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LAS MUY RICAS HORAS DEL DUQUE DE BERRY.-

Obra maestra de los manuscritos iluminados, Las Muy Ricas Horas del duque de Berry (que no se limitan a las magníficas miniaturas de los doce meses del año), justifican su nombre por la profusión y la excepcional calidad de las miniaturas, de las letras floridas y de los -rinceaux- y la suntuosidad de las formas y de los colores, así como el refi­namiento de los dibujos y el realismo de las formas. Estas imágenes aportan numerosa información sobre la vida cotidiana, las mentalidades y los valores del siglo XV. Ofrecen multitud de motivos basados a la vez en una atenta observación de la naturaleza y en el gusto de las magnificencias principescas.

Garantizan la complementariedad entre la grandeza de los príncipes y la labor de los campesinos, entre los esplendores de este mundo y el orden cósmico. Casan las tradiciones francesas y las influencias extran­jeras del norte de Europa y de Italia. Por último, la metamorfosis del libro en sí mismo y la diversidad de los talentos que han colaborado en su realización contribuyen a la complejidad de la historia de su elabora­ción y a la persistencia de los misterios que todavía envuelven a la obra y a sus autores, a pesar de las investigaciones de eminentes especialistas.

Participando en la conquista de una imagen real del mundo y de la naturaleza, los hermanos Limbourg y sus sucesores nos han dejado una crónica de la vida principesca y una enciclopedia de una Edad Media aca­bándose que ve el universo en su estructura cósmica y su jerarquía social.

 

Jean de Berry, un príncipe en la tormenta (1340‑1416).-  Nacido el 30 de noviembre de 1340, Jean era el tercer hijo del rey Jean II le Bon, el hermano de Charles que llegará a ser el rey Carlos V, de Louis que será duque de Anjou y de Philippe le Hardi, futuro duque de Borgoña. Armado caballero en 1352, vivió en un medio cultivado; su padre, del que estuvo muy próximo, amaba la música, la literatura y la pintura. Conde de Poitou en 1346, lugarteniente de los países situados al sur de Loira con Bourges como capital, Jean escapó a la derrota de Poltiers (1356). Se casó con Jearme d'Armagnac, el 24 de junio de 1360, y, tras la tregua de Brétigny, se convirtió en duque de Berry y de Auvergne; pero fue retenido en Gran Bretaña durante más de cuatro años, hasta 1366, para garantizar el pago del rescate de su padre, aunque pudo regresar a Francia de vez en cuando.

Su vida no será más que alternancia de absoluto poder y de ser apartado. Es así como, si participó en la reconquista del oeste de Francia y en la vida de la corte real, cayó en semidesgracia con la muerte de Carlos Y. Pero, como Carlos VI no tenía más que doce años a su llegada al trono, el reino fue gobernado por sus tíos, y el duque de Berry se convirtió en una especie de virrey en el centro y sur de Francia, residiendo lo más frecuentemente en París, en el palacete de Nesle. Los excesos de sus representantes le valieron ser de nuevo apar­tado entre 1389 y 1392. La locura del rey le proporcionó un rol impor­tante en el consejo real, que se esforzaba por restablecer la paz en el reino, por alejar a los ingleses y por poner fin al Gran Cisma de Occidente. Si la muerte de su hijo y heredero, en 1397, le invitó a reti­rarse, debió intervenir en el conflicto entre Philippe de Bourgogne y Louis de Orleáns. En 1401, recuperó su virreinado del centro y del medio; en 1405, fue nombrado capitán general de París. Pero la situa­ción se degradó entre el nuevo duque de Borgoña, Jean sin Miedo, y Louis de Orleáns que fue asesinado. Jean de Berry, por el matrimonio de su hija pequeña, Bonne d'Armagnac, con el duque Charles d' Orleáns, cesó de ser un árbitro entre los dos campos; los borgoñeses y los parisinos saquearon en 1411 su palacete de Nesle y su castillo de Bicêtre. Asediaron Bourges, y el duque fue obligado a hacer fundir gran parte de sus joyas. De vuelta a París, sufrió el contragolpe de la revolución cabochienne‑, hasta el punto de refugiarse en el claustro de Notre‑Dame, antes de que una nueva vuelta en gracia no le devolviera la capitanía de París y la lugartenencia de Languedoc.

