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happening   y   artes   procesuales.-

        Un Happening es una obra de arte que lleva consigo la participación de personas y objetos dentro de un marco o situación dada. Entre las definiciones que se han dado del happening señalamos las siguientes:

1. “Una forma teatral concebida premeditadamente, en la que elementos alógicos, inclusive la actuación no subordinada a modelos, se organizan en una estructura divida en compartimientos” (Michael Kirby).

2. “El happening es ante todo un medio de expresión plástica. Al colocar físicamente a la pintura en (y no, a la manera de Pollock, por encima de) su verdadero contexto subconsciente; el happening efectúa las transmisiones, introduce al testigo directamente en el acontecimiento... es un arte plástico. pero su naturaleza no es exclusivamente “pictórica”; es también cinematográfica, poética, teatral, alucinatoria, social­, dramática, musical, política, erótica, psicoquímica” (Jean-Jacques Lebel).

3. “Una situación repentina sin argumentos” (M. McLu­han).

        El origen del happening habría que buscarlo en el surrealismo, en el llamado Teatro de la crueldad de A. Artaud y en la práctica misma del collage (entendido éste en su sentido más amplio, que abarca tanto fragmentos u objetos como acciones o personas). El Happening establecía una relación estrecha con el público, inmerso, generalmente, en los espectáculos, reclamando su participación. En el happening intervenían, además, tres medios expresivos: el plástico-visual, el musical (sonidos y ruidos) y el teatral (monólogos y diálogos), aunque a veces incorporaban olores. A pesar de que hacían uso de situaciones espontáneas, no se trataba de meras improvisaciones; el artista-creador preparaba un guión en el que se indicaban el escenario y las acciones, aunque dejaba los detalles a la libre elección de los actores-espectadores. Los trabajos del músico John Cage -sobre todo, sus Conciertos en Black Mountain (1951-1952)- podrían considerarse un precedente histórico del Happening.

        Las representaciones de los happenings se realizaban, generalmente, al aire libre, aunque también se desarrollaban en espacios cerrados (tiendas, almacenes, metros, etcétera). El carácter abierto de sus estructuras y la indeterminación espacio-temporal (a veces estas acciones se realizaban en distintos locales y ciudades e, incluso, en diversos momentos, con la intención de romper con el sentido estático del teatro tradicional), hacían casi incompatibles estas manifestaciones con las instituciones artísticas usuales (museos y galerías). Con ello, los creadores de happenings pretendieron mantenerse alejados de los habituales círculos de comercialización. Sin embargo, muchos de estos espectáculos tuvieron como escenario importantes galerías, como la Reben Gallery de Nueva York.

        Fue en los Estados Unidos de América donde se rea­lizaron las primeras manifestaciones de happenning, es­timuladas por las obras neodadaístas de Jasper Johns y de Rauschenberg. En la Reben Gallerg, Kaprow montaría, en octubre de 1959, su primer happening, que llevaba por título 18 happenings in 6 parts. A este siguieron otros, como Coca Cola Shirley Cannonball?, A Spring Happen­ing, The Courtyard, A service for the Dead. Kaprow se sentía muy cercano al automatismo de la «action painting», en especial al de Pollock, porque existían diferencias notables, pues mientras ésta prescindía de la capacidad crítica de reflexión, el «arte acción» de Kaprow activaba no sólo la imaginación, sino también la reflexión, así como el distanciamiento del espectador con respecto a la acción. Con similar intensidad, y dentro del contexto americano, han realizado happenings Robert Whitmann, que trabajó, fundamentalmente con celofán; Claus Oldenburg, que utilizó objetos en movimiento (los hombres entraban, asimismo, en la categoría de “objetos”); y Jim Dine. Para algunos críticos, estos montajes no fueron más que manifestaciones antiburguesas; un rechazo o una crítica al conformismo desplegado por los artistas pop.

        En cambio, en Europa, el happening adoptó un carácter más agresivo y revolucionario, introduciendo en sus montajes motivos o acontecimientos extraídos de la realidad político-social. Pretendió influir sobre ésta para crear una conciencia del individuo, que hiciera “prevalecer en plena realidad el derecho a la vida psíquica”, tal y como aparece recogido en un documento firmado en 1966 por Jean-Jacques Lebel, Wolf Vostell y Jóseph Beuys, entre otros. No obstante, muchas de las situaciones políticas utilizadas no fueron más que simples pretextos para explorar su lado estético y catártico. Para Lebel, que participó en el happening permanente del Barrio Latino en el mayo del 68, la revolución del arte termina justo en el acto mismo de su realización (con motivo del incendio de la Bolsa de París el 24 de ese mes declararía a Vostell haber experimentado un “orgasmo absoluto” ante el mismo). Las cosas fueron muy otras cuando se entabló la lucha callejera entre los estudiantes y la policía, poniendo en evidencia los equívocos o interpretaciones ilusorias de la pretendida identificación arte-vida o arte-política. Los happenings de Vostell realizados en Amsterdam en 1962­1963 constituyeron, asimismo, otra muestra del divorcio existente entre la provocación artística y la provocación política. Sin embargo, no podemos negar el carácter de crítica simbólica que estos happenings tuvieron respecto de una determinada realidad social y política. Dentro de esta perspectiva social, se desarrolló otro tipo de happening, el ritual, que intentó recuperar los aspectos mágicos y rituales de las sociedades primitivas, así como la liberación de la libido, y cuyos representantes más destacados fueron los miembros del Accionismo de Viena: Otto Mühl con sus Acciones materiales (1964-1966) y sus éspectáculos sangrientos y fecales Oh Tannembaum (1969); Hermann Nitsch con sus juegos de Abrecreación y el Teatro de misterios orgíacos (1970 y 1973, respectivamente). En la misma línea ritual aparecen algunos happenings de Joseph Beu , como Acción en el Festival del nuevo arte (1964), realizada en Aquisgrán, y Partido estudiantil (1970).

 Relacionado con el accionismo de los happenings, y en cierta forma paralelo, se encuentra el fluxus, un movimiento que tuvo una gran repercusión, sobre todo en la música y en las nuevas tendencias de ballet. Sus principales inspiradores fueron J. Cage, G. Maciunas, Flynt. D. Higins, W. Vostell y Maxfield, entre otros. La versión española tiene como miem ros destacados al Grupo ZAJ (Juan Hidalgo, J. L. Castillejo y W Marchetti).

Ligados al happening se encuentran las performances (que consistían en acciones teatrales gestuales, el body art (en donde el cuerpo del artista sirve como medio expresivo y de manipulación) y, en cierta forma, los Video Artes. Esta última tendencia, que tuvo su momento culminante en la Documenta 7 de Kassel de 1977, reivindicaba el carácter artístico de las nuevos medios, tam­bién llamados medios alternativos (Y Acconci, E. Autin. P Campus, D. Graham, A. Muntadas, W. Vostell, etc.). Existe, no obstante, un grupo de artistas cuya obra se aleja un tanto del conceptualismo que podríamos llamar frío, y se encuentran más próximos al body art (arte del cuerpo o arte de comportamiento): Ben Vautrier, Vito Acconci. A. Rainer De Dominicis, Vettor Pisani, Gina Pane, el travestido Urs Lüthy y las dos “esculturas cantantes” Gilbert & George.

Antonio M. González.- Últimas tendencias (Las claves del arte).
Ed. Arín. Págs. 35-38