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TEMPLO DE ARTEMISA EN CORFÚ:

FRONTÓN OCCIDENTAL.-

        Con la parte central superior del triángulo aparece una enorme Gorgona, cuyas espantosas facciones se debían considerar eficaces para ahuyentar a los espíritus malignos del templo. Sin embargo, su papel significaba algo más que una simple protección. Esta Gorgona era Medusa, cuyo destino era ser decapitada por el héroe Perseo. En el momento de su muerte dio a luz a dos hijos, Pegaso, el caballo alado, y Chrysaor, el hombre que le brotó del cuello en el momento tlue era separado de su cabeza. El artista pretendió mostrar a Mcdusa, con sus piernas dobladas, huyendo de Persco; el infeliz resultado de su huida se hace patente mediante la presencia de sus dos hijos, Pegaso a la izquierda y Chrysaor a la derecha.

        A ambos lados de la Gorgona hay una pantera agazapada. No comparten su doble función de proteger el templo y a la vez narrar una historia; son simplemente guardianes del templo cuya postura reclhlalite les permile disponerse en la incóliloda pelldiente del frontón.

        Hay varias figuras muy pequeñas insertas en los rincones. Éstas cumplen una función puramente narrativa. Las de la izquierda se han sacado de la historia de la caída de Troya; el rey Príamo, sentado. está a punto de ser asesinado por los griegos en su ataque y un troyano muerto yace detrás de él. Las figuras de la derecha representan a combatientes en la batalla de los dioses y los gigantes. El gran dios, Zeus, empuñando el rayo, ha hecho arrodillar a un gigante. Otro gigante yace en posición supina.

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 Reconstrucción del frontón occidental del templo de Artemisa en Corfú,
primer cuarto del siglo V a.C. (Hacia. 480 a.C.)

  Susan Woodford.- Grecia y Roma "Introducción a la Historia del Arte"
Ed. Gustavo Gili. Barcelona 1985. pág. 34.


 

TEMPLO DE ZEUS EN OLIMPIA:

ESCENAS DE LOS FRONTONES.-

         La decoración escultórica del templo de Olimpia, constituida por sus dos frontones y los relieves de las metopas, es ya de mediados de siglo (470-450). La rigidez arcaica, todavía tan patente en Egina, casi desaparece; las formas humanas son más blandas y flexibles, la anatomía es más justa, el arte de agrupar los personajes, más sabio, y, en suma, el estilo se muestra más avanzado. Ello no obstante, en aspectos secundarios, como el plegado de algunas telas y en la interpretación del caballo, aunque suavizadas, persisten las modas arcaicas.

        En el frontón oriental el artista ha imaginado en el centro e invisible a Zeus. A los lados se encuentran los contendientes dispuestos a emprender la carrera. A la derecha del dios, Enomao con su mujer, que ha prometido la mano de su hija Hipodamia, y con ella el señorío de Olimpia, a quien le venza en la carrera, y a la izquierda, el futuro triunfador, Pelops, con Hipodamia. Los carros y sus servidores llenan los extremos del frontón, según el ejemplo ya citado del Tesoro de los Sifnios. En reposo los personajes, y aislados unos de otros, es un conjunto majestuoso y tranquilo. La escena del frontón occidental (...) es, por el contrario de lucha violenta, y los personajes se nos muestran en las más movidas y variadas actitudes, bellamente enlazados unos con otros y escalonándose para adaptarse a los agudos extremos del tímpano. El dios que preside es Apolo (...) y los contendientes, los lapitas y los centauros, que, invitados a las bodas de Piritoo y ebrios después del banquete, tratan de arrabatarles sus mujeres. En la lucha interviene también Teseo, rey de Atenas y amigo de Piritoo. Como instaurador de los famosos juegos, las metopas del templo están consagradas a Hércules.

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TEMPLO DE AFAIA EN EGINA: ESCENAS DE LOS FRONTONES.-

 

        Los frontones del templo de Egina de hacia el año 490, hoy en el Museo de Munich, representan, presididas por Palas, las luchas de los eginetas dirigidos por Telamón y Ayax contra los troyanos. En ellas se ha querido ver la conmemoración de la reciente victoria del pueblo griego sobre los persas, en la que tan activa parte toman los eginetas. Estas luchas guerreras dan lugar una variada serie de actitudes que hubieran parecido imposible representar a los viejos maestros de las atletas y las korai. La de los frontones de Egina es, pues, una escultura esencialmente dinámica, en la que una de las principales preocupaciones es la interpretación de esas actitudes. Así vemos al guerrero derribado en tierra que pugna por levantarse, visto tanto de frente como de espalda; al que de rodillas dispara su arco, o al que, mortalmente herido, siente escapársele la vida.

        Como este interés por el movimiento lleva consigo un intenso estudio de la musculatura, la estatuaria griega da en esta obra un paso gigantesco en el conocimiento de la anatomía. Es curioso, sin embargo, que el escultor de Egina avance, en cambio, muy poco en la expresión del rostro. Los guerreros de Egina, incluso el que, moribundo, se arranca la flecha del pecho , nos muestran la sonrisa estereotipada de los atletas arcaicos.

        La composición de los frontones de Egina tiene por eje en su parte central a la diosa Palas , que se imagina invisible. En el occidental se distinguen claramente a los lados dos grupos, el de los dos que luchan sobre cl herido, y que responde a la composición corriente de este tema, y el del que, arrodillado, hunde su lanza en el enemigo derribado. En realidad, como puede observarse no estamos seguros de la forma como estaban agrupadas primitivamente las esculturas de los frontones. La primera representa el frontón oriental, según Furtwaengler.

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