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las musas del olimpo

 Inspiradoras de las Artes, estas jóvenes y alegres diosas de la mitología griega ocupan, por su eficaz carácter simbólico, un lugar de privilegio en la cultura occidental.

Las Musas son diosas ale­góricas pertenecientes a la familia de las ninfas de las aguas, cuya función era prote­ger e inspirar tas artes, cien­cias y letras. Su origen, ge­nealogía y número son confu­sos, pues se tas ha hecho hijas de Urano y Gea, de Piero y An­tíope, e incluso de Apolo, de Moneta o de la misma Miner­va. Finalmente, Hesíodo, en su Teogonía, fija su patria en Pie­ria, y dice que son el fruto de nueve noches consecutivas de amor entre Zeus y la titánide Mnemosine (la Memoria), y que su nodriza fue Eufemia (la Gloria).

Eran mujeres jóvenes y alegres, de carácter vengativo ha­cia todo aquél que intentaba desafiarlas en su arte, como las Sirenas, Pierides o Tamis, que sufrieron su cólera. Se las ha considerado vírgenes, aun­que les han atribuido numero­sos hijos. Originariamente cus­todiaban tas fuentes inspirato­rias de los poetas y contaban con Pegaso como cabalgadu­ra. En el monte Helicón tenían un templo junto a las fuentes de Hipocrene y Aganipe y en el Parnaso otro, al lado de la fuente de Castalia. Además eran invocadas en una gruta sobre el Liberthrum. Por eso, en tas representaciones artís­ticas de las Musas, aparecen parajes campestres con fuen­tes y arroyos. También mora­ron en la Fácida, en el Pindo, en Tesalia, en Beocia y en las riberas del río Permeso. El culto a las Musas es originario de la Tracia, se extendió por Beocia y prendió rápidamente en Grecia, dedicándoseles un santuario en la Acrópolis de Atenas. En Roma se les con­sagraron tres templos, siendo invocadas en uno de ellos bajo el nombre de Camenes o Can­toras, por celebrar en sus him­nos las hazañas de los dioses y héroes.

De tres a nueve. Por otra parte, el número de musas ha variado según las épocas. Al principio sólo se pensaba en una musa, idea que persiste en la primacía de Calíope sobre el resto de hermanas. Posterior­mente, Pausanias habla de tres: Meletea (la Meditación), Mnemea (la Memoria) y Aedea (el Canto), adoradas en el monte Helicón. En Sicione también se veneraba a tres musas, una de ellas llamada Potimatía (la Ciencia Univer­sal). En Delfos también eran tres, y se llamaban según los grados de la escala musical tó­nica: Neté (la nota baja), Me­sé (la nota medial) e Hipaté (la nota alta), pues se las consi­deraba como la personificación de las tres cuerdas de la tira de Apolo. Tzetzes habla de tres hi­jas del dios solar, llamadas Cefiso, Apolonis y Boristenis. En Sicilia y Lesbos se conocí­an siete musas, relacionándo­las con los planetas en clara alusión simbólica a la armonía musical del universo.

Para Homero, las musas son una o varias, si bien en la Odisea ya habla de nueve. Otra vez es Hesíodo quien estableció su número en nueve bajo los nombres de Calíope, Clío, Melpómene, Talía, Euterpe, Terpsícore, Erato, Polímnia y Urania, que es como (as cono­cemos en la actualidad. El número de nueve musas es, se­gún Varrón, el resultado de la potenciación de la tríada, pues cuenta que, en Sicione, se en­cargó a tres escultores que re­presentaran a las tres musas y como el resultado fueron nueve imágenes muy bellas se decidió colocarlas en el templo de Apolo. Diodoro da otro po­sible origen, y dice que son las nueve doncellas instruidas en todas las artes conducidas por Apolo que formaban parte de los músicos que tenía Osiris.

Iconografía compleja. Des­de la Antigüedad se las repre­sentó como unas doncellas jó­venes, bellas, vestidas con un simple peplo y pallium sin or­namento, según se las descri­be en el Epígrama de Platón. Como carecen de ciclo legen­dario propio, salvo el pasaje de Pireneo, rey de la Fócida, y el de las Pierides, su imagen se reduce a su aparición con: Zeus, Apolo, los poetas, las Vir­tudes cardinales, las Gracias y las artes liberales que prote­gen, ya en conjunto o de forma individualizada.

En el primer caso, forman pequeños grupos, general­mente de tres, en los que dan­zan, conversan o se sientan a la sombra de un laurel o pal­mera, árboles emblemáticos del triunfo y la victoria consa­grados a ellas, como en un di­bujo a pluma del Libellus de Imaginibus Deorum (h. 1400). Otro tema es el de Zeus escu­chando el concierto de las Mu­sas, en el que el padre de los dioses entronizado está rodea­do de ellas, pues a menudo las reclamaba en el Olimpo para cantar las gestas heroicas en los banquetes, en el funeral de Ulises o en tas bodas de Tetis y Peleo y de Armonía y Cadmo. Pero, sin duda, el tema más frecuente es el de Apolo y las Musas, pintado especialmen­te en bibliotecas, como la del Colegio Real de Colmar, en la que aparecen, en el monte Parnaso, el dios solar, tañen­do su lira y con la corona de laurel, rodeado de las Musas a las que guía, adoptando el so­brenombre de Musageta. También encontramos a Hércules como director de las Musas, como en la Biblioteca Real de Viena.

