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la   Holografía ARTÍSTICA

Resulta sorprendente a quienes se ocupan de la holografía, la escasa atención que el trabajo de los artistas que utilizan este medio, alcanza en el seno del establishment cultural y artístico. Sólo en pocos países (los más avanzados tecnológicamente), un reducido grupo de intelectuales y críticos, alguno museos de arte especialmente audaces y prácticamente ningún galerista han tomado conciencia de la holografía como hecho artístico.

Contrasta esta marginalidad con el gran interés y atención con que se siguen otras artes tecnológicas, y la relativa consagración de algunas de ellas como medio artístico.

Sin embargo, nadie que examine con detenimiento el ya ingente cuerpo de obra artística que un reducido grupo de creadores (no excede del centenar en todo el mundo) ha dado a luz en las dos últimas décadas, podrá dejar de captar que se ha producido una gran cantidad de obras de indudable valor y un número naturalmente más reducido, de creaciones que revelan un extraordinario talento, de las que cabe destacar las obras de Rudie Berkhout y Dieter Jung, entre lo más significativo no ya del arte holográfico, sino del arte contemporáneo en general.

No puede caber duda que la holografía aporta nuevos modos de ver y una subversión de muchos esquemas de percepción del fenómeno artístico e incluso un fértil enriquecimiento de la reflexión filosófica.

La característica de la holografía que en un primer momento se impone con más fuerza, es su capa­cidad de reproducir imágenes tridimensionales de un realismo, en ocasiones tan auténtico como el de los objetos realmente existentes. El efecto es especialmente sorprendente cuando la imagen flota en el aire saliéndose de la placa, sin que podamos asir los objetos que aparentemente están ahí, ante nuestros ojos.

Este efecto produce además, una cierta sensación de fantasmagoría que acentúa la fascinación producida.

Ofrece asimismo, la holografía poderosos y sofisticados medios de indagación conceptual, empezado por su propio marco teórico, que ha dado pie a metáforas útiles para muchos desa­rrollos de las nuevas corrientes filosóficas y científicas holísticas, que parece que están minando la vigencia del materialismo mecanicista, y que impregnan buena parte de la obra de hológrafos artistas.

Por otra parte, el medio abre nuevas perspectivas y un inagotable campo de investigación a las corrientes de arte cinético y óptico, siendo especialmente significativa la presencia de un poderoso cinetismo cromático en una buena cantidad de hologramas.

La holografía supone una innovación radical del empleo del color en las artes visuales, se trabaja con colores luz, en contraposición con los colores pigmento de las artes tradicionales, y entre las artes tecnológicas es la única en emplear auténticos colores espectrales susceptibles de variación continua y capaces de generar una infinita paleta llena de matices, al tiempo que permite un empleo no naturalista del color o también un procedimiento de tricromía para obtener color real, y asimismo, técnicas en las que la imagen puede variar continuamente su color en sintonía con el movimiento del observador o el de la iluminación.

Un método muy utilizado es el llamado de pseudocolor, que permite crear imágenes policromas en colores ficticios, con sorprendentes resultados.

Un vasto campo de investigación creativa de interés creciente es el que se refiere a los diversos desarrollos de la estereholografía.

 

Hay un número cada vez mayor de artistas hológrafos que exploran las posibles interacciones de la holografía con otros medios, ya sean tradicionales como la pintura y la escultura, o más afines como la fotografía y el video que alcanzan a veces gran complejidad.

También goza cada vez más de favor la integración de la holografía en entornos arquitectónicos, tendencia que se ve favorecida por la mejora de la técnica en la obtención de hologramas de gran formato.