La derrota de Azincourt, en 1415, le privó de una parte de su familia. Debilitado moral y físicamente, se apartó ante su yerno el conde de Armagnac y murió el 15 de junio de 1416 en el palacete de Nesle.

 

Las fastuosidades de un gran mecenas y de un bibliófilo sagaz.-  Viviendo en un lujo extraordinario, el duque de Berry, aunque muy rico, apenas pudo hacer frente a los gastos que suponían su amor por las obras de arte, su pasión por construir y su generosidad para con los artistas.

Gran constructor, no poseía menos de diecisiete castillos, pala­cios y palacetes, todos repletos de estatuas de las que pocas nos han lle­gado. Iba de uno a otro, a restaurarles, a ponerlos al gusto del día, a embellecerlos, ayudado por un maestro de obra con mucho talento, Guy de Dammartin, que influenció la arquitectura inglesa. Entre las más céle­bres de sus residencias, debemos citar, al oeste de París, frente al Louvre, el palacete de Nesle, al sur del castillo de Bicêtre, y en algunos lugares de Bourges, el castillo de Mehun‑sur‑Yévre, que se encuentra en Las Muy Ricas Horas, en la página de la Tentación.

Estaba rodeado de pintores, escultores y de arquitectos, con quienes mantenía un trato familiar. Conocemos algunos: André de Beauneveu, que había trabajado para Carlos Y en las sepulturas reales de Saint‑Denis; Jean de Cambral, que esculpió la tumba del duque; Jacquemart de Hesdin, el primero en introducir la realidad del paisaje en los iluminados, y los tres hermanos Limbourg. En la misma época, un pintor de genio iluminaba el Livre d´heures del Mariscal de Boucicaut, aportando una contribución decisiva a la representación de la naturaleza y de las cosas. Otros artistas venían a la corte de Jean de Berry, como Claus Sluter, en 1393, para llevar a cabo trabajos en Dijon por cuenta del duque de Borgoña.

Ajean le gustaba coleccionar tanto los animales exóticos o salva­jes como las obras de arte, conocidos en lo esencial por inventarlos ela­borados por orden del duque: piedras preciosas, piezas de orfebrería sagradas y profanas, tapicerías, bordados, vajillas de oro y de plata... y, sobre todo, los bellos libros que mandaba a los más ilustres iluminado­res que hacía venir de Italia. El guardián de su biblioteca era, además, un milanés, Pedro de Verona. La diversidad de trescientas obras de su biblioteca, que recibió como regalo o compró, testimonian su curiosidad universal: cuarenta y un crónicas, treinta y ocho novelas de caballería, veinticuatro obras científicas como Del Cielo, de Aristóteles, y el Livre de la sphére de Nicolás de Oresme, traducciones de clásicos de la Antigüedad, y, sobre todo, al menos un centenar de libros de piedad: Biblias, salterios, breviarios, misales, libros de horas etc.

Los libros de horas, en número de quince, constituían una parte importante de su biblioteca. Eran breviarios para laicos que contenían los salmos y las oraciones que se debían recitar en horas precisas, las siete horas canónicas, y cuya composición dependía de los gustos del comandatario, a excepción del calendario inicial. Si bien no todos están ilustrados, la mayoría son de una calidad artística excepcional, y la decoración ocupa un lugar cada vez más importante. La edad de oro de esta literatura piadosa se sitúa entre 1350 y 1480. Las Muy Ricas Horas son la obra maestra del género y el florón de la biblioteca del duque; pero antes hizo llevar a cabo una prestigiosa colección, debida a artis­tas como Jean le Noir, el maestro del paramento de Narborme, Jacquemart de Hesdin y los hermanos Limbourg: Pequeñas Horas rea­lizadas antes de 1385, Horas de Bruselas o Muy Bellas Horas, acabadas en 1402, Grandes Horas, terminadas en 1409, Bellas Horas, ejecutadas entre 1408 y 1410, Bellas Horas de Notre‑Dame, todavía inacabadas en 1413

 

La larga obra de las muy ricas horas: desde los Limbourg a Jean Colombe.- Como muchos libros de horas, Las Muy Ricas Horas han sido una larga obra que se ha extendido durante el siglo XV y que ha sido el trabajo de todo un equipo a partir de una maqueta inicial: calígrafos, decoradores de las iniciales, pintores de iluminaciones pequeñas y gran­des, de decoraciones marginales.