Las Musas también apare­cen como figuras aisladas con los atributos específicos de ca­da una, si bien su identificación iconográfica es compleja, pues sus atributos, especialmente los instrumentos musicales, pueden variar según las épo­cas y los mitólogos. No hay que olvidar que La atribución de una especialidad a cada musa tie­ne lugar en época helenística (a partir del siglo IV a.C.). Así, obras como el Sarcófago de Apolo y las nueve Musas, del

Museo Diocesano de Tarrago­na o el Mosaico de las nueve Musas, del Museo de Bellas Artes de Valencia, todos ellos del siglo III d.C., ya las presen­tan caracterizadas. Todavía en los siglos XVII y XVIII podían aparecer sin atributo, pero fue a partir del siglo XVII cuando se fijó su iconografía, al seguir la Iconología de Ripa.

 

Calíope.- Su nombre deriva de la hermosura de su voz. Por ser la musa de la Poesía épica, se la representa en actitud majestuosa y con una corona de laurel ciñendo sus sienes, como símbolo del premio otorgado a los poetas y su gobierno sobre ellos, aunque también puede llevar una diadema de oro, porque, según Hesíodo, es la musa principal, por asistir a los venerables reyes.

 

Clío. Es la musa de la Historia, por ocuparse de mantener vivo el recuerdo de los actos generosos y los grandes triunfos. Está coronada de laurel, un árbol perenne que permanece vivo al igual que la Historia. Sus atributos son una trompeta, en la mano derecha, para proclamar los hombres y hazañas más memorables, y un libro abierto, en la izquierda, en el que está escrito Tucídides o Heródoto. Acostumbra a llevar una caja para guardar libros y una clepsidra, que marca el paso del tiempo, o un globo terráqueo.

Melpómene. Su nombre quiere decir melodiosa. Inspiraba la Tragedia, aunque también se te atribuye la invención del canto. Aparece ricamente vestida con una diadema o guirnalda en su frente y calzada con coturnos. Su actitud es severa, patética y de mirada arrogante. Con la mano izquierda sustenta una máscara trágica, su atributo personal, o alza cetros y coronas. Con la derecha, sujeta un puñal desenvainado y ensangrentado o se apoya en una maza para indicar que la tragedia es un arte difícil que exige el dominio del. genio y una gran imaginación. En ocasiones la acompañan el Terror y la Piedad.

Talía. Es la musa de la Comedia. Su aspecto es el de una joven de rostro alegre y mirada burlona, como su nombre indica, que calza sandalias o zuecos. Está coronada de hiedra, por ser una planta que siempre mantiene su verdor, al igual que el poeta siempre mantiene la inspiración, y es a su vez emblema de la inmortalidad. Sus atributos son una máscara cómica, símbolo de lo risible, en la mano izquierda, y el bakterion, en la derecha. A veces lleva unos libros, que son las obras de Menandro y Aristófanes.

Euterpe.- Su nombre, según Diodoro, quiere decir deleitosa. Por su erudición, es la musa de la Música, aunque algunos pretenden que se corresponda con la Dialéctica. Está coronada de variadas flores, pues los antiguos coronaban así a las Musas, aunque también puede aludir al carácter jocoso de su nombre. Su atributo son dos flautas en la mano u otros instrumentos de viento a sus pies.

Terpsícore.- Era la encargada de dirigir y deleitar con la Danza. Su aspecto es posiblemente el más jovial, elegante, esbelto y ligero de todas las hermanas. Sus atributos son una guirnalda de flores y una cítara. Está coronada de plumas de variados colores, que simbolizan la agilidad y la libertad de movimientos de esta musa, que acostumbra a representarse bailando.

Erato. Es la inspiradora de la Poesía lírica y amorosa, como bien indica su nombre, que deriva de la palabra eros (amor). Se representa como una joven ligeramente vestida o semidesnuda, de largos cabellos coronados con rosas, que son las flores de Venus, y mirto, por tratar de temas amorosos. En la mano derecha lleva una tira y un plectro, instrumento musical inventado por ella. A sus pies han puesto algunos artistas dos palomas picoteándose o la figura de Cupido con el arco, flechas, carcaj y antorcha encendida.

Polimnia.- Su nombre significa abundante memoria y patrocina el Canto y la Retórica. Viste de blanco para simbolizar la pureza y sinceridad que debe transmitir el orador. En su cabeza lleva un tocado de perlas y joyas de variados colores. Se la representa en actitud pensante, descansando la mano derecha en el mentón, o bien pronunciando un discurso o levantando el índice de la diestra hacia el cielo. En la izquierda sostiene un libro con la palabra suadere (persuadir), que es el fin de la retórica. También un laúd, una pluma, un cetro, unas cadenas (símbolo del poder de la elocuencia) o unos papeles.

Urania.- para los griegos, o Celeste, para los romanos, es la musa de la Astronomía. Las estrellas forman su corona y de ellas está adornado su azulado manto. Su atributo es un globo celeste que mide con un compás. A sus pies, aparecen algunos instrumentos matemáticos o una varilla para designar la posición y evolución de los astros.

 José Ignacio Catalán Martí, Descubrir el Arte, Mayo 2001. Madrid. Págs. 110-112