Haciendo un poco de historia del arte holográfico se puede decir que las primeras experiencias de utilización del medio con fines creativos, se produjeron a finales de los años 60 en los que los intentos esporádicos de Dalí, que con su habitual penetración fue de los primeros artistas en percibir las inmensas posibilidades que esta nueva técnica abría, venían a coincidir con el interés más perseverante de otros artistas más jóvenes que se convirtieron en pioneros de esta nueva forma de expresión artística. Casi simultáneamente Harriet Casdin Silver y Anait Stephens en Estados Unidos y Margaret Benyon y Karl Frederich Reuterswdrd en Australia y Europa, iniciaban su andadura en el intento de utilizar el medio con fines creativos. Casdin Silver se inició en el Massachutes Institute of Technology (M.I.T.) bajo la tutela de Stephen A. Benton, científico que quizá es quien haya hecho el mayor número de aportaciones a la holografía de imagen, como son el holograma de arco iris o la esteorografia holográfica y, más recientemente los llamados “alcove holograms” que representan un enorme refinamiento de esta última, y finalmente el video holográfico que parece hallarse en un avanzado estadio de desarrollo.

Margaret Benyon, inglesa, se inició en Australia guiada por Hariharan, otro de los grandes científicos investigadores de la época.

Otros nombres importantes: Joshep Burns y Rose Mary Jackson, que fundaron en 1976 el Museo de Holografía de Nueva York, que se convirtió en aglutinante de experiencias, poniendo su laboratorio al alcance de numerosos artistas que pudieron así crear nuevas obras. Se realizó una amplia labor didáctica en la que también participaron Dan Schweitzer y Sam Moree, dos originalísimos artistas de la primera ola y que han estado en la raíz de muchos de los desarrollos posteriores.

En la siguiente generación de hológrafos brillan con luz propia las figuras del holandés Rudie Berkhout, que ha vivido y realizado toda su obra en Nueva York y Dieter Jung, profesor alemán que si bien reside en Berlín, ha realizado la mayor parte de su obra en EE.UU., parte en colabora­ción con J. Burns y parte en el M.I.T. Estos dos artistas, por caminos muy diferentes, han logrado una enorme depuración formal y unos universos genuinamente holográficos, unidos a unas temáti­cas muy personales.

No podemos citar a todos los artistas que han realizado obras notables, pero haremos un recorrido rápido, citando a la japonesa Setsuko, la norteamericana Doris Vila, los canadienses Georges Dyens y Marie-Andree Cossette y los franceses Pascal Gauchet y Francois Mazzero. Este último ha realiza-do hologramas de grandes dimensiones con una gran maestría, consiguiento efectos sorprendentes y profundidades tremendas de la imagen, sin pérdida de nitidez. El es responsable de los hologra­mas del laboratorio IDHOL AP Holographic.

Una contribución decisiva a la mejora de la calidad de las imágenes holográficas, se debe al genial investigador inglés Nick Phillips de la Universidad de Loughborough (GB). Su generosidad en la divulgación de los resultados de su investigación es muy apreciada por la comunidad holográfica. Si bien su obra no se puede encuadrar propiamente en el campo artístico, cuenta con la admiración de los artistas holográficos por su soberbia ejecución, limpieza y elegancia.

En cuanto a la utilización arquitectónica y ambiental de la holografía, destacaré los trabajos de Rally Weber y Georges Dyens y la intensa actividad que se desarrolla en Alemania con ambiciosos pro­yectos protagonizados por Wolf-Uwe Savrda. Vito Orazem y Brigitte Burgmer. Con la aportación importantísima que realizó Lloyd Cross al inventar el holograma integral (estereograma) se tuvo la base de muchos desarrollos posteriores, entre los que destacan los trabajos de Chris Outwater y Craig News Wanger, de Walter Spierings y del Spatial Imaging Group en el Media Lab. del M.I.T. Quizá las obras más importantes hasta la fecha con esta técnica sean los “Lights Mills” de Dieter Jung.

Lentamente, este ingente caudal de poderosas y cautivadoreas imágenes está encontrando su vía de acceso a los museos de arte. Para mencionar los más importantes, diré que entre éstos se encuen­tran el Metropolitan y el Whitney de Nueva York, la fundación Paul Getty de los Angeles y la Kunsthalle de Hamburgo.

