV).

            Cerca de estos lugares, la catedral profusamente decorada pero de accesos poco despejados, no aparecía como un objeto aislado, salvo en Pisa. Estrechamente articulada con su entorno, realzaba los espacios y exaltaba con su esplendor y sus múltiples funciones las aspiraciones de identidad de la ciudad. La ordenación de la ciudad medieval es ajena a cualquier planificación. Sin embargo, en Siena, por ejemplo, las calles principales siguen las tres líneas de los desniveles del emplazamiento, en una relación orgánica con la topografía. Además, todas las ciudades importantes se ordenan mediante reglamentos. Siempre refiriéndonos a Siena, el Ufficiali dell' Ornato (Oficina de Ornamentación) controlaba la organización de las calles. la calidad de las fachadas de las casas; en Londres. a partir del siglo XII la Alcaldía regulaba la construcción de casas privadas obligatoriamente de piedra y dos plantas.

            En casi todas partes el uso habitual de procedimientos constructivos sistemáticos contribuyó, integrando los diferentes programas y tipos arquitectónicos, a la cohesión del paisaje urbano. En los siglos XIV y XV, cuando los grandes encargos religiosos se agotan, la demanda arquitectónica proviene cada vez más de la alta aristocracia y de la gran burguesía de los negocios o la banca, quienes fundan instituciones asistenciales Hospital de Beaune, de Nicolás Rollin, en 1443), que en algunos casos se orientan hacia el prestigio, a veces de forma insolente. Por ejemplo, el hospital Jacques-Coeur, de Bourges (1443-1453), que revela la calidad arquitectónica y el nivel de lujo propio de esa sociedad burguesa, algunos de cuyos miembros habían sido ennoblecidos. Se comprende así el grado de complejidad y de refinamiento alcanzados por la cultura urbana de finales de la Edad Media.

  Gilbert Luigi.- La arquitectura en Europa.-
Acento editorial.- Madrid 1997. Págs. 15-16