El plan de la obra fue elaborado por demanda del duque de Berry, y después modificado por los hermanos de Limbourg, que han comenza­do la ejecución de ésta entre 1410 y 1416. Originarios de Nimegue, en el ducado de Gueldre, entre Meuse, y Rhin, hijos de un escultor, Arnold de Limbourg (llamado también Arnold Malouel y Arnold d'Aix‑la­ Chapelle), sobrinos de Jean Malouel, pintor oficial de Philippe le Hardi y de Jean sin Miedo, los tres hermanos, Paul, Jean y Hermann, que son cali­ficados en 1402 de iluminadores del duque de Borgoña, trabajaron hasta su muerte en 1404 en una Bible moralisée; después pasaron al servicio de Jean de Berry, para quien realizaron las Bellas Horas (conservadas en Nueva York), entre 1405 y 1408. Residiendo en Bourges, después en el palacete de Nesle, en París, aparecen en las cuentas del Tesoro de Berry, en octubre de 1413, y el 13 de noviembre de 1413 Paul es calificado de cama­rero del duque, como más tarde sus dos hermanos. Los tres desaparecieron en 1416, el mismo año que su mecenas.

Paul ha sido sin duda el jefe, pero no se sabe si ha preparado el tra­bajo de sus hermanos, si los tres de Limbourg, tras haber trabajado jun­tos, se han repartido las miniaturas a pintar y si se han especializado, quién en los monumentos, quién en los rostros, quién en los trajes. Nos ha ten­tado dar a cada uno su parte, pero los resultados nos han parecido muy aleatorios. De hecho, se trata de una obra colectiva, del trabajo de un equi­po que habría realizado el ciclo de la pasión, cuatro miniaturas del calen­dario (enero, abril, mayo y agosto) y las ocho miniaturas excepcionales.

Después, un artista unido a la corte de Carlos VII y de Marie de Anjou habría tomado el relevo, entre 1438 y 1442, para pintar los otros meses que reflejan una inspiración diferente aunque también refinada; no son más escenas de la corte, sino el trabajo de los campesinos, y los castillos que figuran pertenecen al rey.

En un tercer tiempo, el pintor Jean Colombe, nacido y muerto en Bourges (1430 ó 1435‑1493), hermano del escultor Michel Colombe, tras haber realizado un Apocalypse figurée por cuenta de Carlos I de Saboya (1482), las Heures de Louls de Laval y el Romuléon del almi­rante Louis Malet de Graville, terminó Las Muy Ricas Horas hacia 1485 para Carlos I. Debemos reconocer que su arte, en la iluminación de noviembre, es más rudo y menos elegante que el de los Limbourg.

Se puede pues pensar, sin tener una certeza absoluta, que Las Muy Ricas Horas, tras la muerte de Jean de Berry, en 1416, han permanecido en la biblioteca del rey de Francia a quien el duque había instituido su legatario universal, antes de pasar, hacia 1480, bajo forma de donación, a la casa de Saboya, en Chambéry, más tarde a Turín. Después de que el manuscrito hubo estado entre las manos de la familia Spinola, Victor Amédée II hizo de él un regalo, hacia 1720, a la biblioteca real de Turín. En 1856, el duque de Aumale, "uno de los más grandes coleccionistas de todos los tiempos" (G. Bazin), lo compró del barón Félix de Margherita, heredero del marqués Jéróme Serra.

De las doscientas seis hojas de Las Muy Ricas Horas conservada en el museo Condé de Chantilly, reproducimos las catorce primeras, e decir el calendario que indicaba el significado y la oración de cada día, el hombre anatómico. Cada mes consta de dos páginas, una para e calendario y la otra para la miniatura coronada por una semicircunferencia. El calendario da sucesivamente de izquierda a derecha el número de oro en cifras romanas, la letra dominical, los días de las nonas idus y calendas, la lista de los santos, la duración del día en horas minutos, el número de oro nuevo. En el semicírculo, por encima de la miniaturas, los signos del zodíaco rodean el carro del sol.

 Jean Dufournet .- Las Muy Ricas Horas del Duque de Berry.-
Biblioteca de la imagen. Págs. 2-7