¿Qué decir de la holografía artística española?. Existen aún pocos autores y pocos medios disponi­bles. Quizá el más prolífico haya sido Julio Plaza que ha realizado toda su obra holográfica inscrita en el movimiento llamado holopoesía en Brasil, en colaboración con Moisés Baumstein. En España, la actividad se inicia en 1983, cuando un reducido grupo de entusiastas realiza un curso en el Centro de Holografía de Alicante. Cuatro de los asistentes, Vicente Carretón, Julio Ruiz, Santiago Relanzón y Ernest Barnés sintieron la fascinación las imágenes holográficas y quisieron ampliar sus conocimientos, realizando todos ellos nuevos cursos en Estados Unidos con Dam Schweitzer, en el Museo de Holografía de Nueva York, en Lake Forest College y con otros artistas norteamericanos. De los cautro, Julio Ruiz ha sido quién más asiduamente ha cultivado la creación holográfica y fundó más adelante la empresa Holotek en Oviedo.

Vicente Carretón, ante las dificultades para llevar adelante una obra artística, se ha decantado más por la reflexión teórica y la agitación cultural en torno al medio habiendo reunido una completísi­ma documentación en textos e imágenes sobre el mismo, y publicado numerosos artículos divulga­tivos y críticos.

Santiago Relanzón ha removido cielos y tierras, tratando de poner en marcha varios proyectos sin excesiva fortuna, por lo que su obra sigue siendo escasa y principalmente comercial, aunque su capacidad y tesón son dignos de mejor suerte.

Ernest Barnés fundó muy pronto la firma Holoscope y el Museu d'Holografía de Barcelona y se ha decantado por la holografía comercial y publicitaria.

En el año 1984, Federico Oliva, entró en el Centro de Holografía y aprendió profundamente la téc­nica. Después de varios años de trabajo y de haber estado a cargo de las exposiciones del Centro (desde esa fecha), parece estar encontrando el camino de un lenguaje personal. Ha tenido ocasión de intervenir directamente como miembro de la firma alemana Holoteam, bajo la dirección de Wolf-Uwe Savrda y con la colaboración del escultor de Colonia Hingsmartin, en el proceso de reali­zación de los hologramas prototipo para un gran proyecto de instalación arquitectónica a integrar en el Media Park de Colonia.

En estos últimos años, una nueva hornada de hológrafos, tiene quizá como artista más destacado a Máximo Aida, que con un notable ingenio y sacrificio, ha construido su propio laboratorio donde realiza la obra que integra después en contextos gráficos también muy originales, basados en una arcaica técnica fotográfica a la goma bicromatada, hoy en desuso.


        Otros autores como Ramón Benito, que además, está llevando a cabo una labor de mecenazgo y promoción a través de su empresa recientemente creada. Karas Studios de Madrid, que organiza un importante ciclo de exposiciones de holografía artística.

José Buitrago, que integra hologramas en pintura y escultura en hermosas instalaciones y que ha construido su propio laboratorio.

Nieves Torralba, de Valencia, ha realizado en colaboración con Federico Oliva notables piezas.

Citemos a Angel Hernández que, en su corto paso como becario del Centro de Holografía de Alicante, dio muestras de talento y de excelentes facultades para la holografía.

También Fernando Pascual, Pablo Martín y Carmen Gullón merecen mención aquí por sus muchos desvelos para avanzar, poniendo en marcha su laboratorio “Mimesis” en Madrid. De ellos podemos esperar lo mejor.

Y no queremos acabar sin dar una idea aproximada del trabajo del hológrafo. Suponer pasar largas horas en la cámara oscura haciendo un trabajo delicado con un equipo óptico costoso, sobre una mesa antivibratoria, realizando numerosos intentos y pruebas hasta conseguir los resultados que se buscan. Varios de los productos químicos usados en los distintos tratamientos de las placas, son bastante tóxicos.

Algunos de los hologramas que figuran en esta exposición han sido el resultado de varios meses de trabajo. Un autor tan brillante como Rudie Berkhout no ha producido más de 50 imágenes (válidas según su exigente criterio) en 15 años de carrera. Sam Moree, creador de obras complejísimas, todavía menos. Ambos con una dedicación exclusiva y muy intensa.

 Justo Oliva Molina.- Holografía, Ciencia y Arte.
Catálogo de la Exposición en el Mº Nal. de Ciencia y tecnología. 1992.
Ministerio de Cultura. Madrid. Págs. 23-26