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ARTE MUSULMÁN: Ausencia de la representación humana y sus causas.

             "La cuna árabe del Islam sólo era vagamente consciente de las posibilidades de los símbolos visualmente perceptibles creados por el hombre; no era creativa, pero consumía objetos de calidad diversa procedentes de otros lugares y sabía que otras culturas, incluyendo las que eran vecinas, erigían caprichosos edificios, pintaban cuadros, modelaban esculturas y, a veces, incluso dotaban a estas creaciones de un cierto carácter sa­grado. Pero estos significados dados a las formas eran primitivos o limitados y, en general, no había otro estímulo estético que el de poseer un objeto "bonito". Tampoco los hubo en el Corán ni en el mensaje del Profeta, que ponía su énfasis en un Dios único radicalmente distinto de la visión divina cristiana, y en un determinado modo de vida para la comunidad de los fieles. Durante el primer siglo que siguió a la conquista, los musulmanes entraron en contacto directo con la fantástica riqueza artística del Medite­rráneo y el Irán. Quedaron fuertemente impresionados por aquel mundo en que las imáge­nes, edificios, objetos, eran manifestaciones activas de posición social, religión, sumisión política y posturas intelectuales o teológicas. Como han demostrado muchas investigaciones recientes, el mundo cristiano estaba, en aquella época, inmensamente orgulloso de su manera sofisticada de utilizar lo visual, así como de su dominio técnico de lo bello. En lo que respecta al Irán,  la cuestión no está tan clara, pero a la vista de la riqueza de la imaginería religiosa y de los objetos lujosos identificados en el Asia central, se puede suponer que existía un desarrollo igual o similar en los territorios al este de Bizancio. Es innecesario decir que los musulmanes quedaron impresionados por la complejidad artística del mundo conquistado. Utilizando el término introducido recientemente …, fueron claramente “tentados” y podemos probar su acumulación de riquezas así como sus nuevas costumbres de vida lujosa y su búsqueda de símbolos visuales propios, incluyendo representaciones de personajes y cosas. Pero la búsqueda se detuvo, o mejor dicho, en el arte oficial de las mezquitas y las monedas se produjo una sustitución de los temas antiguos, que utilizaban constantemente seres vivos, por la escritura o por modificaciones conscientes de los modelos utilizados. Estas sustituciones todavía tenían un contenido iconográfico, pero les faltaba un elemento que tendía a ser "de rigor" en tradiciones anteriores o contemporáneas: las representacio­nes de seres vivos. Aunque existen nobles excepciones, este alejamiento o rechazo de las representaciones se extendió más allá de los limites del arte oficial y llegó al arte privado. Hacia el final del S. VIII los pensadores musulmanes se preguntaban qué era lo que había causado este cambio y respondían recurriendo a pasajes accidentales del Corán e interpretando de nuevo la vida del Profeta.

            ¿Por qué, históricamente hablando, tuvo lugar este cambio de la indiferencia en oposición? Generalmente se ha pensado ‑ creo que muy acertadamente ‑ que la doctrina (o al menos parte de ésta) de la oposición a las representaciones no precedió sino que siguió al abandono parcial efectivo de dichas representaciones. Por lo tanto no podemos encontrar una explicación a través del impacto de un pensamiento específicamente musul­mán. Algunos han sostenido que existía una oposición a las imágenes básicamente semíti­ca que podría haber adquirido relieve al formarse el imperio árabe. Esta explicación, aparte de estar bastante mal enfocada desde el punto de vista étnico, se ve debilitada por la existencia de un arte avalado por entidades semíticas desde los tiempos akkadia­nos. Otros han afirmado que se debió a la influencia directa del judaísmo, y es cierto que los judíos conversos tuvieron un papel importante en la formación de muchos aspectos del pensamiento islámico primitivo Se dice además que diversos acontecimientos de ca­riz iconoclasta, como el edicto de Yazid, fueron inspirados por los judíos, Es, en efecto muy posible que los argumentos y el pensamiento judaicos jugaran un papel importante en la formación de una doctrina contra las imágenes, pero me parece menos probable que fueran ellos quienes la desataran, principalmente porque las doctrinas e incluso la mayoría de las manifestaciones acerca de las artes, siempre aparecen primero como un re­flejo de la presencia de una obra de arte, no como una postura intelectual. Por otra parte en un caso ‑las monedas ‑ en que las imágenes se abandonaron oficialmente y don­de el proceso se puede seguir con bastante precisión, no hay indicios de influencia judía ni es probable que la hubiera.

            Es más sencillo afirmar que la formación de la actitud musulmana hacia las artes no fue el resultado de una doctrina ni de una influencia intelectual o religiosa concreta. Fue más bien consecuencia de la impresión que en los árabes produjeron las artes reinantes. O, por decirlo de otro modo, el Islam irrumpió en la escena en el momento en que más que en ninguna otra época anterior o posterior las imágenes estaban ligadas más estrechamente a sus prototipos que a sus espectadores, cuando las facciones religiosas y políticas combatían entre sí por medio de imágenes, cuando la cristología más compleja se introducía en los símbolos públicos de las monedas. En este mundo singular, el nuevo Islam pudo elegir la competición e intentó en algunas monedas desarrollar un sistema simbólico propio. La dificultad, sin embargo no estaba en que el mundo cristiano en particular había llegado a una tremenda sofisticación en la utilización de las formas sino también en que para tener sentido un sistema simbólico identificativo compuesto de formas visuales tiene que ser conocido y aceptado por todos aquellos a quienes va destinado. Si utilizaba aunque fuera modificándolos los términos de una cultura anterior y más desarrollada el Islam perdería su naturaleza singular. Por otra parte el pasado árabe con su debilidad visual no proporcionaba al Islam formas visuales que pudieran ser comprendidas por otros ni la sofisticación técnica necesaria para manipular las formas existentes. La reforma de Abd al-Malil‑ cristalizó y formalizó una actitud que se había desarrollado en la comunidad musulmana, según la cual la común utilización especifica de las representaciones tendía a la idolatría y ningún sistema visual comprensible aparte de la escritura y los objetos inanimados podía evitar la confusión con el mundo extraño de los cristianos y, posteriormente por extensión, de los budistas o de los paganos. Fueron por tanto causas políticas e ideológicas del mundo cristiano de finales del S. VII, las que esencialmente condujeron al Islam a este particular punto de vista. Porque el primitivo Islam trató de definirse a sí mismo en una compleja relación con el Imperio bizantino. Esto se refleja claramente en muchos de los relatos que describen las acuñaciones de Abd al-Malik o la traída de trabajadores de Constantinopla para hacer los mosaicos de Damasco; la mayoría de estos relatos describen los dos acontecimientos como un reto al emperador bizantino y su some­timiento al califa respectivamente. La auténtica verdad histórica tiene aquí menos impor­tancia que el ánimo sugerido.

            Para concluir podemos decir que bajo la influencia del mundo cristiano de la época el Islam buscó símbolos visuales oficiales propios pero no pudo desarrollar símbolos figurativos debido a la singular naturaleza de las imágenes en el mundo contemporáneo. Lo que condujo a la actitud musulmana fueron unas circunstancias históricas concretas no una ideología ni ningún carácter étnico místico"

 GRABAR, Oleg.- La formación del arte islámico .-
Ed. Cátedra. Arte. Madrid 1984. págs. 104-106