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ORIGEN DEL MUSEO

        Puede decirse que la historia del museo es la historia del coleccionismo continuada y hecha pública. Los gabinetes, las colecciones y las galerías privadas sólo eran visitadas ocasionalmente por intelectuales, eruditos, científicos o amigos de los propietarios. El Museo del Vaticano, por ejemplo, era visitado únicamente una vez al año, los Viernes Santos.

        Pero desde la segunda mitad del siglo XVIII algunas colecciones pasan a ser patrimonio nacional, constituyendo el inicio de la apertura de los grandes museos. Los más prematuros fueron el British Museum de Londres (1753), la Galería de Kassel, abierta al público por Guillermo IV en 1760, y el Louvre, en 1798.

        A partir de estas fechas, y a todo lo largo del siglo XIX, se van abriendo paulatinamente las más importantes colecciones, para que puedan ser visitadas públicamente y constituir el patrimonio público coleccionado: National Gallery de Londres, Tate Gallery, Kunsthistorisches Museum de Viena, Pinacoteca de Munich, Galería Nacional de Praga, Museo del Ermitage de Leningrado, Museo Uffizi de Florencia, Museos Vaticanos, Museo del Prado, Metropolitan de Nueva York, Museo Canario en Las Palmas, etc.

 

Este fenómeno tiene unas explicaciones sociales y científicas:

1) La socialización de los bienes reales, constituyendo el patrimonio a raíz de la Revolución francesa de 1789.

2) La exclaustración de los religiosos y la venta de los bienes eclesiásticos promovida por distintas legislaciones. En España, la desamortización de Mendizabal (1835) provoca un abandono total del patrimonio, que se expolia, se colecciona en malas condiciones en edificios públicos, y exige un estudio y catalogación.

3) Los estudios y descubrimientos arqueológicos (Herculano, Pompeya, Egipto, Mesopotamia, Grecia, etc.), que aumenta el número de museos.

4) El romanticismo como añoranza de las culturas pasadas, especialmente de las medievales, que provoca la incorporación del arte medieval a los museos y a las colecciones.

5) La reflexión científica sobre la historia y su estudio, que despierta el interés por los nacionalismos y su conocimiento a través de los monumentos y el arte.

6) El colonialismo y su extensión por Asia, África y Australia, motivando el interés por la antropología de los pueblos no europeos y el estudio de sus culturas.

7) La teoría del evolucionismo y de las especies de Darwin que, en paralelismo, fomenta la catalogación, ordenación de géneros, especies y técnicas de las artes.

 

        Sin las colecciones reales o burguesas o eclesiásticas no existirían los museos, tal como se produjeron a lo largo del siglo XIX: monumentos, palacios, monasterios transformados en cajas fuertes, en almacenes y templos para guardar los tesoros acumulados de la antigüedad y de las nuevas culturas.

        Se inicia la era de los museos y de la museografia. Pero estos museos seguían interesando únicamente a eruditos y especialistas. (...)

 

La museografia y la museología

        Estos museos, heredados de las grandes colecciones, son el escenario donde se desarrollara la ciencia de la museografía, que podría definirse como "arte de colocar el arte dentro del museo". Posteriormente el termino será sustituido por el de museología, que definiríamos como la "ciencia del museo y de la conservación del patrimonio" (…).

 

El desarrollo de esta disciplina museografía tiene tres momentos importantes:

l ) El museo es un edificio singular para conservar obras de arte, donde el objeto, las obras, son más importantes que el sujeto, los visitantes. Las obras se amontonan en salas, cubriendo espacios, superficies, estanterías y vitrinas, esperando una ordenación y clasificación, como las especies naturales. Se datan, se estudia la técnica, se ordenan por autores y escuelas. Las preocupaciones de conservación se manifiestan en restauraciones y su presentación dentro del museo, estudiando la iluminación adecuada. Son las preocupaciones del siglo XIX y principios del XX, tal como se deducen de los boletines, revistas y catálogos de la época. El órgano mas característico de este primer largo momento de la ciencia de los museos es la revista Museion, publicada desde 1927. Es un periodo amplio, dominado por la museografía y el inicio de la historia del arte.

2) El segundo momento podríamos iniciarlo desde 1948, cuando la revista anterior cambia su nombre por el de Museum, como órgano oficioso del ICOM (Internacional Council of Museum) de la Unesco. Se inicia la época de la utilización del museo para algo más que conservar obras de arte. La función del arte y del museo se plantea como educación, y con un sentido pedagógico. Es la hora de la museología como ciencia del patrimonio y del museo, tal como se deduce de los boletines, artículos y recomendaciones que proceden del ICOM.

3) La tercera fase de la ciencia de los museos, museografia/museología, se inicia hacia los años setenta con la introducción del museo o museo-centro (Pompidou, Miró, Caam, Ivam) en sentido integral (danza, música, cine, teatro, vídeo, mimo, pintura), donde se crean y se exponen obras como en lugares llamados Centro de Estudios de Arte Moderno (CEAM). Es el momento de la llamada museología, mostrada en coloquios, congresos, y la construcción de grandes museos en África, Asia y América.

 

    Una manifestación de la importancia de los museos es su incorporación a las rutas turísticas y la introducción de las nuevas tecnologías en la administración y catalogación de las piezas y colecciones.

 

    Responde esta nueva ciencia como museología a varios principios:

 

1) Acentuación del valor del sujeto hombre sobre el valor de los objetos, que deben estar a su servicio.

2) Socialización de la cultura y de los bienes culturales.

3) Introducción en los museos del arte contemporáneo.

4) Popularización y conocimiento del patrimonio artístico y cultural.

 

    Los centros de estudio del arte contemporáneo han fomentado el conocimiento del arte y, aunque en este momento presentan una cierta crisis y ofrecen dificultades financieras, han confirmado la importancia de los museos en la vida cultural.

 

José Fernández Arenas.-
Introducción a la conservación del patrimonio y técnicas artísticas.
Ed. Ariel, Historia del Arte. Barcelona. 1996. Págs. 123-126.